GANÓ LA ANTICOLONIALISTA «DAHOMEY», QUE INCLUSO DESDE LA IZQUIERDA SE CONSIDERA MEDIOCRE
Mati Diop, recibió el Oso de Oro por el documental
«Dahomey». Si la película ya es políticamente correcta, su alocución se
politizó también al pedir apoyo a Palestina.
La Berlinale, el festival internacional de cine de Berlín,
celebró su 74ª edición del 15 al 25 de febrero, otorgando su mayor galardón, el Oso de Oro, a un documental dirigido por la
franco-senegalesa Mati Diop. La
película, de poco más de una hora de duración, documenta la “repatriación” de 26 esculturas que, en 1892,
llevaron tropas francesas del reino denominado entonces Dahomey (así
se llama también el documental laureado) a París, donde estuvieron expuestas
hasta su “devolución” a Benin, en 2021.
El Süddeutsche Zeitung, diario alemán no
precisamente conservador, resume el sentir general, al menos entre los críticos
alemanes: “Esta victoria tiene más que ver con
el contenido político que con un arte cinematográfico
sobresaliente”. El semanario Die
Zeit, también liberal de
izquierdas, escribe al respecto: “Por segunda vez consecutiva, un documental
mediocre ha ganado el Oso de Oro”. Y el Frankfurter Allgemeine Zeitung emplea para su comentario el titular: “Algo va mal en este festival”.
Por supuesto que el éxito
de Dahomey, producido por
Francia, Senegal y Benin, está relacionado con el hecho de que por primera vez,
en un festival de cine considerado de la categoría A (Cannes, Venecia, Berlín), el
jurado internacional estuviera presidido por una “africana”:
la actriz Lupita Nyong’o nació en México, pero tiene raíces
kenianas.
LA
OBSESIÓN "ANTICOLONIAL"
Pero igualmente, o incluso más,
este premio se debe a ese elemento de la cultura woke que
se ha extendido en los últimos años: la crítica a la apropiación o expolio de
“artefactos” indígenas –por decirlo de
manera amplia– por parte de las potencias colonizadoras.
En el caso de las 26 esculturas de Dahomey,
venían siendo reclamadas desde hacía tiempo; Emmanuel Macron accedió a la “restitución”
en 2018.
En Alemania, el debate estalló
con la construcción del Humboldt Forum dentro del Palacio Real, ahora reconstruido e
inaugurado en junio de 2021.
Y en España es bien conocido que,
a comienzos de año, el nuevo ministro de Cultura, Ernest
Urtasun, anunció un proceso de revisión de las
colecciones de museos nacionales que, dijo, “permitan superar
un marco colonial o
anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado,
en muchas ocasiones”, la visión del patrimonio, de la historia y del
legado artístico.
CAMBIO
DE CICLO
Si la edición del año pasado fue
bastante decepcionante, en la de 2024 la Berlinale ha tocado aún más
fondo. Se nota que es un final de ciclo: en la edición de
2020 –celebrada cuando comenzaban a expandirse rumores y noticias sobre un
virus chino con tendencia a permanecer– tomó el testigo de la Berlinale,
que dejaba Dieter Kosslick después
de 19 años (2001-2019), el dúo formado por Mariette
Rissenbeek, como directora general, y Carlo Chatrian,
como director artístico.
Al parecer, Mariette Rissenbeek
comunicó en marzo de 2023 que deseaba dejar la dirección de la Berlinale
después de la edición de 2024, cuando cumpliría 68 años. Carlo Chatrian
–bastante más joven, pues acaba de cumplir los 53 años– no quiso continuar, o
no le pareció así a la ministra de Cultura, Claudia Roth,
de quien depende en último término el festival. A partir de la próxima edición
tomará las riendas la estadounidense Tricia Tuttle, que
hasta ahora había sido directora del BFI London Film Festival durante cinco años.
NI
TRASCENDENCIA NI "DOGMAS RELIGIOSOS"
Con todo, ¿no había entre las 19 películas de ficción, de las que junto a Dahomey constaba
la sección oficial, alguna que mereciera el Oso de Oro?
Por ejemplo, la película alemana Sterben [Morir] de Matthias Glasner,
que recibió el Oso de Plata al mejor guion y
además dos premios “independientes”: el
Premio de la Asociación de cine de arte y ensayo AG Kino-Gilde e.V. y el Premio
del Jurado de Lectores del diario Berliner Morgenpost.
Sterben es la
película más compleja de las que se presentaron a concurso; con una
duración de tres horas, hilvana diferentes tramas,
influida por la dramaturgia de las series de televisión, que afectan a
diferentes personas de una familia en plena
descomposición. Cinematográficamente,
destaca no sólo el guion, sino también la dirección y los actores, sobre
todo Corinna Harfouch y Lars Eidinger, que hacen los papeles de madre e hijo.
'Sterben [Morir]': tres horas de
película sobre la muerte sin una sola consideración de la trascendencia.
Ejemplo de una cultura que prescinde de Dios y del más allá.
Ahora bien, en una película con
ese título y en la que efectivamente mueren –o están a punto de morir– varias
personas, llama poderosamente la atención que en ese generoso metraje no cupiera ni una mínima reflexión sobre la trascendencia. Aunque
–al menos en el cine europeo– ya nos hayamos acostumbrado a esa visión plana y
chata de la existencia humana, se sigue echando en falta. Parece que la cultura woke impide
plantear alguna pregunta al respecto.
Dos filmes con cierta tendencia
política –y no “políticamente correcta”, como Dahomey–, procedían de fuera de Europa: la tunecina Mé el Aïn [Who Do I Belong To, A quién pertenezco] se
centra en una mujer llamada Aïcha, cuyos dos hijos mayores han luchado por el ISIS. Sólo
uno de ellos regresa, junto con una mujer embarazada que lleva un niqab. Aunque
la película se centra en la vida cotidiana y los sueños de Aïcha, la amenaza
del Estado Islámico es
omnipresente y conducirá a una tragedia.
En el filme iraní Keyke mahboobe
man [My Favourite Cake, Mi tarta favorita] puede
apreciarse el comportamiento de la “policía de la moral” iraní en una escena; pero
esto es sólo una anotación al margen. Tanto esta película –que fue galardonada
tanto por el Premio del Jurado Ecuménico como por el de la asociación
internacional de críticos FIPRESCI– como Mé
el Aïn presentan
una estructura convencional tanto
en la narrativa como en la interpretación, alejada del carácter experimental de la mayoría de las
premiadas por el jurado internacional.
Un premio de éste –el de
cámara– fue para la película austriaca Des
Teufels Bad [El baño del diablo],
ambientada a mediados del siglo XVIII. Ciertamente, la fotografía
de Martin Gschlacht es
muy sugerente; sin embargo, tiene también el rasgo ideológico de
muchas películas cuando tratan episodios de la historia europea.
La misma Berlinale dice sobre la
película: “Des Teufels Bad da voz a las mujeres
del medio rural, las invisibles y que no había sido escuchadas;
muestra su dura vida cotidiana, determinada por dogmas religiosos y tabúes que
aún hoy tienen efecto”. Uno de esos “dogmas
religiosos y tabúes” parece ser la homosexualidad,
que desempeña un papel destacado en la trama, aunque apenas sea explícita.
También es sintomático que la
otra película alemana de la selección oficial tratara sobre una joven que se
vio involucrada en la resistencia contra Hitler: In Liebe, Eure Hilde [De Hilde, con amor] se
centra en la vida privada de esa joven, Hilde, y en su matrimonio con Hans Coppi. Formaron parte de lo que se denomina Orquesta
Roja porque algunos de ellos –como el propio Hans Coppi– eran comunistas.
PROTESTAS
POLITIZADAS... ORQUESTADAS 'DESDE ARRIBA'
La Berlinale no sólo elige películas políticamente correctas y woke, sino que también se da al activismo político en
una medida hasta ahora desconocida: antes de la
inauguración, aproximadamente cincuenta profesionales del cine organizaron
una protesta sobre la alfombra roja; pero no contra la
dirección de la Berlinale ni contra la “clase dirigente”. Esta protesta,
presumiblemente orquestada por la misma
dirección de la Berlinale –con
el dúo directivo Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian entre ellos– iba dirigida
“contra la derecha” y el partido AfD [Alternativa
para Alemania].
La Berlinale terminó con otro
escándalo: varios artistas premiados acusaron al
estado judío de cometer un genocidio en la Franja de Gaza,
pero guardaron silencio sobre la masacre de 1.200 israelíes a
manos de terroristas islamistas de Hamás y el secuestro de cientos de rehenes. Pidieron
a Alemania que dejara de suministrar armas a Israel.
Como ya se ha mencionado, a
partir de la 75ª edición, la estadounidense Tricia Tuttle asumirá la dirección
del Festival, enfrentándose a la ardua tarea de corregir su
rumbo, una necesidad urgente.
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