10 horas en llegar a los poblados, una media que ronda los cero grados de temperatura, mal de altura o delincuencia y prostitución son solo algunos de los retos a enfrentar en la evangelización de La Rinconada.
En La Rinconada no hay hospitales ni hoteles. Tampoco
alcantarillado, recolección de basura o canalización suficiente del agua
corriente. No puede haberlo: es uno
de los puntos más elevados de la tierra habitados permanentemente,
superando sobradamente los 5.000 metros sobre el nivel del mar. Como
referencia, son 1.500 metros más que el Valle de las Lágrimas, donde quedó
atrapada la tripulación de La sociedad de
la nieve.
Todo el que acude o reside en La
Rinconada conoce la dificultad de vivir rozando los cero grados pero, especialmente, los riesgos
del mal de altura. Ahí se da con especial
intensidad debido a la falta de oxígeno,
con unos síntomas que abarcan desde el dolor de cabeza, fatiga o nauseas hasta
la dificultad respiratoria e incluso el coma.
Según testimonios de residentes y
visitantes, los registros civiles no abundan en esta ciudad, pero no hace falta
indagar mucho para conocer las dos fuentes de empleo más relevantes: la minería
del oro, buena parte de extracción ilegal, y la prostitución, en muchos casos
ejercida por menores, según relata el documentalista y aventurero de Lethal Crysis, Rubén Díez. Tanto es así que La
Rinconada es más conocida como La ciudad sin ley del
Perú: las ofrendas a ídolos demoníacos
como "Los abuelos" son
un precepto en la región, y aunque no necesariamente impliquen la muerte, las
ofrendas de sangre son más que rumores, según reportajes cómo este:
Evangelizar en un
lugar de estas características es difícil empezando por la misma altitud, las condiciones topográficas o la
dificultad de llegar a determinadas zonas.
Ayuda a la Iglesia Necesitada conoce bien la región, pues ha
ayudado a financiar varios proyectos de corte evangelizador.
Recientemente ha realizado una
entrevista a Giovanni Cefai, obispo de la
prelatura de Santiago Apóstol de Huancané en Perú, erigida en 2019 y sufragánea
de la arquidiócesis de Arequipa
El conjunto de la prelatura está
integrado por 200.000 habitantes y abarca un extenso territorio de selva,
montañas andinas, el lago Titicaca y la misma Rinconada, el punto más elevado
de la tierra que se encuentra habitado permanentemente por 30.000 personas.
Cefai, sacerdote maltés de la
Sociedad Misionera de San Pablo (MSSP) y primer obispo de la prelatura de Huancané,
admite sentirse "agradecido a Dios" por
su destino, donde el tiempo no le sobra.
"Muchas de
estas personas se sienten abandonadas. Por eso debemos ir hasta el último rincón del mundo para encontrar
al pueblo de Dios y decirles: `Ánimo, hermanos. Dios es misericordioso, Dios es
amor y nunca los abandonará´", cuenta el
obispo.
La Rinconada, donde la pobreza
impera por doquier pese a estar asentada literalmente sobre un yacimiento de
oro, es conocida por los múltiples cultivos de coca que "lamentablemente luego se usa para hacer cocaína".
Actualmente la diócesis se
encuentra inmersa en varios proyectos para que las personas tengan otras
fuentes de ingresos y evitar así que se dediquen "a cosas que realmente causan una tragedia ecológica, como las minas, y
también humana, como la droga. Por
ejemplo, nosotros estamos promoviendo la siembra y la cosecha de nuestro propio
café. Nuestro propósito es dar los primeros pasos para producir y elaborar lo
que llamaremos `el café del fraile´".
Entre los muchos retos para la
evangelización, el obispo agrega a la altura o la explotación laboral la misma
barrera del idioma, ya que muchos fieles y residentes hablan, además de en
español, en quechua o aimara.
También se refiere a la misma
escasez, pues afirma estar "empezando desde
cero. Nos faltan aulas, colegios, capillas, casas para que sacerdotes vivan
dignamente… pero
el misionero nunca deja de soñar, nunca deja de esperar. Pone su esperanza en
Dios y también en los bienhechores".
Según datos del Vaticano al
erigir la prelatura en 2019, tiene cerca de 19.000 kilómetros
cuadrados de extensión y una población de unas 200.0000
personas, que hoy cuentan con apenas 20 parroquias, 16 sacerdotes diocesanos
(13 en 2019) y 4 seminaristas, además de unas pocas religiosas.
"Se trata de
una misión que supone mucho desgaste y esfuerzo, ya que
las comunidades se encuentran en lugares muy distantes. Se tarda 10 horas en llegar a
algunos poblados. Pero gracias al Señor, aquí aún se conserva
una fe popular y mucha gente experimenta el hambre y la sed de Dios", asegura el obispo.
Pese a su optimismo, no oculta la
necesidad de misioneros y "personas que estén dispuestas a renunciar a lo
material. Creo que esto es la Iglesia; ser misionero que no conoce fronteras,
como dice san Pablo: a pesar del cansancio, a pesar
de los viajes, uno está preparado para todo. Ser misionero es bello. No tiene sentido que yo viva cómodo con mi fe; la fe es bella cuando la comparto con los demás".
Concluye recordando que existe
otra forma de ser misionero "desde casa",
y es "orando y apoyando".
"Solo me queda
animarlos y dar las gracias: gracias por ser parte de nuestra misión, gracias
por unirse con sus oraciones y apoyo. Les digo desde aquí: vengan, sean parte de esta
misión, únase y que Dios les bendiga", se despide.
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