Un joven catequista de 18 años fue víctima de la
delincuencia y, tras fallecer, pudo salvar 6 vidas con la donación de sus
órganos en Perú.
Ángel Mateo Mendoza murió luego que una bala le
impactó en la cabeza cuando iba a bordo de un colectivo en el distrito de San
Juan de Miraflores, en el sur de la ciudad de Lima.
Las cámaras de seguridad mostraron el momento en que dos presuntos
delincuentes huyeron luego de intentar un asalto, cuando se cree se habría
producido el disparo.
Según informa
un medio local, el joven falleció tras permanecer internado tres
días en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Rebagliati.
En declaraciones a América TV, el padre del joven, Jhon Patrick Mateo
Rucana, afirmó que su hijo “es una bendición de
Dios. No tenía nada de malo, era una excelente persona, un excelente amigo,
excelente todo”.
“Él había dicho, por qué la gente no dona sus
órganos para que salven vidas, porque la vida es bonita. Estamos en el hospital
y lo hicimos, donamos sus órganos”, explicó.
La familia cumplió la voluntad del joven y así se pudo salvar la vida de 6
personas, incluido un bebé de 8 meses.
Tras la noticia de la muerte de Ángel, el P. César Valdivia de la
Parroquia San Ricardo en el distrito de La Victoria compartió un
sentido testimonio sobre el joven.
“Esta vez me tocó ver el trabajo de otros, conocí
un fruto bueno, un joven, recibí una cosecha. Tú lo conoces, era Ángel, tu
discípulo, tu pequeño, nuestro pequeño. Tú me comprendes. Siempre lo seguí con
la mirada y mis oraciones. Conversaba con él. Estuve cerca por si me
necesitaba. Le sacaba brillo como cuando uno encuentra una manzana en el
mercado y la quiere todavía mejorar más. Era mi labor sumarle más perfección”, escribió el sacerdote en su cuenta de Facebook.
“Alumno notable, compañero generoso, cristiano
servicial, acólito, catequista de Primera Comunión. Que, según me dijo un día,
quería dedicar su vida a ‘enseñar la fe a los demás’. Yo le creí, y refresqué
mi piedad. Tú Jesús permitiste que le cayera una bala fruto de la violencia
callejera, y te lo llevaste. Sus órganos todavía vivos fueron donados, fruto de
su generosa voluntad. Un fruto maduro, listo para la cosecha”, prosiguió el sacerdote.
“Antes pensaba Señor que la siembra era la más
ardua, la que más cuesta, pero no siempre es así. A veces cuando vienes de
pronto a cosechar a tus hijos que ya están listos es difícil. Nosotros los
sembradores, los trabajadores de la viña, nos quedamos en una pieza. Hoy he
aprendido a sufrir en la cosecha. Pensé que las cosechas solo daban alegría. Me
equivoqué. Gracias Señor por seguirme enseñando, y te pido con sencillez que
recibas a Ángel en tu gloria. Diste la vida por él en la Cruz, no lo olvides”, concluyó.
El Catecismo de la Iglesia Católica establece en el número 2296 el
criterio moral para la adecuada donación y trasplante de órganos: “El trasplante de órganos es conforme a la ley moral si
los daños y los riesgos físicos y psíquicos que padece el donante son
proporcionados al bien que se busca para el destinatario. La donación de
órganos después de la muerte es un acto noble y meritorio, que debe ser
alentado como manifestación de solidaridad generosa”.
“Es moralmente inadmisible si el donante o sus
legítimos representantes no han dado su explícito consentimiento. Además, no se
puede admitir moralmente la mutilación que deja inválido, o provocar
directamente la muerte, aunque se haga para retrasar la muerte de otras
personas”.
Redacción ACI
Prensa
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