A lo largo de un camino largo, salvaje y agotador, un hombre caminaba con su perro. Caminaba y caminaba, estaba cansado, el perro también estaba cansado.
De
repente ante él, ¡un oasis! Hermosas
puertas, detrás de la cerca - música, flores, el murmullo de un arroyo, en
resumen, descanso.
-
¿Qué es esto? - preguntó el viajero al portero.
- Este es el cielo, ya has muerto y ahora puedes entrar y descansar de
verdad.
-
¿Hay agua allí?
- Cuanto quieras: fuentes limpias, piscinas frescas...
-
¿Dan algo para comer?
- Todo lo que quieras.
-
Pero tengo un perro conmigo.
- Lo siento señor, no se admiten perros. Tendrás que
dejarlo aquí.
Y el
viajero pasó de largo... Después de un tiempo, el camino lo llevó a una granja.
También había un portero en la puerta.
-
Tengo sed - pidió el viajero.
- Entra, hay un pozo en el patio.
-
¿Y mi perro?
- Verás un bebedero junto al pozo.
-
¿Y para comer?
- Puedo invitarte a cenar.
-
¿Y el perro?
- Se encontrará un hueso.
-
¿Qué lugar es este?
- Este es el cielo.
-
¿Cómo es posible? El portero en el palacio cercano me dijo que el cielo está
allí.
- Él miente todo. Ese es el infierno.
-
¿Cómo lo soportan ustedes en el cielo?
- Nos es muy útil. Solo llegan al cielo aquellos que no abandonan a sus
amigos.
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