El Papa Francisco recibió a los participantes en la
Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos, 2019 | © VaticanNews
Francisco a la Congregación del Culto: «La Liturgia no puede reducirse a
gustos, recetas y corrientes»
El Papa Francisco recibió a
los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en la sala adyacente al Aula Pablo
VI.
(Agencias) El papa Francisco recibió hoy,
jueves 14 de febrero, en la sala adyacente al Aula Pablo VI, a los miembros,
colaboradores y asesores de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos reunidos en Roma, en su Asamblea Plenaria denominada: La formación litúrgica del Pueblo de Dios.
En su discurso, el Santo Padre comenzó
recordando que transcurrieron cincuenta años desde la institución, por el papa
san Pablo VI de la entonces Congregación para el Culto Divino, para dar forma a
la renovación deseada por el Concilio Vaticano II, señalando que «la tradición de oración de la Iglesia necesitaba
expresiones renovadas, sin perder nada de su riqueza milenaria, al contrario,
redescubriendo los tesoros de sus orígenes».
Siguieron más adelante,
enumeró el pontífice: «el Motu proprio Mysterii
paschalis sobre el calendario romano y el año litúrgico (14 de febrero de 1969)
y la Constitución Apostólica Missale Romanum (3 de abril de 1969), con la que
el Santo Padre promulgaba el Misal Romano. En el mismo año vieron la luz el
Ordo Missae y varios otros Ordo, entre los cuales el del bautismo de los niños,
el del matrimonio y el de las exequias. Eran los primeros pasos de un camino
por el que continuar con sabia constancia».
HAY QUE CAMBIAR TAMBIÉN LOS CORAZONES
Advirtió sin embargo Francisco
que «no
basta con cambiar los libros litúrgicos para mejorar la calidad de la liturgia.
Hacer esto solamente sería un engaño. Para que la vida sea verdaderamente una
alabanza agradable Dios, es ciertamente necesario cambiar el corazón».
El pontífice destacó
seguidamente el «espíritu de cooperación, diálogo y
sinodalidad» entre las Conferencias Episcopales y el Dicasterio de la
Sede Apostólica «que ejerce la tarea de promover la
liturgia sagrada».
En el camino de la
colaboración mutua, el pontífice señaló además «el
desafío de la formación», que justamente es el objeto específico de la
reflexión de la presente Asamblea Plenaria: «La
formación litúrgica del Pueblo de Dios».
En este punto Francisco
consideró «precioso» el título de su Asamblea ya que «la tarea que nos espera
es esencialmente difundir en el Pueblo de Dios el esplendor del misterio
viviente del Señor, manifestado en la liturgia» y añadió: «Hablar de
formación litúrgica del Pueblo de Dios significa, ante todo, tomar conciencia
del papel insustituible que desempeña la liturgia en la Iglesia y para la
Iglesia. Y luego, ayudar concretamente al Pueblo de Dios a interiorizar
mejor la oración de la Iglesia, a amarla como una experiencia de encuentro con
el Señor y con los hermanos y, a la luz de esto, a redescubrir su contenido y
observar sus ritos».
Al mismo tiempo el pontífice
advirtió que «la formación litúrgica no puede
limitarse simplemente a brindar conocimientos, -esto es un error- aunque sean
necesarios, sobre libros litúrgicos, ni siquiera a la defensa del cumplimiento
debido de las disciplinas rituales».
«Para que la
liturgia cumpla su función formativa y transformadora, explicó el Papa, es
necesario que los pastores y los laicos sean introducidos a la comprensión del
significado y del lenguaje simbólico, comprendidos el arte, el canto y la
música al servicio del misterio celebrado, también el silencio».
Y subrayó que «además de la
inicial, es necesario cultivar la formación permanente del clero y de los
laicos, especialmente de los involucrados en los ministerios al servicio de la
liturgia».
NO CAER EN POLARIZACIONES IDEOLÓGICAS ESTÉRILES
Asimismo Francisco señaló que «el punto de partida es reconocer la realidad de la
liturgia sagrada como un tesoro
viviente que no puede reducirse a gustos, recetas y corrientes, sino que debe
ser recibido con docilidad y promovido con amor, como un alimento
insustituible para el crecimiento orgánico del Pueblo de Dios».
La liturgia no es «el campo
del hágalo usted mismo», sino la epifanía de la comunión eclesial. Por lo
tanto, en las oraciones y en los gestos resuena el «nosotros» y no el «yo»; la comunidad real, no el sujeto ideal.
Cuando se añoran con nostalgia tendencias del pasado o se quieren imponer otras
nuevas, existe el riesgo de anteponer la parte al todo, el «yo» al Pueblo de
Dios, lo abstracto a lo concreto, la ideología a la comunión y, en la raíz, lo
mundano a lo espiritual.
«Y es bueno, por
lo tanto, en la liturgia como en otras áreas de la vida eclesial, no acabar en
polarizaciones ideológicas estériles, que nacen a menudo cuando, considerando
las ideas propias válidas en todos los contextos, se llega a adoptar una
actitud de dialéctica perenne hacia quien no las comparte», indicó el Santo Padre a los
miembros de la Congregación para el Culto Divino.
Agradeciendo la importante y
hermosa tarea que tienen por delante: «trabajar
para que el Pueblo de Dios redescubra la belleza de encontrarse con el Señor en
la celebración de sus misterios y, encontrándolo, tenga vida en su nombre», los
bendijo y concluyó su discurso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario