EN LA TRAVESÍA DEL AMOR PROPIO, SANAR LAS HERIDAS DE NUESTRA NIÑEZ ES EL PRIMER PASO HACIA LA PLENITUD Y LA FORTALEZA INTERIOR.
Cada acto
de autocuidado es un puente que nos acerca a la realización personal y a una
vida más plena.
Como el
sol que emerge tras la tormenta, el amor propio florece cuando dedicamos el
primer acto a sanar las heridas de nuestra niñez. En cada paso hacia la
curación, encontramos la luz que guía nuestro viaje hacia la auténtica
felicidad.
La senda
del amor propio comienza con la valiente decisión de sanar las heridas que
llevamos desde la niñez. En este viaje de autodescubrimiento, cada intento de
curación es un testimonio de nuestra fuerza interior y la promesa de un mañana
más radiante
María del Carmen
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