El Papa Francisco animó a los fieles cristianos a
obedecer con confianza los preceptos de Dios, porque “genera un resultado
prodigioso”.
El Santo Padre, durante el rezo del Ángelus que presidió desde el
Palacio Apostólico del Vaticano este domingo 10 de febrero, reflexionó sobre el
Evangelio del día, en el que se narra cómo Jesús y Pedro se conocen a orillas
del lago de Galilea.
Pedro, cuyo nombre real era Simón, era un pescador que pasaba por un mal
momento, pues no había tenido suerte en la pesca. Jesús se le acercó y le pidió
su podía usar su barca para predicar a la multitud desde la orilla del lago.
Sus palabras causaron gran impresión en Simón-Pedro, y cuando
Jesús finalizó su predicación, se dirigió a él y le pidió que echara las redes
al agua para pescar.
“En un primer momento, Simón responde con una
objeción”, explicó el Papa, pues se habían
estado toda la noche en el mar y no habían pescado nada. “Y, como experto pescador podría haber añadido: ‘Si no
hemos pescado nada durante la noche, menos aún durante el día’”.
Sin embargo, “inspirado por la presencia de
Jesús e iluminado por su Palabra, dice: ‘pero por tu palabra echaré las redes’.
Es la respuesta de la fe, a la que también nosotros estamos llamados a dar; es
la actitud de disponibilidad que el Señor nos pide a todos sus discípulos,
sobre todo a los que tienen funciones de responsabilidad en la Iglesia”.
Esa obediencia confiada de Pedro “genera un
resultado prodigioso: ‘pescó una cantidad enorme de peces’”.
“Se trata de una pesca milagrosa, signo del poder
de la Palabra de Jesús: cuando nos ponemos con generosidad a su servicio, Él
hace cosas grandes en nosotros”.
El Papa destacó que el modo en que el Señor actuó con Pedro “es como actúa con cada uno de nosotros: nos pide que lo
acojamos sobre la barca de nuestra vida para partir con Él y pescar en un nuevo
mar que se revela cargado de sorpresas”.
“Su invitación a salir a un mar abierto a la
humanidad de nuestro tiempo, para dar testimonio de bondad y de misericordia,
da un sentido nuevo a nuestra existencia, que a menudo está en riesgo de
plegarse sobre sí misma”.
Afirmó Francisco que “en ocasiones podemos
quedarnos sorprendidos y titubeantes ante la llamada que nos dirige el Maestro
divino, y estamos tentados a rechazarla con motivo de nuestra insuficiencia”.
Explicó que eso es lo mismo que le pasó a Pedro cuando, en un primer
momento después de recibir la sugerencia de Jesús de volver a echar las redes,
se muestra titubeante y, sin embargo, después de la increíble pesca, le dice a
Jesús: “Señor, aléjate de mí porque soy un
pecador”.
“Es bella esta oración: ‘Señor, apártate de mí
porque soy un pecador’”, destacó el Pontífice ante los fieles congregados en la
Plaza de San Pedro. “Pero lo dice de rodillas ante aquel al que ya reconoce
como ‘Señor’. Y Jesús le da ánimos diciendo: ‘No temas, de ahora en adelante
serás pescador de hombres’, porque Dios, si nos fiamos de él, nos libera de
nuestro pecado y nos sitúa ante un nuevo horizonte”.
En este sentido, “el milagro más grande
realizado por Jesús ante Simón y los otros pescadores decepcionados y cansados,
no es tanto la red llena como el haberlos ayudado a no caer víctimas de la
decepción y del desánimo ante el fracaso”.
El Papa Francisco finalizó su enseñanza pidiendo a “la Virgen Santa, modelo de inmediata adhesión a la
voluntad de Dios, que nos ayude a experimentar la fascinación de la llamada del
Señor y nos ponga en disposición de colaborar con Él para difundir por todos
sitios su palabra de salvación”.
Redacción ACI
Prensa
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