«Sólo la falta de verdadera libertad y las
tentaciones del bienestar» pueden sofocar el anuncio del Evangelio
En una
entrevista concedida a L’Osservatore Romano, el Prefecto de Propaganda Fide
expresa su cercanía a las comunidades subterráneas, reafrmando la urgencia de
la reconciliación y de la evangelización de la sociedad china. El Card. Filoni
afirma que pertenecer a la Asociación Patriótica no es obligatorio, ni siquiera
según la ley china.
(AsiaNews/VaticanNews) «Aún
compartiendo cierta perplejidad, expresada en muchas partes debido a las
dificultades que todavía permanecen», el acuerdo provisorio entre China y la Santa Sede, firmado el 22 de
septiembre del año pasado, es «un hecho que tiene una magnitud histórica para
la Iglesia china». Es lo que afirma el Card.
Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los
pueblos, en una larga entrevista concedida a L’Osservatore
Romano, que fue publicada ayer y que a continuación
transcribimos completa.
El Prefecto de Propaganda Fide
defiende el acuerdo, que permitirá a la Iglesia en China marchar al ritmo de
los tiempos «súpersónicos» con que se mueve
el Imperio del Medio, ofreciendo «valores
espirituales y humanos que otorguen una firme esperanza a la vida de las
personas y una verdadera cohesión a la sociedad». Al mismo tiempo, él repite con frecuencia que
comprende «las dudas» expresadas por las
comunidades subterráneas en relación al acuerdo, [comunidades] que se sienten «abandonadas» y «casi
traicionadas». «Entiendo la sorpresa
y la confusión; e incluso hasta la comparto», dice el Card. Filoni, pero
«sólo un espíritu superficial o de mala fe podría imaginar que el Papa
Francisco y la Santa Sede abandonan al rebaño de Cristo». El purpurado, citando
muchas veces el Mensaje papal a la Iglesia china y universal, publicado con
ocasión del acuerdo, insta a las dos comunidades, oficiales y subterráneas, a
la reconciliación y a la evangelización del país».
En opinión de Bernardo Cervellera, director de Asia News, cabe
subrayar dos puntos muy importantes:
§ llegado un
momento, ante el temor de la comunidad subterránea de «desaparecer», el Card.
Filoni afirma que «desaparece la situación de clandestinidad, pero no las
personas que están implicadas en ella. Permanecen su fe, sus tradiciones y su
espiritualidad, que benefician a toda la comunidad diocesana».
§ Un segundo punto
puede marcarse cuando él afirma que la pertenencia a la Asociación Patriótica
(AP) no es obligatoria: «Espero no tener que escuchar o leer acerca de
situaciones locales en las cuales se instrumentaliza el Acuerdo a fin de
constreñir a las personas a hacer aquello que la ley china no obliga a hacer,
como inscribirse en la Asociación Patriótica». En efecto, desde que fue firmado
el acuerdo, hay miembros del Frente Unido y de la AP que presionan, constriñen
e indoctrinan a los obispos, sacerdotes y fieles subterráneos para que se
inscriban a la AP, alegando: «porque el Papa está con nosotros».
En la entrevista no se aborda
la cuestión de la pertenencia a la AP, cuyos estatutos son --según fue afirmado
por Benedicto XVI-- «inconciliables» con la
doctrina católica. Sin embargo, el purpurado afirma que «la Iglesia dice no a
un «patriotismo» que signifique egoísmo,
cerrazón o control, pero dice sí a un «amor a su
país» que signifique un respeto por las raíces, el conocimiento de la cultura,
la propagación del bien común y la confianza de las instituciones en relación a
sus ciudadanos».
En el texto jamás aparece la
palabra «persecución», pero llegado un punto
se habla de aquellos que detiene el anuncio del Evangelio y se menciona la «falta de verdadera libertad» y «las tentaciones del bienestar», quizás,
refiriéndose a aquello que Benedicto XVI
definía como los co-hermanos obispos «oportunistas».
TEXTO COMPLETO DE LA ENTREVISTA (EN TRADUCCIÓN DE
VATICAN NEWS):
EMINENCIA, DESDE
HACE ALGUNOS AÑOS USTED ESTÁ AL FRENTE DEL DICASTERIO DE LA SANTA SEDE
COMPETENTE PARA LA EVANGELIZACIÓN, CON ESPECIAL REFERENCIA A LOS LLAMADOS
TERRITORIOS DE "MISIÓN". ¿CUÁL ES EL VALOR PASTORAL QUE VE EN EL
"ACUERDO PROVISIONAL SOBRE EL NOMBRAMIENTO DE OBISPOS", FIRMADO ENTRE
LA SANTA SEDE Y EL GOBIERNO CHINO EL PASADO 22 DE SEPTIEMBRE?
Me siento especialmente
interpelado por el valor pastoral del Acuerdo Provisional, precisamente por la
competencia que tiene el Dicasterio que dirijo para acompañar a la Iglesia en
China; pero no creo que pueda decir más y mejor de lo que el Papa Francisco
escribió en su Mensaje a los católicos chinos el pasado mes de septiembre. Cito
literalmente: "... el Acuerdo Provisional...
es el fruto del largo y complejo diálogo institucional de la Santa Sede con las
autoridades gubernamentales chinas, inaugurado ya por San Juan Pablo II y
continuado por el Papa Benedicto XVI. A través de este camino, la Santa Sede no
tenía –y no tiene– en mente otra cosa, que no fuera la realización de los
objetivos espirituales y pastorales propios de la Iglesia, a saber, apoyar y
promover el anuncio del Evangelio, y lograr y preservar la unidad plena y
visible de la comunidad católica en China" (n. 2).
Y más aún: "El Acuerdo Provisional firmado con las autoridades
chinas, aunque limitado a algunos aspectos de la vida de la Iglesia y
necesariamente perfectible; puede contribuir, por su parte, a escribir esta
nueva página de la Iglesia católica en China. Por primera vez, introduce
elementos estables de colaboración entre las autoridades estatales y la Sede
Apostólica, con la esperanza de asegurar buenos pastores para la comunidad
católica" (n. 5).
En definitiva, compartiendo
una cierta perplejidad expresada por muchos por las dificultades que aún quedan
y por las que pueden revelarse en el camino, siento que en la Iglesia católica
de China hay una gran expectativa de reconciliación, de unidad, de renovación,
de una reanudación más decisiva de la evangelización. No podemos quedarnos
quietos en un mundo que, en muchos sentidos, corre a velocidades supersónicas
pero que, al mismo tiempo, experimenta la necesidad urgente de redescubrir los
valores espirituales y humanos que dan una esperanza sólida a la vida de las
personas y una verdadera cohesión a la sociedad. En una palabra, todo esto es
lo que el cristianismo puede ofrecer a la China de hoy.
EMINENCIA, USTED
CITÓ EL "MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO A LOS CATÓLICOS CHINOS Y A LA IGLESIA
UNIVERSAL" DEL 26 DE SEPTIEMBRE DE 2018. ¿EXISTE ALGUNA DISCORDANCIA O
CORRELACIÓN ENTRE ESTE MENSAJE Y LA "CARTA DEL PAPA BENEDICTO XVI A LOS
CATÓLICOS CHINOS" DEL 27 DE MAYO DE 2007? ¿QUÉ HA CAMBIADO ENTRETANTO?
Mire, en la Carta del Papa
Benedicto XVI, que usted ha mencionado con razón, además de muchas otras
enseñanzas preciosas, hay dos cosas que se afirman sustancialmente: La primera es que la condición de clandestinidad se
justifica en la medida en que es necesaria para la protección de la vida y la
defensa de la fe en circunstancias adversas.
La segunda es que, incluso en
situaciones difíciles y complejas, pueden tomarse decisiones y opciones en la
medida en que no falte la capacidad de discernimiento pastoral, que es
responsabilidad del Obispo, en vista del mayor bien de su propia comunidad
diocesana. En la Carta de Benedicto XVI ya existe la intuición de que la
historia continúa, evoluciona y que, cambiando los contextos históricos en los
que los hombres y los pueblos interactúan entre sí, la organización del
pensamiento, la elaboración de conceptos y la interpretación de las fórmulas
sociales que son la base de nuestras vidas también cambian verdaderamente. Lo
que el Mensaje del Papa Francisco añade a la enseñanza válida y actual de
Benedicto XVI, es quizás la atención a la sanación de la memoria para pasar
página; es una mirada decididamente dirigida hacia el futuro para inspirar una
planificación pastoral para la Iglesia en China.
CARD. FILONI,
ALGUIEN HA ESCRITO QUE, AL CONFIAR LAS DIÓCESIS A OBISPOS OFICIALES,
PREVIAMENTE EXCOMULGADOS, LAS LLAMADAS COMUNIDADES CLANDESTINAS DE CHINA
QUEDARÁN PRIVADAS DE SUS PASTORES, Y SE VERÁN OBLIGADAS A RENDIRSE, A ADAPTARSE
A IDEAS, NORMAS E IMPOSICIONES QUE NO PUEDEN COMPARTIR EN CONCIENCIA. ALGUNAS
PERSONAS TAMBIÉN DICEN QUE EL DESTINO DE LOS CATÓLICOS CLANDESTINOS SERÁ SER
ABSORBIDOS POR LA COMUNIDAD OFICIAL Y DESAPARECER. ¿QUÉ OPINA DE ESO?
En la cultura china, a la
gente le encanta usar imágenes. Trato de dar una, en mi opinión, expresiva. En
China la evangelización, de la que nació la Iglesia, era única; era una fuente
de agua dulce que fluía y tenía una trazabilidad evidente. Luego, para
acontecimientos históricos, fue como la caída de una gran roca desprendida de
la montaña que interrumpió el flujo de agua; una parte de ella se inhibió,
fluyendo bajo el suelo, otra, tras girar y girar salió a la superficie.
En los últimos veinticinco o
treinta años, hemos empezado a hablar de un camino que podría devolver la
unidad a las dos corrientes; hemos trabajado, hemos rezado y ha habido muchas
iniciativas y gestos que hasta ahora han contribuido, a través de eventos
alternativos, a promover la unidad. No fue fácil y aún no lo es. No podemos
ignorar años de conflicto y malentendidos. Sobre todo, es necesario reconstruir
la confianza, quizás el aspecto más difícil, en las autoridades civiles y
religiosas responsables de las cuestiones religiosas y entre las llamadas
corrientes eclesiales, oficiales y no oficiales.
En la constante consideración
de la Santa Sede, siempre se ha dicho que en China no hay dos Iglesias, una "Iglesia patriótica" y una "Iglesia fiel" (jerga de uso común);
sino que en China la Iglesia es una y las heridas que se le han infligido vienen
de dentro y de fuera. En el contexto actual podemos decir que las energías para
sanar del sufrimiento están ahí; la meta es alta y necesitaremos la
contribución de todos para alcanzarla completamente.
EMINENCIA, EN CHINA
HAY CATÓLICOS QUE, DESPUÉS DE HABER SUFRIDO TANTO PARA PERMANECER FIELES AL
SUMO PONTÍFICE, AHORA SE SIENTEN CONFUNDIDOS Y, SOBRE TODO, EXPERIMENTAN LA
AMARGA SENSACIÓN DE SER CASI TRAICIONADOS Y ABANDONADOS POR LA SANTA SEDE. ¿QUÉ
COSA SIENTE QUE PUEDE DECIRLES?
A los católicos que han testimoniado
la fe, quiero recordar ante todo el consuelo de Jesús que dice: "Siervo bueno, bueno y fiel, entra en la alegría de
tu Señor" (Mt 25,23); ¡este consuelo no
tiene precio, no tiene precio!
Es el más bello consuelo que
se puede oír del Maestro. En todo caso, por parte de la Santa Sede y mía, deseo
expresar un sentimiento de sincero agradecimiento y admiración por la fidelidad
y perseverancia en la prueba, por la confianza en la Providencia de Dios,
incluso en las dificultades y adversidades. Muchos, a lo largo de los años, han
sido verdaderos mártires o confesores de la fe. Sólo un alma superficial o de
mala fe podría imaginar que el Papa Francisco y la Santa Sede abandonarían el
rebaño de Cristo, dondequiera y como quiera que esté en el mundo.
Por lo tanto, debemos trabajar
más en la percepción de los fieles, a menudo influenciados por mensajes de los
medios de comunicación que no son del todo correctos o equilibrados, que tienen
dificultades para comprender la discreción que rodeó el diálogo entre la Santa
Sede y la República Popular de China.
Es necesario un mayor respeto
por estos hermanos y hermanas; nadie debe abusar de sus sentimientos. Sin
embargo, entiendo las dudas; entiendo las perplejidades; a veces las comparto.
Pero no comparto la actitud de quienes, manteniendo sus legítimas reservas, no
sólo no se esfuerzan por comprender el punto de vista de los demás, sino que,
sobre todo, corren el riesgo de no remar en sintonía con la barca de Pedro.
El Papa, junto con sus
colaboradores, ha hecho, hace y hará todo lo posible para estar cerca de la
Iglesia en China; no somos infalibles en los caminos, pero amamos
verdaderamente a la Iglesia y al pueblo chino. Desde hace muchos años
trabajamos y estudiamos todas las situaciones; ¡cuántas
oraciones para consolar con ternura espiritual, para iluminar con la palabra de
Dios, para animar con la serenidad del guía, para encontrar soluciones también
a nivel diplomático! Invito a todos los que tengan la oportunidad, a
trabajar juntos para llevar estos sentimientos y palabras a aquellos que los
necesitan y se sienten abandonados. Para lo demás, siempre será verdad lo que
canta el salmista: "El que siembra con
lágrimas, cosechará con alegría" (Sal 126,5).
SU EMINENCIA, ¿CUÁL
ES EL PROYECTO DE LA IGLESIA CATÓLICA EN CHINA? ¿CÓMO VE USTED, EL FUTURO DEL
CRISTIANISMO EN ESE PAÍS?
Distinguiría entre estas dos
cuestiones. En cuanto al proyecto de la Iglesia católica en China, diría que
debe buscar ser cada vez más Iglesia, es decir, desarrollarse en la fe, la esperanza
y la caridad, trabajar por los jóvenes, por las nuevas vocaciones, por el
ecumenismo y el diálogo interreligioso, por la formación del clero, para ayudar
a las necesidades de los que permanecen al margen del crecimiento.
Además, descubrir y dar cuerpo
al "cómo" hacer esto, adaptando
métodos y caminos, es sobre todo tarea de los católicos chinos. Aunque la
Iglesia en China sea todavía un pequeño rebaño, el camino es el de la confianza
que acompaña al sembrador que siembra la buena semilla en el campo: "No temas, pequeño rebaño, porque tu Padre ha
querido darte su reino" (Lc 12,32). El plan, pues, es el que Jesús
confía a los apóstoles: "Brille vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16). En todo esto,
ayudará sin duda profundizar en los Documentos del Concilio Vaticano II y en el
Magisterio de los Papas que lo han aplicado y enriquecido hasta nuestros días.
En cuanto al segundo aspecto,
que es el futuro del cristianismo en China, aunque algunos sean pesimistas,
quisiera decir que la historia de la Iglesia en China ya habla de sí misma. Me
gusta recordar aquí a Xu Guangqi (mandarín, nombrado Ministro de Ritos de la
Corte Imperial en la época de Matteo Ricci), quien explicó al emperador que le
preguntó por qué se había hecho cristiano, la riqueza de los valores del
Evangelio y su origen divino, porque esa es la fe que profesa el perdón de los
enemigos.
Tengo, por tanto, una
confianza realista en el anuncio del Evangelio. Creo que sólo la falta de
verdadera libertad y las tentaciones del bienestar pueden sofocar buena parte
de esa semilla sembrada hace muchos siglos. En todo caso, el presente nos sitúa
en una posición de responsabilidad tanto en el anuncio del Evangelio como en la
superación de las tentaciones de nuestro difícil momento.
CARD. FILONI, ¿TIENE
ALGÚN DESEO PARTICULAR QUE LE GUSTARÍA EXPRESAR, EN ESTE CONTEXTO, A LOS
CATÓLICOS QUE VIVEN EN CHINA Y A LOS CATÓLICOS CHINOS QUE POR DIVERSAS RAZONES
DE TRABAJO O DE ELECCIÓN DE VIDA ESTÁN DISPERSOS POR TODO EL MUNDO?
Sí. Es el Señor quien guía la
historia. Por lo tanto, me gustaría desearles, en primer lugar, que afronten
las posibles formas de crisis, sabiendo mirar siempre al otro con confianza,
aunque algunos aspectos de los acontecimientos actuales se perciban como
injustos y con dificultad. Repito, sin embargo, que nadie debe ver en el
hermano reconciliado a un enemigo, sino un hermano por quien regocijarse. El
Señor nos ha vencido con su perdón.
A los chinos, se sabe, que les
gustan las similitudes. Quisiera hacer una reflexión más: si se quiere dar estabilidad a un trípode, se necesitan
tres apoyos; de hecho, no se sostiene sólo con dos bases: por tanto en el
acuerdo entre la Santa Sede y el Gobierno chino; se necesita un tercer apoyo,
que es la participación y la contribución de los fieles en China, así como la
de la comunidad católica en la diáspora.
Sólo con la contribución de
todos podrá construirse la Iglesia del mañana, con respeto a la libertad,
también por parte de las autoridades civiles, después de sesenta años de
sufrimiento, divisiones e incomprensiones de la comunidad católica. La Iglesia,
por tanto, necesita la participación libre y fecunda de todos para construir la
armonía civil, social y religiosa y para el anuncio del Evangelio. ¡Dios necesita a la comunidad católica en China! "No
nos dejemos privar de esta oportunidad", diría el Papa Francisco,
con su feliz expresión de Evangelii gaudium.
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