Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé. Que persevere siempre en tu amor. Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar, y en la hora de mi muerte. Que no permitas que jamás me aparte de Ti. Que sepa padecer con resignación por Ti. Que no me preocupe sino de amarte. Que ame también a mis prójimos. Que ame mucho a los pecadores. Que ame mucho a los pobres y a los enfermos. Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas del Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.
Que
ampares a tu Iglesia. Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra. A
los Prelados y a los Sacerdotes. A los Religiosos y Religiosas. A los que
mandan en tu nombre. A los que gobiernan nuestra nación. A nuestra querida
patria. A mis amados parientes y allegados. Que pagues a mis bienhechores. Que
favorezcas a los que ruegan por mí. Que bendigas a los que me miren con
indiferencia y no me quieran. Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte. Que me
concedas una muerte santa. Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Que me lleves al cielo cuando muera. Amén.
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