Si al pensar en el mal prescindimos de Dios, ¿se soluciona el problema?
Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net
Para muchos el escándalo del mal pone en serios problemas a Dios. Porque, según
un dicho muy antiguo, o puede quitarlo y no quiere, o no puede y entonces, ¿qué tipo de Dios sería?
Si al pensar en el mal
prescindimos de Dios, ¿se soluciona el problema?
¿Dejaría lo malo de ser tan escandaloso? Según algunos sí: sin Dios el
mal podría ser comprendido de modo más adecuado, aunque ello no consuele a
muchas víctimas.
Incluso el mismo hecho de pensar
en el mal, ¿no sería algo equivocado? Si
Dios no existe, el mundo se explicaría por sí mismo. En esa perspectiva, “el mal” sería algo inevitable, incluso un dato
básico para la existencia del hombre y de las cosas.
Esa “solución”
deja cabos sin atar. En primer lugar, porque para muchos el mal no
debería existir, o al menos aquellos males provocados por culpa de los seres
humanos.
En segundo lugar, porque si el
mal es algo “inevitable”, el problema está
en nuestra rebeldía e inconformidad ante el mismo. Entonces, la madre que llora
por la muerte de su hijo, ¿debería aceptar lo
inevitable y así lograría vivir con más serenidad?
¿Basta una
respuesta así? ¿Queda satisfecha la mente humana si decimos que Hitler, Stalin
y Mao fueron parte necesaria de un proceso cósmico necesario, donde no hay
ningún Dios que dé esperanza de justicia a las víctimas?
El tema del mal y de las “responsabilidades” de Dios ante el mismo está
unido, de un modo inevitable, al deseo de justicia que radica en el corazón de
casi todos los seres humanos. Porque, como ha sido dicho varias veces, si negamos
que exista Dios no habría nunca completa justicia para millones de inocentes.
Dios y el mal: el tema sigue abierto para muchos, aunque en el pasado ha
habido respuestas profundas y atrevidas, como las de Agustín de Hipona o Tomás
de Aquino.
El tema llega también a nuestra
generación. Necesitamos luz y seriedad para avanzar, aunque sea un poco, hacia
respuestas que no sólo sean correctas, sino que lleven paz y consuelo a tantos
seres humanos hambrientos de justicia y de esperanza.
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