Teorías sobre sus motivaciones y causas basada en en libro Dar sentido a las Misiones Suicidas escrito por Diego Gambetta.
Fuente: Zenit.org
Las bombas en los transportes de Londres de hace dos semanas levantaron una
nueva serie de comentarios sobre las causas del aumento de ataques terroristas
en los últimos años, sobre todo los llevados a cabo por creyentes islámicos. Un
libro publicado en Inglaterra poco antes de los ataques del 7 de julio
proporciona una visión útil sobre el tema.
El libro, «Making Sense of Suicide Missions» (Dar
Sentido a las Misiones Suicidas), está escrito por Diego Gambetta y publicado
por Oxford University Press. Tiene capítulos que van de los Tigres Tamiles de
Sri Lanka a la situación de Oriente Medio y una mirada a Al-Qaeda.
El capítulo de Jon Elster, profesor de la
Universidad de Columbia, considera el papel de las motivaciones y creencias en
las misiones suicidas. Afirma que la disponibilidad a sacrificar la propia vida
en tal misión no es irracional en sí misma. De hecho, los terroristas suicidas
raramente están sujetos a una motivación patológica o suicida, indica.
Observa que algunos factores psicológicos contribuyen a la motivación de los
terroristas suicidas. La presión de los demás y el deseo de ser bien
considerado por otros pueden jugar su papel en la motivación. Igualmente, en el
caso de los terroristas palestinos, los organizadores del grupo hacen presión psicológica
sobre ellos en los días anteriores a un ataque. Esto los induce a un estado
mental que les hace más fácil dar sus vidas.
Una motivación que es tema de debate es el deseo de alcanzar un más allá
religioso. El Corán, observa Elster, no contiene
una clara prohibición del suicidio. Pero la tradición profética lo prohíbe. Elster sostiene que actualmente, en la práctica,
parece ampliamente aceptada la legitimación religiosa del suicidio, incluso
aunque siga siendo motivo de controversia.
El profesor de Columbia afirma además que hace algunos años se asumió que los
terroristas suicidas eran varones jóvenes, solteros, desempleados, a quienes un
movimiento religioso les llenaba un vacío en sus vidas. Pero los datos más
recientes revelan que la pobreza y el analfabetismo no está claro que sean
factores causales. Más relevantes, sostiene Elster,
son los sentimientos de inferioridad y resentimiento. Muchos de los terroristas
vienen de países donde la pobreza es un problema, pero esto en sí mismo no es
suficiente para conducir al terrorismo, afirma.
ELEMENTOS COMUNES
En otro capítulo, Diego Gambetta, profesor en el Nuffield College de
Oxford, observa que las misiones suicidas muestran tal diversidad de rasgos que
la búsqueda de una explicación o patrón global puede parecer vana. Hay, sin
embargo, elementos comunes.
Entre éstos está la importancia del respaldo de una organización. Observaba que
todas las misiones suicidas se han decidido y ejecutado con el apoyo de una
organización. Con todo, ninguna de las organizaciones implicadas confía en
exclusiva en misiones suicidas, por lo que es un error centrarse únicamente en
estos ataques para analizar estas organizaciones. Además, las misiones suicidas
son realizadas por la parte más débil en un conflicto.
Gambetta observa más adelante que, aunque ninguna otra religión a parte del
Islam está implicada directamente en las misiones suicidas, las misiones de
inspiración islámica suman sólo el 34,6% de los ataques llevados a cabo entre
1981 y septiembre de 2003.
El profesor de Oxford también subraya que las misiones suicidas son utilizadas
sobre todo contra las democracias. Esto refleja el hecho de que las democracias
son más sensibles a los costes que implican estos ataques. Asimismo, las
democracias tienden a refrenarse en su respuesta a la comunidad de donde
proceden los ataques. Luego con la existencia también de medios de comunicación
libres, los ataques reciben amplia publicidad.
Gambetta insiste en que los suicidas mismos pueden considerarse «altruistas», en el sentido de que creen que
sacrificar sus vidas fomentará los intereses de un grupo o de una causa con la
que se identifican.
LA VIDA SENCILLA
El terrorismo de base islámica fue examinado en el año 2003 en el libro
de Jessica Stern, «Terror
in the Name of God» (Terror en el Nombre de Dios). Stern, profesora en la Escuela Kennedy de Política
en la Universidad de Harvard, pasó cuatro años entrevistando a miembros de
grupos extremistas tanto cristianos y judíos como musulmanes.
En sus entrevistas, Stern descubrió que los
terroristas se motivan con la convicción de que están creando un mundo más
perfecto, purificándolo de la injusticia. También observaba que la gente tiende
a unirse a las organizaciones terroristas en parte para transformarse a sí
mismos y para simplificar sus vidas. Y puesto que están convencidos de que su
causa es justa, se convencen a sí mismos de que cualquier actuación está
permitida.
Stern comparaba el terrorismo con una suerte de virus, que se extiende como
resultado de factores de riesgo a diversos niveles. Sin embargo es más complejo
de lo que la analogía podría implicar, afirmaba. Las mismas variables que
llevan a algunos al terrorismo pueden motivar a otros a actos positivos y
buenos. A continuación, algunos de los factores de riesgo:
-- A nivel global los avances en la comunicación han facilitado mucho la
coordinación necesaria para una red mundial. Las organizaciones terroristas
pueden reclutar y gestionar sus economías a través de internet. Y efectúan sus
ataques de manera que se maximice la cobertura de los medios.
-- Los campos de refugiados, las malas vecindades y los estados fallidos son
invernaderos de rabia y extremismo, así como de crimen.
-- La incapacidad de los gobiernos de proporcionar servicios básicos o de
proteger de las violaciones de los derechos humanos dañan la capacidad del
estado de luchar contra las organizaciones extremistas. Esto puede generar una
situación donde la violencia genere más violencia.
-- Los terroristas son inteligentes a la hora de explotar las necesidades de
los pobres y de los ignorantes, que más tarde servirán como soldados de a pie
para las organizaciones. Por ejemplo, la práctica de proporcionar compensación
a las familias de aquellos que mueren en Indonesia, Pakistán y los territorios palestinos
hace a las organizaciones más atractivas para los pobres.
-- La humillación es otro factor. A nivel nacional, la violencia es vista como
la respuesta a la humillación percibida a manos de Occidente. A nivel personal,
algunos terroristas ven sus acciones como una forma de curar las heridas de una
humillación personal.
POR QUÉ UN SEMILLERO
Stern también analiza por qué los
países musulmanes producen tantos terroristas que atacan objetivos
occidentales. Un factor que ella identifica es el resentimiento por el apoyo de
Estados Unidos a Israel. Además, observa que, siendo la mayor parte regímenes
autoritarios, los países de Oriente Medio han tomado medidas estrictas para
suprimir el terrorismo, llevando a los extremistas a considerar objetivos más vulnerables.
Además, algunos estados de Oriente Medio sufren de una falta de buen gobierno,
donde la combinación de economías estancadas, corrupción, amiguismos y
organizaciones religiosas extremistas proporcionan un sustrato de cultivo
fértil para reclutar a potenciales terroristas.
Combinado con esto está la habilidad de la organización Al-Qaeda. Esta organización terrorista ha sabido combinar la
explotación de estos agravios con una sofisticada estructura, una cuidadosa
planificación y un diestro uso de los medios modernos de comunicación y
financiación.
En su mensaje con motivo del Ángelus del domingo posterior a los atentados del
7 de julio, Benedicto XVI expresaba su dolor por las víctimas de las
explosiones de Londres. También tenía palabras para los terroristas implicados:
«Recemos también por los terroristas, para que el
Señor toque sus corazones». El Papa invitaba a quienes fomentan
sentimientos de odio a que cesaran. «Dios ama la
vida, que ha creado, no la muerte», afirmaba. Un mensaje que todos esperamos
que alcance su objetivo.
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