José Julio Cabanillas y Carmelo Guillén
Acosta: una antología de bellos versos actuales.
Dios habla a través de su obra, pero sobre todo a
través de su silencio. Dan fe de ello medio centenar de poetas. Al menos.
Cuando llegue la hora que sólo Tú conoces / llévame por un campo donde
crecen higueras. / Haz que sea verano, cuando su áspero aroma / viene para
abrazarnos. Yo estaré junto a ellas. José
Julio Cabanillas.
Aléjame, Señor, de la barbarie / y del eco ofensivo de esa gente / que
arrastra tus sagrarios con el único / afán de erradicarte de la tierra. Carmelo Guillén
Acosta.
También
hay hoy poetas que hablan de Dios. Dos de ellos, José Julio Cabanillas
y Carmelo Guillén Acosta,
han rescatado en Dios en la poesía actual (Rialp) poemas de 48 autores actuales en español
donde Dios es el alma de la composición. Lo de actuales implica, según el
criterio seguido para la selección, haber nacido en el entorno de 1950 y
después. Y quizá la primera sorpresa -las siguientes provienen del golpe de
belleza de los versos- sea que, en una sociedad tan secularizada como la
nuestra, Dios está mucho más presente
en la poesía de lo que cabría suponer.
José
Julio Cabanillas y Carmelo Guillén Acosta son los autores de la antología
Dios en la poesía actual.
-ENTONCES,
¿NO LES HA “COSTADO” ENCONTRAR AUTORES PARA LA ANTOLOGÍA?
-Darle
vida a la antología no nos ha costado demasiado esfuerzo: unos poetas han ido
llamando a otros hasta conseguir la suma de 48 autores. Sin duda, como ocurre
siempre en cualquier compilación, podrían haber surgido algunos más si lo
hubiéramos anunciado previamente en nuestros círculos de poetas cercanos; de
hecho, tras la publicación de la antología, nos han venido más de uno y más de
dos poetas mostrándonos sus libros con alguna que otra composición referida a
Dios y con el deseo de que los agregáramos a una posible segunda edición, que
se hará, según nos han avisado ya desde Rialp. Sin embargo, el trabajo lo hemos
realizado sin presiones de nadie, con plena libertad, y revisando muchísima
poesía impresa actual de poetas nacidos a partir de los años 50 que
considerábamos merecedores de ser incluidos en la antología.
-¿FUE
BIEN RECIBIDA LA IDEA POR LOS POETAS CON QUIENES CONTACTARON?
-Cuando
encontrábamos poemas de calidad que hablaban explícitamente de Dios, nos
poníamos en contacto con el autor y le pedíamos su autorización para hacerlo
partícipe del proyecto. Así de fácil. Estos poetas, a veces, nos han enviado
textos inéditos sobre la misma temática, que también hemos añadido a nuestra
selección, hasta un máximo de cinco poemas.
-TODO
ELLO, EN UN TIEMPO QUE SE ALEJA DE DIOS…
-Al ser
un tema universal, de todos los tiempos, incluido este postsecular, Dios no
deja de ser un referente para los poetas. Baste hurgar en sus obras literarias
para descubrirlo entre los entresijos de sus versos. Piense que el poeta es una
persona que tiende a estar en contacto con la belleza, con lo inefable, con lo
imperceptible para muchos, y en ese
ejercicio de acercamiento al misterio se topa de alguna manera con Dios. Aunque
el hombre se aleje de Él, la auténtica poesía siempre lo tiene en cuenta
y lo acerca.
El mundo es escenario y espejismo, / la vida entera un agotado sueño. /
Cuando vengas, Señor, a desmentirlo, / concédeme un reposo verdadero. Javier
Almuzara
-¿CREEN
NECESARIAMENTE EN DIOS LAS PERSONAS QUE LO PRESENTAN EN SUS POEMAS?
-Por lo
que se puede apreciar en esta antología, Dios se concibe desde muy distintas
perspectivas: como un misterio, como un anhelo, como un personaje histórico que
se puede conocer leyendo los Evangelios, como un Padre amoroso y providente,
como un ser al que se le debe gratitud o adoración…, las perspectivas son
diversísimas. Como decimos en el prólogo: «No hay
en ellos [ni en los poetas, ni en sus poemas] un credo en particular o la
intención de hacer poesía sacra o religiosa, ni de enseñarnos nada en
particular; acaso encontraremos solo sinceras
preguntas aunque no haya a veces demasiadas respuestas».
Quiero vivir, Señor: hoy sólo puedo / adorarte en el mundo que has
creado, / sentir que de este barro formo parte. / No me rompas, Señor: hoy que me enredo / en las fibras del mundo que me has dado / solo quiero vivir y acompañarte. Carlos
Javier Morales.
-¿CUÁLES
SON LAS PRINCIPALES FUENTES LITERARIAS DE UN POETA QUE CREA POESÍA RELIGIOSA?
-Pensamos
—y hablamos por nosotros mismos— que, en conjunto, la fuente más importante es
su propia vida interior, su formación, su fe, alimentada a partir de lo que le
inculcaron sus padres de pequeño. Literariamente, hay poemas que están
inspirados en pasajes de la Biblia, sobre todo de los Evangelios; así lo hace
Rocío Arana en Lc, 5, 31-47 o Manuel Ballesteros en Lc, 15,
11-32. Por otra parte, se encuentran poemas basados en acontecimientos
explícitos como el nacimiento del Niño Dios (Rocío
Arana: Belén, Fernando de Villena: Al Nacimiento de Nuestro Señor)
o la redención de la humanidad obrada por Cristo en la cruz (Jesús Beades: La pasión según Bach), o,
sencillamente, fundamentados en ambientaciones evangélicas como la que se
da junto al mar de Tiberíades (Luis E. Cauqui: Tiberíades, Eloy Sánchez
Rosillo: Viejas historias). Otros, de
inspiración evangélica, hablan del amor misericordioso de Dios, de la entrega
sin fisuras. Otros, de manera visible, tienen su inspiración primera en San
Juan de la Cruz (José Antonio Sáez: Mi Amado,
los bosques de Laurisilva), o en el famoso soneto anónimo A Cristo Crucificado (José María Delgado: El cielo que me tienes prometido). No es en general la literatura lo que, en
realidad, inspira a estos poetas sino su propia vida, alimentada desde
la adoración, desde la acción de gracias, desde la súplica, desde las
vacilaciones de la fe, o desde el rechazo a Dios.
-¿SIGNIFICA
DIOS LO MISMO PARA LOS POETAS DE HOY QUE PARA LOS POETAS DE AYER?
-Evidentemente,
el poeta es un hombre de su tiempo. Este que nos ha tocado vivir es apasionante
pero, sin que digamos nada que no sea evidente, no está enraizado en
Dios. Es, como muy bien se sabe, un tiempo laicista, de
postsecularización, donde o a Dios se le pone en el banquillo, o no se cuenta
con Él, o, simplemente, se le repudia como perteneciente al pasado, o, en el
peor de los casos, se le ignora. En ese contexto, la creencia en Dios no
tiene la misma incidencia en las vidas de muchas personas que hace varias
décadas, cuando vivíamos en una España oficialmente católica. Pese a todo, hay
un matiz maravilloso, muy presente en los poetas actuales, que queremos
destacar, y es que hoy, más que nunca,
el poeta ha descubierto que Dios habla, no solo desde la creación, sino,
fundamentalmente, desde su silencio, su auténtico rostro.
Por Ti, Jardín, por Ti, por tu hermosura / los jacintos, honor del mes
primero, / las tímidas violetas de febrero / y en marzo del almendro la blancura. Fernando de Villena.
-¿ES
DIOS CAUSA U OBJETO DE LA INSPIRACIÓN DEL POETA? ¿O SOLO UN CONTEXTO?
-Palabras
como causa, objeto, contexto nos distraen de lo esencial. Esas palabras tienen
que ver con un pensamiento técnico, racional. La poesía utiliza otras palabras
(nunca unívocas, más complejas y ricas) porque se desarrolla en otra parte.
-¿NO
JUEGA LA RAZÓN UN PAPEL EN LA CREACIÓN POÉTICA?
-El pensamiento
racional encara sólo problemas. Algo que nuestra razón y nuestros instrumentos
pueden analizar y resolver de un modo objetivo y universal. Pero la poesía se mueve en el terreno del
misterio. De él no cabe una comprensión exacta ni una resolución definitiva.
El misterio nos envuelve por fuera y por dentro, nos acoge o nos zarandea.
Decirlo sólo es posible con palabras que están impregnadas de él. Son palabras
corrientes y molientes, pero tienen que estar alentadas por él. Las palabras de
un poeta tienen unas raíces muy hondas, se hunden en aquel umbral de lumbre
divina que hay en cada quien. Arraiga en esa grieta de soledad inexplicable que convierte a cada quien en una
persona irrepetible: el único habitante de
su propia excentricidad singularísima. La poesía hace que no seamos
fragmentos de una masa, un grumo anónimo.
Dios mío, tú creaste el mundo a base / de números y letras. Tú conoces /
la fórmula capaz de combinarlos / para que surjan cosas de la mezcla. Luis Alberto de Cuenca.
-¿EXISTE
LA INSPIRACIÓN?
-Naturalmente
que existe la inspiración: todo poeta (hasta el más técnico en su oficio) sabe
que está jugando con fuego, que las
palabras le llegan de otra parte. Él es el recipiente donde corre el
agua y se desborda. Ese es el primer
verso que nos da el cielo. Después hay que trabajar y cada poeta trabaja
a su modo. Pero esa elaboración consiste en esclarecer lo que ha oído, quitarle
ropaje retórico y el veneno del estilo. La hermosura siempre va desnuda, y es
tan frágil. Comprendo que a más de uno esto le parezca una bobada.
-¿SOBREABUNDA
EN LA POESÍA RELIGIOSA ACTUAL EL DIOS-CONCEPTO, EN DETRIMENTO DEL DIOS
ENCARNADO?
-En
poesía no usamos conceptos, que son los propios del pensamiento técnico, racional.
Más que pensar, el poeta ve cosas reales, concretas y bien materiales. No habla
de entelequias borrosas ni de categorías universales. Creo que el poeta
tiene un pensamiento simbólico: ve cosas del todo
reales y en ellas -dentro de ellas- adivina un aliento inexplicable, que él
mismo no puede alcanzar sino sólo señalar con el dedo: ahí está un pino (por
ejemplo) empeñado en existir del modo más hermoso, descarado y feroz.
Mal negocio es ser poeta: intentar decir lo que no se puede explicar del todo. Sabe que su trabajo es ver y mostrar lo que
permanece invisible, detrás, pero da plena existencia, hermosura, a cada cosa.
Te doy las gracias / por la noticia Tuya del amor a diario. / Nada como
el Amor / para darnos noticia de lo eterno. Beatriz Villacañas.
-Y
QUE TAMBIÉN ES REAL…
-Por eso
un poeta corre el riesgo de quedarse en el camino. Un poeta no puede mentir ni
hablar de cosas que no ha visto, olido y palpado. La poesía es la encarnación del verbo. No es la sublimación de la
materia como pensaron los alquimistas o los científicos de hoy que ven los
fenómenos reales con la intención de establecer una teoría universal,
abstracta, desustanciada. Dios libre al poeta de pensar mal y demasiado: cerrar
los ojos para no ver.
-¿ESCRIBEN
DE FORMA DISTINTA SOBRE DIOS LOS POETAS QUE CREEN Y LOS QUE NO CREEN O DUDAN?
-No somos
capaces de establecer una diferencia entre un poeta escéptico y otro creyente.
A los poetas debemos pedirle autenticidad: ojos en la cara y alma desnuda,
libre de juicios previos. Por ese camino llegará —o tal vez le llevarán— a la
Poesía mayúscula y entonces… Ni el más sabio podrá prestarle palabras pues ella
nos excede de modo infinito. Un poeta da palos de ciego contra un muro, por ver
si abre una grieta —aunque sea diminuta— por donde entre la luz del otro lado.
No creemos que podamos pedirle más.
Para quererte a Ti, mi Dios, / me remueven tu Cielo y el infierno. / La
sal y la pimienta de mi amor / son algo de interés y un poquitín de miedo. Enrique García-Maiquez.
-¿CUÁNDO
UN POEMA PUEDE SER ORACIÓN?
-Al final
de su Poética musical, afirma Stravinsky que el fin último, esencial de
la música es la comunión, la unión de cada hombre con su prójimo y el Ser. La poesía y la música son casi hermanas.
Creemos que, en ocasiones, se consigue esa unión (en esta antología hay poemas
que lo demuestran) aunque el poeta (o el músico) no sepa del todo cómo se hace.
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