domingo, 3 de febrero de 2019

COSAS QUE PUEDEN PASAR EN LA FRONTERA


Algunas personas están enfadadas con que el papa Francisco no haya tomado partido públicamente en el asunto venezolano o no haya dicho, ante los medios, declaraciones más duras contra el régimen.

Nadie que lea mi blog me podrá acusar de ser blando con ese régimen de opresión. Sin embargo, yo mismo debo recordar a los católicos que una cosa es que un sacerdote hable y otra que los haga el papa. ¿Creéis que yo podría decir las cosas que digo si fuera, simplemente, obispo? Evidentemente, yo mismo entendería que la gravedad del oficio episcopal me obligaría en el blog a contar cosas más serias, anécdotas graciosas, pero no muchas cosas que ahora digo con más libertad.

Si hay esa diferencia entre el blog de un obispo y el de un sacerdote, cuánto más el papa. Además, no es lo mismo decir algunas cosas en un blog personal, que decirlas ante los medios.

Un blog personal es personal, aunque lo lean muchas personas. No es lo mismo hacer un comentario en un libro de memorias o en un diario personal, aunque se imprima y se venda en las librerías, que decirlas en una homilía o en una rueda de prensa.

Hay otro factor a tener en cuenta: si el papa escucha a sus consejeros, escucha pareceres de personas sabias, reflexiona y ora acerca de lo que debe hacer y hace algo, se equivocará o no, pero yo no le juzgaré. Siempre doy un voto de confianza a la jerarquía.

Con esto no estoy diciendo que los pastores sean infalibles. Pero no seré yo el que les juzgue, ni siquiera internamente. Si el papa me pidiera mi opinión se la daría.

Pero, tal vez, no le aconsejara entrar por la frontera, desde Colombia, montado en un caballo blanco y blandiendo una espada, como Gandalf, y clamando: “¡Dios lo quiere, Dios lo quiere!”, rodeado de cien templarios a la carga, a su vez seguidos por mil acorazados y el cielo cubierto con helicópteros, y con la música de fondo de las valquirias.

No, no me imagino eso. Aunque, eso sí, sería un espectáculo digno de verse.

P. FORTEA

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