Queridos amigos:
Va
pasando el tiempo de Cuaresma y quizá alguno se preguntará si lo está
aprovechando bien o no. Está bien evaluar de vez en cuando cómo va nuestro
camino cuaresmal, si estamos siendo fieles a los propósitos que hicimos al
comenzar, pero es importante que este examen no se convierta en un mirar o
volcarnos sobre nosotros mismos.
El
centro es el Señor, hacia Él debemos levantar la mirada. Existe,
ciertamente, un peligro de desánimo al ver nuestras imperfecciones o
incapacidad de cumplir lo propuesto. Si me entristezco porque no me veo
perfecto, debo corregirme y caer en la cuenta de que la tristeza no debe venir
de no verme perfecto, sino porque quizá en algún momento por mi poco esfuerzo
no he amado a Dios como debería o quizá he fallado porque contaba más con mí
mismo que con su gracia. Cuando en la vida espiritual me pongo a mí mismo en el
centro algo va mal. Hay que descentrarse.
PREPARAR EL CORAZÓN
A
veces pasa la Cuaresma y sí hacemos propósitos, los cumplimos, pero, ¿estamos realmente preparados para esta semana de gracia
que es la Semana Santa? El Triduo Pascual constituye el centro del año
litúrgico, en él celebramos el misterio de la salvación. Siempre podemos vivir
estos momentos con más intensidad y profundidad, como siempre podemos amar más
a Dios y agradecerle más y más todo lo que ha hecho y hace por nosotros. «Tanto amó el mundo»,
como dice San Juan. Así es, Dios nos ha amado tanto. ¿Y qué hizo? «Entregó
a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida
eterna» (cf Jn 3,16) ¿Estoy preparado
para recibir este don?
¿CÓMO PUEDO PREPARARME?
Si
no lo hemos hecho todavía, estamos a tiempo para recibir el sacramento de la
reconciliación como preparación para la Vigilia Pascual. La Iglesia nos pide
que nos confesemos al menos una vez al año, a no ser que haya conciencia de
pecado mortal, entonces hay que confesarse cuanto antes. No hay mejor tiempo
para hacerlo que en la Cuaresma, tiempo de especial conversión. Entonces
hagamos un buen examen de conciencia y acerquémonos al trono de la gracia.
Aunque la Iglesia lo pide solo una vez al año, para el crecimiento espiritual
viene muy bien practicar la confesión frecuente buscando siempre crecer en amor
a Dios y en la delicadeza de conciencia.
Otra preparación es revisar los horarios de los oficios en tu parroquia. Además de leerlo, ver cómo organizarse para llegar antes y prepararse bien para la celebración de los oficios. En esto ayuda mirar antes las lecturas y si es posible meditarlas. También organizarlo para que no tengas que salir corriendo después y puedas quedarte dando gracias a Dios.
La
lectura de la Pasión del Señor es también otra preparación muy buena para vivir
la Semana Santa. Ya en el Domingo de Ramos escucharemos uno de los
relatos de la Pasión de nuestro Señor, pero puede ayudar ir leyendo a lo largo
de la semana los relatos evangélicos de la Pasión. Esto es algo que se puede
hacer en familia también y así ayudar a los hijos, niños o jóvenes, a vivir en
más profundidad los misterios. Que la Semana Santa se viva no solo en la
Iglesia y en la hora del oficio, sino que llene toda la vida y toda la
casa. Es tanto lo que hizo el
Señor por nosotros, ¿cómo no le vamos a
dedicar más tiempo o buscar formas de consolarle y acompañarle?
IR A SU ENCUENTRO
El
Señor sale a nuestro encuentro, sal tú al suyo. Un momento precioso para
acompañar al Señor son los momentos que uno puede pasar junto al monumento. Al
finalizar la Misa de cena del Señor del Jueves Santo, el Santísimo Sacramento
viene reservado en un monumento, esto suele estar en una capilla lateral, y
allí permanece para nuestra adoración. Él nos invita a
acompañarle como
invitó a los apóstoles a velar y orar con Él en el huerto de Getsemaní.
Quedarnos allí en oración silenciosa hará un bien a nuestra alma, pero sobre
todo es una respuesta a la invitación del Señor.
No
olvidemos que quien más sufre con Él, más
gozará con Él. Entonces
quien mejor se prepara, más gozará en la Pascua.
No
dejemos pasar este tiempo de gracia sin aprovecharlo, tenemos que abrir el
corazón. María, Nuestra Madre, sale como intercesora nuestra, ella nos puede
ayudar a amar más a su Hijo. Ella siguió tan de cerca los sufrimientos de su
Hijo, estaba unida a Él, no le abandonó, Ella es la siempre fiel. Nosotros
cuántas veces en el sufrimiento o la oscuridad tenemos la tentación de
abandonar el camino de la Cruz, sin embargo, Ella no. E igual que estuvo al pie
de la cruz de Jesús, sufriendo y ofreciéndose al Padre junto a Él, está también
al pie de nuestra cruz, intercediendo por nosotros, alentándonos con su amor
maternal. Bajo su mirada no hay nada que temer.
Esta
Semana Santa coge el rosario, ponte muy cerca de Nuestra
Madre y pídele contemplar la
Pasión del Rey del amor a través de sus ojos y que te aumente el amor tan pobre
que tienes.
Dios
os bendiga,
Equipo
garabandal.it
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