TODO LO QUE DEBES SABER DE UNA SOCIEDAD CONDENADA POR LA IGLESIA
En España hay presencia masónica en numerosas
ciudades
Desde el siglo
XVIII hasta hoy la masonería y la Iglesia Católica han sido enemigos acérrimos. Pocos
años después del surgimiento de las primeras logias, el Magisterio pontificio
ya alertó de estas sociedades que querían socavar la civilización creada por el
cristianismo en todos los órdenes: religioso, moral y político. Desde
entonces todos los papas han mantenido estas enseñanzas que muestran por qué un
católico no puede ser masón.
TODO
LO QUE DEBES SABER SOBRE LA MASONERÍA
¿QUÉ
ES LA MASONERÍA?
“Asociación
universalmente extendida, originariamente secreta, cuyos miembros forman
una hermandad iniciática y jerarquizada, organizada en logias, de
ideología racionalista y carácter filantrópico”. Así define la Real Academia Española de la Lengua la masonería, aunque
tras esa definición sobre estas sociedades secretas nacidas en el siglo XVIII y
muy activas todavía en el siglo XXI hay mucho más que decir.
Maurice Caillet, exmasón que se convirtió al
catolicismo, relata en Yo fui masón (Libros Libres)
que en la masonería hay distintas obediencias en las que están organizadas las
logias. Se organiza en distintos grados en los que los miembros van siendo
iniciados, desconociendo lo que hay por encima de ellos. Caillet recuerda que “la masonería parte de una formación esotérica, secreta y
sólo impartida a los iniciados en función de su grado, cuya finalidad es
revelar progresivamente los misterios que esconderían los dirigentes de la
religión esotérica”.
Más allá de los grados iniciales,
Caillet desvela “una segunda estructura iniciática,
mucho menos conocida, sino ignorada por los profanos, es decir, los no
iniciados, y curiosamente, ¡hasta por algunos iniciados! Se trata de los talleres de
perfeccionamiento, compartimentados en cuatro niveles estancos que van del 4º
al 33º grado, según
ciertos ritos. No hay comunicación entre los talleres superiores y los
inferiores. El paso de un nivel a otro se hace por cooptación, y la gestión de
esta pirámide corresponde a un colegio de grandes iniciados, desconocidos para
los masones de base y aún más para la prensa, que preside un Gran Comendador
elegido de por vida”.
Para conocer la realidad más
oculta de estas logias, Caillet rescata las palabras de uno de estos grandes
comendadores, como fue Albert Pike,
que dijo: “Lucifer, el Dios de la Luz y el Bien, lucha por la
humanidad contra Adonai, Dios de la Oscuridad y del Mal”. Sin
embargo, muchos masones poco iniciados ni siquiera son conscientes de esta
realidad satánica que hay en los ritos masónicos.
En todas sus obediencias, la
masonería “propone una filosofía humanista, preocupada ante todo del hombre y
consagrada a la búsqueda de la verdad, aun afirmando que ésta es
inaccesible. Rechaza todo dogma y sostiene el
relativismo, que coloca a todas las religiones en un mismo plano, mientras que desde 1723, en
las Constituciones de Anderson, ella se erige a sí misma en un plano superior,
como ‘centro de unión’. De ahí se deduce un relativismo moral: ninguna norma
moral tiene en sí misma un origen divino y, en consecuencia, definitivo,
intangible”. El hombre se sitúa en el lugar de Dios, a pesar de hablar
de un “gran arquitecto”, en realidad no se
refiere al Dios de los cristianos.
Todos los rituales masónicos
juegan, a ojos de los iniciados -explica Caillet- “con el
señuelo del conocimiento de una
pretendida tradición primordial prehistórica y de una luz que, en el mejor de
los casos, consistiría en un mejor conocimiento de sí mismo por parte del
iniciado, en esa especie de psicodrama que son las iniciaciones, pero que en
ningún caso sería la luz de la transfiguración del Señor en el Monte Tabor…”.
Este Gran Arquitecto sería una
especie de “Dios abstracto” pero como una
especie de “creador-maestro relojero” y al
que como mucho se le pide que “no intervenga en los asuntos
de los hombres”.
En definitiva, Caillet insiste en
que “la masonería es un resurgimiento de la gnosis, herejía ya
condenada por San Ireneo en el siglo II. La gnosis trata siempre de pervertir
la verdad de la fe cristiana mediante la introducción de filosofías y de
símbolos cristianos”.
¿QUÉ
DICE LA IGLESIA SOBRE LA MASONERÍA?
En noviembre de 2023, la Santa
Sede, a través del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, se ha manifestado
nuevamente contra la masonería, siendo ya más de 600 las menciones contra estas
sociedades secretas, las manifestadas por la Iglesia en los últimos siglos. En
el escrito enviado a un obispo filipino preocupado por la continua afiliación
de fieles católicos a la masonería se recordaba el amplio Magisterio al
respecto: "La pertenencia activa de un fiel a la
masonería está prohibida, debido a la incompatibilidad entre la doctrina
católica y la masonería".
"Quienes
formal y conscientemente sean miembros de logias masónicas y hayan abrazado los
principios masónicos, quedan
comprendidos en las disposiciones presentes en la citada Declaración.
Estas medidas se aplican también a cualquier eclesiástico registrado en la
masonería", explicaba el prefecto, el
cardenal Víctor Manuel Fernández, que se refería a la nota firmada en 1983 por
el entonces prefecto, el cardenal Ratzinger.
En aquella declaración de 1983,
Ratzinger respondía a las dudas generadas porque en el nuevo Código de Derecho
no se mencionaba expresamente la condena a la masonería, como si aparecía en el
anterior de 1917, donde aparecía: "Personas
que entran en asociaciones de la secta masónica o cualquier otra del mismo tipo
que conspire contra la Iglesia y la autoridad civil legítima, contraen excomunión simplemente reservada a
la Sede Apostólica”.
Esto decía el que después fuera
Benedicto XVI: “No ha cambiado el juicio negativo
de la Iglesia respecto de las asociaciones masónicas, porque sus principios
siempre han sido considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia; en
consecuencia, la afiliación a las
mismas sigue prohibida por la Iglesia. Los fieles que pertenezcan a
asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden
acercarse a la santa comunión”.
Ya desde los inicios de la
masonería, la Iglesia se ha manifestado en contra de estas sociedades secretas
y de cariz anticristiano, siendo numerosos los escritos de Papas alertando al
respecto. Pocas cuestiones han
sido tan tratadas por el Magisterio pontificio y condenadas por los Santos
Padres en los últimos siglos como la masonería.
El 28 de abril de 1738, pocos
años después de la fundación de la masonería y cuando en Francia no tenía más
de 400 miembros, de manera profética el papa Clemente XII publicaba la bula In eminenti, en la cual
condenaba la masonería y prohibía la doble militancia, lo que sería confirmado
posteriormente por todos los Papas hasta el día de hoy.
“Ordenamos muy
estrictamente y en virtud de santa obediencia, a todos los fieles de cualquier
estado, grado, condición, orden, dignidad o preeminencia, ya sean clericales o
laicos, seculares o regulares, incluso aquellos que tienen derecho a una
mención específica e individual, que nadie, bajo ningún pretexto o por ningún motivo, se atreverá o presumirá
de ingresar, propagar o apoyar estas sociedades antes mencionadas de Liberi
Muratori o Francs Massons, o como sea que se llamen, o recibirlas
en sus casas o viviendas o para ocultarlos, inscribirse entre ellos, unirse a
ellos, estar presente con ellos, darles poder o permiso para que se reúnan en
otro lugar, ayudarlos en cualquier forma, darles de cualquier manera consejo,
estímulo o apoyo, ya sea abiertamente o en secreto, directa o indirectamente,
por sí o por medio de otros”, explicaba el Papa.
Posteriormente, hubo otros documentos pontificios
que condenaban directamente la masonería:
-Ecclesiam a Jesu Christo,
del papa Pío VII (1821).
-Quo graviora, del papa
León XII (1826)
-Mirari Vos, del papa
Gregorio XVI (1832)
-Multiplices inter, del
papa Pío IX (1865)
-Humanum genus, del papa
León XIII (1884)
-Vehementer nos, del papa
Pío X (1906).
Sin embargo, otros muchos
documentos papales también han hecho mención a la masonería como algo
reprobable e incompatible con la Iglesia Católica: Providas romanorum,
Benedicto XIV (1751); Traditi Humilitati,
de Pío VIII (1829); Qui pluribus (1846), Quibus
quantisque malis (1849), Quanta cura (1864), Apostolicæ Sedis (1869)
y Etsi multa (1873),
todas ellas de Pío IX; Etsi Nos (1882) Officio
sanctissimo (1887), Ab Apostolici (1890), Custodi di quella fede (1892), Inimica vis (1892), Praeclara Gratulationis Publicae (1894) y Vigesimo
quinto anno (1902), de León
XIII.
¿QUÉ
ASPECTOS HACEN INCOMPATIBLE LA MASONERÍA Y EL CRISTIANISMO?
León XIII fue el papa qué más
directamente profundizó en los males de la masonería, lo que dejó muy patente
en la encíclica Humanum Genus (1884), donde desgranaba la realidad de la
masonería. Estos son los puntos centrales que resume Corazones.org:
-El fin de la Masonería es derrocar
todo el orden religioso y político del mundo que ha producido
la enseñanza cristiana y sustituirlo por un nuevo orden de acuerdo a sus ideas.
-Sus ideas proceden de un mero
"naturalismo". La doctrina fundamental del naturalismo es
que la naturaleza y la razón humana deben ser dueñas y guías de todo.
-La Masonería reclama ser la
religión "natural" del hombre. Por eso dice tener su
origen en el comienzo de la historia.
-El concepto masón de Dios es
opuesto al de la Iglesia Católica. No
aceptan de Dios sino un conocimiento puramente filosófico y natural. (Dios es
entonces imagen del hombre. Por eso no tienen una clara distinción entre el
espíritu inmortal del hombre y Dios).
-Niegan que Dios haya enseñado
algo.
-No aceptan los dogmas de la
religión ni la verdad que no puede ser entendida por la
inteligencia humana.
-Poco les importa los deberes
para con Dios. Los pervierten con opiniones erradas y vagas.
-La Masonería promulga
un sincretismo que mezcla desde los misterios de la cábala del
antiguo oriente hasta las manipulaciones tecnológicas del modernismo
occidental.
-El emblema masónico del compás y
el cuadrante son símbolos de un racionalismo que
pretende identificarse con todo lo que es "natural".
-Su calendario numera los
"Años de Luz" (del
primer día de la creación o "Años
del Mundo".
-Enseña que la Iglesia Católica
es una secta.
-Su oposición a la Iglesia
Católica antecede a la oposición de la Iglesia contra ella.
-¿POR
QUÉ UN CATÓLICO NO PUEDE SER MASÓN? ARGUMENTOS CONTRA LA DOBLE MILITANCIA.
Un católico no
puede ser masón. No puede haber doble militancia. Desde
la primera bula de Clemente XII en el siglo XVIII hasta las últimas
declaraciones en el siglo XXI se ha insistido en la imposibilidad esta doble
militancia, bajo pena de excomunión y de acceso a los sacramentos. “Sus principios (de la masonería) siempre han sido
considerados irreconciliables con la doctrina de la Iglesia, y la inscripción
en estas asociaciones permanece prohibida por la Iglesia”, dijo el
prefecto Ratzinger, con la aprobación de San Juan Pablo II en 1983.
La concepción de Dios, del hombre
y de la moral son diametralmente opuestas y enfrentadas entre ambas. Serge
Abad-Gallardo, un exmiembro de la masonería convertido al catolicismo,
explicaba en su libro Por qué dejé de ser masón (Libros Libres) esta sociedad secreta desde
dentro y por qué tanto en la teoría como en la práctica es incompatible con los
principios cristianos. En el libro habla de algunas de ellas.
De este modo, explica que “el relativismo está en el fundamento mismo de la masonería”,
pues “los masones niegan la posibilidad de un
conocimiento objetivo de la verdad”. Según explica, “al masón se le pide ser un hombre libre, que no conozca
sumisión alguna a dogma alguno”, lo que implica su rechazo total a la
Iglesia Católica, donde existen grandes e importantes dogmas de fe.
El que fuera Gran Maestre del
Gran Oriente de Francia, Paul Gourdeau, justificaba el rechazo a toda ley
natural hablando del “combate” entre
masonería y cultura cristiana. “Lo que es
importante que comprendamos hoy es que el combate que se libra actualmente
condiciona el porvenir, más todavía, el devenir de la sociedad. Reposa
sobre el equilibrio de dos culturas: la una fundada sobre el Evangelio y la
otra sobre la tradición histórica de un humanismo republicano. Y estas dos
culturas son fundamentalmente opuestas: o la Verdad es intangible y revelada por un Dios en el origen
de todas las cosas, o se encuentra fundamentalmente en las construcciones del
hombre”, afirmaba este líder masón reconociendo desde la propia
masonería su “combate” contra el
cristianismo.
Abad-Gallardo revelaba además
que “el masón sostiene el primado de la autonomía de la
razón por encima de toda verdad revelada”. Rechaza, por tanto, la propia idea de revelación,
pues la masonería propugna que “cada uno juzga por
sí mismo la verdad, esto es, tiene su propia norma”, quedando así a
merced de las distintas ideologías.
Por otro lado, este exmasón
señala que “sosteniendo el primado de la autonomía
de la razón sobre toda verdad revelada, el hombre pretende perfeccionarse
apoyándose sobre su poder autocreador. Según la ‘filosofía’ masónica, el hombre no
tiene necesidad de salvación”,
lo que contrasta frontalmente con el cristianismo.
En el plano de la ética, las
diferencias -según Abad-Gallardo- son también notables. “Para el masón, las reglas morales son llamadas a evolucionar sin fin
bajo la presión de la opinión pública y el progreso de la ciencia. La moral evoluciona de acuerdo con el consenso
de las sociedades”, añade. De ahí que la masonería haya
apoyado el divorcio, el mal llamado matrimonio homosexual, el aborto o la
eutanasia, entre otras cuestiones.
En definitiva, el carácter
secreto de la organización, el juramento que garantizaba ese carácter oculto de
sus actividades y los complots perturbadores que la masonería llevaba a cabo en
contra de la Iglesia y los legítimos poderes civiles, hacen incompatible esta
doble militancia pues la Iglesia es luz, no puede ocultarse en lo secreto.
¿EN
LA MASONERÍA SE DA CULTO A LUCIFER?
El testimonio de muchos masones
que han dejado las logias es claro. En la masonería, especialmente en los
grados más altos, se da culto a Lucifer, aunque muchos miembros no sean en
realidad consciente de ello.
Según afirma el exmasón Serge
Abad-Gallardo, entre la masonería y el demonio "hay
una relación pero no es tan directa. La mayoría de los masones ni se dan cuenta de
la influencia del demonio en los rituales masónicos. Ellos piensan, con todo la
intención posible que están trabajando por la 'Felicidad de la Humanidad' o por
el 'Progreso de la Humanidad'". Es decir, “no
hay un culto al diablo abiertamente, pero se decora con palabras. Este exmasón
cree que "puede que haya algunos, aunque pocos, que tengan clara esta
relación con el demonio y que cumplen estos ritos sabiendo perfectamente lo que
están haciendo. Pero, según mi experiencia, la mayoría de ellos no se dan ni
cuenta", "no hay que olvidar que el demonio es el 'padre de la
mentira'".
El historiador Alberto Bárcena,
en el libro Iglesia y masonería (San
Román), afirma que en el ritual de iniciación en el grado 29 según el rito
Antiguo y Aceptado "el Baphomet, dios
andrógino, penetra en el templo (de la logia) llevado por el Vigilante Primero
y por el Segundo, o sea, por las dos máximas autoridades después del Venerable
Maestro. Es paseando en forma circular por la logia siguiendo las agujas del
reloj. A su paso se rinde veneración (genuflexión de la pierna izquierda).
Baphomet queda situado en el centro de la logia mirando hacia Oriente y hasta
allí es conducido el candidato con los ojos vendados. Cuando está frente a él,
se le quita la venda. De modo que en este momento de su recorrido
iniciático el masón se encuentra cara a cara con esta representación del
`Portador de la Luz´".
Prosigue explicando que el masón
iniciado en el rito 29 debe "ahora escoger
entre la cruz cristiana, 'símbolo de muerte y destrucción' y la de 'la Luz y la
Vida', en forma de X, asociada a Baphomet, dios de la Luz". "La elección se manifiesta 'pisando la cruz (cristiana) con el pie
izquierdo y con el derecho en este orden'. (...) A continuación, el candidato recita la fórmula del
juramento 'con los brazos en forma de X sobre el pecho, el derecho sobre el
izquierdo'", añade.
Bárcena subraya cómo lo
luciferino ha estado presente en la masonería desde el principio. "Ya en la leyenda de Hirán Abif, el gran maestro y
referente de su gnosis, este recibió el conocimiento directamente de Tubalcaín
que le revela ser él -el propio Hirán- el `último descendiente de Caín, último
príncipe de la sangre de la línea del Ángel de la Luz (Lucifer = Portador de la
Luz)´; Hirán descendía del demonio. De modo que al final de la cadena, de todo
ese proceso iniciático, el masón llegará a poseer la luz luciferina; de ahí
procede ese conocimiento oculto y celosamente preservado y transmitido, según
la masonería; desde Adán hasta el siglo XVIII, aquellos respetables clérigos
ingleses lo rescataron para transmitirlo a las nuevas generaciones de la
hermandad masónica".
Por su parte, el
historiador Ricardo de la Cierva mostró en su libro Masonería, Satanismo y Exorcismo (Fénix) la clara conexión del satanismo con los
masones de grado 33, el más elevado de esta sociedad secreta. De la Cierva
señalaba que “no todos los masones son satánicos o
diabólicos, pero todos los satánicos son masones”.
De la Cierva accedió a los
testimonios de varios masones que fueron en su momento grado 33 y que por lo
tanto tuvieron una información vivencial de primera mano. Uno de ellos, Jim
Shaw, señalaba que “participó en una ceremonia
masónica, llamada comunión negra, en el templo de rito escocés de Florida.
Los participantes de la misma eran requeridos para referirse a Jesús como
apóstol de la humanidad lo cual no está precisamente inspirado por la
divinidad. Entonces, llegaron a burlarse de Jesús, practicando una extraña
ceremonia negra”.
¿ES
EL “GRAN ARQUITECTO” DIOS PARA LOS MASONES?
El exmasón Serge Abad-Gallardo
recuerda que "la masonería aleja de Cristo.
Porque aunque se trata de Jesucristo en el grado 18 de los Altos Grados
masónicos, éste no tiene nada que ver con el Jesucristo de la Iglesia Católica
ya que se refiere a cualquier sabio o filósofo"; insiste. Además
precisa que "hay masones que van todavía más lejos en esta
blasfemia ya que quitan toda forma de divinidad a Cristo y dicen que él fue el
primer masón, un hombre iniciado. Se apoyan en el hecho de que José y
Jesús fueron carpinteros. Y que la palabra 'carpintero' es la etimología de 'architecto'
y todos los masones, sobre todo en los Altos Grados son Gran Arquitecto".
En esta idea insiste en que "en la masonería creen en el 'Gran arquitecto del Universo', que
quieren hacer pasar por el Dios del catolicismo, pero que no es así. A veces consiguen engañar a los católicos diciendo
que ser masón y católico es compatible por esta referencia a Cristo".
De este modo, alerta el padre
Juan García Inza, el “Gran Arquitecto del Universo”
no se identifica con el Dios-persona de los cristianos, sino que se
refiere a una inteligencia divina no necesariamente distinta del cosmos y de la
humanidad, o sea, es “la colectividad de estos
seres individuales, considerada en su conjunto”. La visión masónica del
Gran Arquitecto del Universo es irreconciliable con el Dios-persona de la
revelación cristiana.
Así, para la
Masonería, Jesús no es Dios, sino más bien un personaje más de la larga
historia de los iniciados que trazaron el camino que la humanidad debe seguir para alcanzar su progresiva emancipación y
encontrar su dignidad. El masón Guido Francocci, en su libro La
Masonería, en sus valores históricos e ideales, escribe: “Rama, Zaratustra, Krishna, Buda, Hermes, Orfeo,
Pitágoras, Platón, Lao Tse, Confucio, Moisés, Jesús, Mahoma dieron su palabra
al mundo tomándola de las enseñanzas iniciáticas de los más remotos misterios”.
Para la doctrina masónica Cristo es considerado solo un gran iniciado, a
la altura de Moisés o incluso a la altura de una figura mitológica como la de
Orfeo.
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