jueves, 1 de noviembre de 2018

LA HISTORIA MEJOR DOCUMENTADA DE PRESENCIAS DEL ‘MÁS ALLÁ’ EN UNA CASA


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Esta es una de las historias más documentadas de experiencias con almas del más allá. Sucedió a una familia luterana alemana llamada Livingston cuando se trasladó a Virginia, EE.UU. Un espíritu invisible comenzó a visitar a los Livingston rompiendo muebles, cortando la ropa de una manera, etc. Esto comenzó con un extraño accidente de un hombre católico que murió en la finca sin los últimos ritos.
Y luego, una voz y sueños guiaron a Livingston hacia un sacerdote católico quien realizó varios exorcismos.
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Posteriormente la voz fue guiando por 17 años a la familia en su conversión al catolicismo.
La voz que los instruía les hablaba en su alemán natal. También se les aparecieron almas del purgatorio.  Esto sucedió en el condado de Jefferson, en una ciudad que tenía 3 nombres: Smithfield, Middleway y Clip, a finales de los años 1700. Diversos historiadores que estudiaron el caso sostienen que los sucesos realmente ocurrieron y nunca han sido cuestionados por historiadores serios.

EL EXTRAÑO QUE MURIÓ EN SU CASA
John Adam Livingston heredó de sus padres una granja en Smithfield, Virginia cuando tenía 33 años. En 1790 Adam Livingston se instaló allí con su esposa tres hijos y cuatro hijas; eran practicantes luteranos. Un día en 1794 llegó un extraño a la puerta. Recibieron con humanidad al extraño vagabundo que no tenía refugio y al parecer estaba cerca de morir. Era católico.
Cuando el hombre enfermo le pidió un sacerdote antes de morir, esta petición le fue negada.
El señor Livingston estaba dispuesto a atender al moribundo, pero tenía una aversión luterana hacia los sacerdotes, y no tenía ni idea de cómo encontrar a un sacerdote en una región protestante. Poco después, el desconocido murió sin que su nombre fuera recordado por Adam, y no había nada entre sus papeles que arrojara alguna luz sobre su identidad.
El viajero murió sin Confesión y sin los últimos ritos.
Ya en la propia noche del velatorio comenzaron las aflicciones. Adam Livingston contrató a Jacob Foster para sentarse con el cadáver, por respeto al difunto. Pero cuando la oscuridad cayó y se encendieron velas en la habitación del difunto, las velas de apagaron de repente. Foster intentó volver a encenderlas varias veces, pero las velas continuaron sin encenderse sin ninguna causa aparente. Livingston entonces trajo dos velas que él había estado usando en su propio cuarto. Pero tan pronto como fueron colocadas en la habitación con el cadáver, se apagaron. Esto alarmó tanto a Foster que abandonó la vigilia.
Al día siguiente, Adam Livingston enterró al extraño en su propiedad con la ayuda de los vecinos, sin que fuera capaz de escribir un epitafio en la tumba, ya que no sabía el nombre del hombre ni fecha de nacimiento.

LOS SUCESOS EXTRAÑOS
Inmediatamente luego de la muerte del vagabundo, la familia comenzó a sentir presencias misteriosas en las habitaciones de la casa y murmuraciones lúgubres.
Después del entierro los platos cayeron de repente de sus estantes y se rompieron. Sus muebles eran movidos por manos invisibles. Los carbones saltaban del fuego hacia la habitación. De repente el dinero desaparecía. También se oían martillazos inexplicables y caballos galopando alrededor de su casa, pero no pudieron encontrar la causa de los ruidos perturbadores. Durante este tiempo el suelo de su granero fue quemado y parte de su ganado y animales de granja murieron o extrañamente desaparecieron. Dentro de la casa de la familia, los utensilios de cocina se caían al suelo y se rompían sin causa aparente, y resonaba una extraña campana. Luego se comenzó a escuchar una extraña rutina de grandes tijeras invisibles cortando.
Los vestidos, la ropa de cama manteles y zapatos aparecían cortados en cintas, y algunos en forma de media luna.
El increíble recorte continuó diariamente durante más de tres meses. Una anciana presbiteriana de Martinsburg, al oír hablar del extraño recorte que sucedía en la casa de Livingston, llegó para satisfacer su curiosidad. Antes de pasar por la puerta sacó de su cabeza su nueva gorra de seda, la envolvió en su pañuelo y se lo metió en el bolsillo para evitar que se cortara. Cuando iba a irse sacó de su bolsillo el pañuelo que contenía su nueva gorra de seda y la encontró cortada en cintas. Después fueron a la casa tres jóvenes aventureros de Winchester, incrédulos de los informes extraños y pidieron dormir en la casa en un esfuerzo por refutar todo lo que se decía. Unos cuantos momentos después salió una gran piedra de la chimenea dando vueltas en el piso con gran velocidad. Los jóvenes huyeron apresuradamente. Además los vecinos vieron una “cuerda” que parecía estar bloqueando la carretera que conducía a la casa de Livingston, sin embargo cuando la intentaron agarrar o mover era inmaterial, y así la llamaron la “cuerda fantasma”. Un novio joven que visitaba a los Livingston declaró: “No creo en fantasmas.” Pero pronto encontró sus botas, las que tenía intención de usar en su boda, cortadas en espirales y su abrigo reducido a franjas circulares. El clímax se alcanzó cuando la primera esposa de Livingston fue herida por una enfermedad incurable. Al principio Adam buscó la ayuda en vano de su ministro luterano local. Se dice que después buscó la ayuda de dos ministros metodistas, pero aparentemente ninguno de estos pudo ayudar. Un ministro salió despavorido cuando una roca se levantó de la chimenea y bailó y giró durante algún tiempo en el aire. Otro religioso anglicano vio su Libro de Oración que estaba usando para conjurar al espíritu salir volando al inodoro.
Hasta que por fin el señor Livingston tuvo un sueño en el que vio una iglesia católica y sintió que el sacerdote que estaba contemplando en esa iglesia lo aliviaría.
Oyó una voz decirle: “Ese es el hombre que puede aliviarte”. Describió la ropa del hombre del sueño a su vecino Richard McSherry y éste reconoció que la ropa descrita era la que un sacerdote católico usaba en el altar. Entonces McSherry había oído que el padre Denis Cahill estaba por la zona y persuadió a Livingston para ir a la granja en Shepherdstown, donde el Padre Cahill estaba alojado. Cuando entraron en la granja donde el padre Cahill ofrecía la misa Livingston gritó: “Ahí está el hombre que vi en el sueño”. Cuando terminó la misa Livingston persuadió al P. Cahill para visitar su casa.

EXPULSIÓN DE LOS DEMONIOS
Al Padre Cahill no le gustaba el tema, consideraba el asunto un disparate luterano, un remanente de la antigua obsesión luterana con brujas. El sacerdote interrogó a toda la familia Livingston y todos le dijeron exactamente las mismas historias sobre lo que estaba sucediendo.
Por lo que consintió en decir algunas simples oraciones, pero no exorcizó la casa porque requería un rito que nunca había realizado, aunque se vio convencido de rociarla con agua bendita.
Para su gran molestia, había desaparecido una bolsa de dinero de su bolsillo. Pero cuando Cahill salió de la casa pensando en sus monedas perdidas, encontró su bolsa en la puerta, a sus pies. Después de la aspersión en la casa no hubo disturbios en ella durante un año. El padre Cahill no sabía qué pensar. Pero de repente comenzaron a ocurrir una vez más. Esta vez el señor Livingston se dirigió de inmediato al padre Cahill y explicó los últimos acontecimientos. El padre Cahill regresó a la casa, entrevistó a la familia sobre los acontecimientos recientes y esta vez celebró la santa misa en el interior de la casa. La actividad sobrenatural se detuvo inmediatamente, y pasaron semanas y meses con una renovada paz y tranquilidad.
La notable ayuda espiritual del sacerdote causó una gran impresión en el señor Livingston y su familia, y también en los vecinos que habían presenciado el desarrollo de los asombrosos acontecimientos.
Y así, el señor Livingston, su esposa y el resto de la familia se alegraron tanto que buscaron instrucción en la fe católica. Poco después entraron en la iglesia católica junto con varios vecinos, que habían presenciado todos los acontecimientos. La noticia de los notables acontecimientos llegó hasta la lejana arquidiócesis de Baltimore, donde el primer obispo de Estados Unidos, su excelencia John Carroll (1735-1815) pensó que era prudente enviar a un santo y sabio sacerdote, el Padre Demetrio A. “Smith” Gallitzin SJ, un ex príncipe ruso, para investigar más a fondo los asuntos. Antes de llegar al hogar de los Livingston el padre Gallitzin era inicialmente muy escéptico, y su intención era refutar los supuestos sucesos a través de la ciencia y / o la psicología. “Mi opinión al venir a Virginia y permanecer allí durante tres meses fue investigar esos hechos extraordinarios en Livingston, de los cuales yo había oído tanto… y que no podía creer, pero pronto me convertí por completo. Ningún abogado de un tribunal de justicia examinó o contrainterrogó a los testigos de manera más estricta que yo”. Por alguna razón, los extraños disturbios se reiniciaron a su llegada, con golpes extraños y sonidos estridentes, todos sin una fuente material.
Rápidamente llegó a la conclusión de que la fuente era demoníaca, e inmediatamente comenzó a exorcizar los espíritus malignos con oraciones de la Iglesia.
Sin embargo, mientras comenzaba a orar, el ruido y los retumbos aumentaban como si vinieran innumerables vagones que llenaban la casa, sacudiendo sus nervios hasta tal punto que tenía que detener las oraciones. Después de reflexión llegó a la conclusión de que necesitaba la ayuda del padre Cahill. Regresó con él a casa de Livingston, y con toda la familia arrodillada, juntos ordenaron a los malos espíritus que abandonaran la casa y cesaran todos los disturbios. Después de lo que parecía una resistencia por parte de los espíritus malignos, fueron finalmente conquistados y obligados a obedecer a los sacerdotes.
Las manifestaciones desagradables se habían ido para siempre, y nunca volvieron.
Y entonces comenzó un extraordinario tiempo de gracia para la familia Livingston. En agradecimiento por esta liberación, Livingston dio una parte de su granja a los católicos. La escritura está registrada en Martinsburg hasta el día de hoy. Pero ahí no terminó todo lo sobrenatural.

EL ACOMPAÑAMIENTO A LA FAMILIA POR UNA VOZ
Una noche, después de haberse convertido católico, el señor Livingston percibió una luz deslumbrante en un rincón de su habitación y en un instante toda la casa se llenó de una luz casi cegadora.
Entonces comenzó a oír una Voz misteriosa, que le instruyó en los Sacramentos de la Penitencia y de la Santa Eucaristía.
A menudo la Voz venía y exclamaba: “Quiero rezos”.  Despertaba al Sr. y la Sra. Livingston por la noche y les decía que oraran mucho por la perseverancia y por los pecadores. A veces les hacía orar por tres horas. De repente convocaba a toda la familia en las noches con estas palabras: “¡Venga, tomen sus asientos!”. Y luego les instruía en los diversos dogmas de la religión católica. La Voz del otro lado les hablaba, de manera simple pero elocuente, de todos los grandes misterios de la fe católica de modo que las doctrinas fueran claras para ellos. La voz siguió guiándolos durante diecisiete años. Algunos de los niños pequeños manifestaron haber visto al autor de la Voz. En esa época no había ningún sacerdote permanente establecido en la zona y de hecho, había muy pocos libros católicos en las grandes ciudades de la zona
Pero el obispo Carroll junto con otros clérigos que conversaban con el Sr. Livingston y su familia, se asombraron de su profundo conocimiento de la religión católica y estaban convencido que habían sido instruidos desde arriba.
Algunos teólogos que habrían estudiado el caso atribuyeron las visitas a un alma sufriente en el purgatorio.
Se ha creído que esta Voz vino muy probablemente de un sacerdote a causa del conocimiento de la Voz de los himnos litúrgicos.
Al que por alguna razón le fue permitido por Dios visitar, consolar e instruir a la familia en el La fe católica. Muchos vecinos protestantes también fueron llevados al conocimiento de la verdadera Fe; y en un invierno, catorce fueron recibidos en la Iglesia. Muchos católicos también fueron llevados a una mayor santidad por estos fenómenos sobrenaturales. El padre “Mitri” Gallitzin reconoció como doctrinas católicas perfectamente precisas sobre el Purgatorio las que la Voz enseñaba a los Livingston. De hecho, durante los siguientes diecisiete años la Voz actuó como un sabio pero estricto director espiritual para las familias Livingston y McSherry. También se sabe que la Voz le reveló al señor Livingston algunos aspectos de sus sufrimientos futuros y le consoló con misericordiosos consejos sobre cómo soportarlos. El señor Livingston, a quien la Voz se dirigía con más frecuencia, se convirtió en su agente de innumerables buenas obras. Era despertado en la noche para emprender viajes largos para atender a personas repentinamente enfermas, o a los que sufrían penurias. Recibiría mensajes sin ninguna explicación, para que diera de inmediato a otras personas y resultarían de inmenso alivio, o una profecía sorprendente o advertencias oportunas para esas personas. La Voz le permitió prever eventos que a menudo fueron verificados más tarde, y le explicó el significado de los acontecimientos actuales. Cada vez que llegaba, a veces acompañado por la luz brillante, la Voz decía: “En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, tres grandes nombres, ninguno más grande en la tierra, ni mayor en el Cielo”. Una vez ordenó a los Livingstons que mantuvieran un ayuno de cuarenta días con tres horas de oración cada día. También les ordenó que celebraran el 4 de marzo de cada año como un día sagrado, en acción de gracias por su conversión. Y fue ese día, al final de los cuarenta días de ayuno, que el señor Livingston oyó cantar bellamente a la Voz, como también en un Día de Todos los Santos. Cantaba muy bellamente en latín y en inglés.
La Voz dijo que las almas en el Purgatorio se regocijaban mucho en el día de Todas las Almas porque el mundo entero estaba orando por ellas.
Cada noche la Voz se unía a la familia en sus oraciones, diciendo el Rosario con ellos y enseñándoles cómo orar bien. También les explicó la misa y declaró que “una misa es más aceptable para Dios Todopoderoso que todos los suspiros y lágrimas del mundo entero reunidos”. Hizo hincapié la bendición de tener a la misericordiosa Madre de Dios como nuestra Abogada, y que ella tiene un gran poder en favor de los pobres pecadores. Y como la segunda esposa de Livingston, que había sido presbiteriana, era un poco obstinada para honrar a la Santísima Virgen, la Voz insistió en que en la segunda parte del Avemaría dijera: “Santa, Santa, Santa María, Madre de Dios…” Una vez, cuando una de las muchachas de Livingston fue a confesarse y no mencionó un cierto pecado por vergüenza, la Voz no sólo le dijo a toda la familia que no lo había mencionado, sino que la presionó para confesarlo lo antes posible. Cuando el hijo del Sr. Livingston, Henry, llegó a la mayoría de edad se negó a hacer la cosecha a menos que su padre le pagara un salario. Pero muy pronto fue tomado por un dolor en la rodilla, que se volvió tan hinchada e infectada y estuvo confinado a la cama durante dieciocho meses. Después de haber sufrido en ese lapso, la Voz le anunció que “había satisfecho a la Justicia de Dios por su desobediencia y falta de respeto a su padre”, y el joven fue sanado. Debe haber tomado esta lección severa de corazón, porque se registra que él también vivió una vida santa en adelante. La Voz a menudo hablaba de los graves problemas que estaban pendiendo sobre el mundo. Y le dijo al Sr. Livingston que informara a la señora McSherry que “ella no viviría para verlo, pero sus hijos lo harían: ¡guerra, pestilencia y hambre!” Agregó que aquellos de la familia que permanecieran fieles a Dios no sufrirían de estos flagelos. Y de hecho, durante la Guerra Civil, ninguno de los ocho hijos e hijas recibió la menor lesión, a excepción de un hijo que murió de exceso en su trabajo en un hospital militar.
En una ocasión, el señor Livingston y su familia estaban juntos en una habitación, cuando de repente apareció entre ellos un joven muy mal vestido y sorprendentemente descalzo, aunque era un día muy frío.
Le preguntaron de dónde venía y él respondió: “De mi padre”
“¿Y por qué estás aquí?” preguntaron.
“He venido a ti para enseñarte el camino”, respondió.
Se quedó con ellos durante tres días, instruyéndolos sobre todos los puntos de la doctrina cristiana. En cuanto a sus pies descalzos, le preguntaron si no tenía frío, pensando en ofrecerle un par de zapatos, respondió que en su país no había calor ni frío. Luego desapareció como había aparecido.

LAS ALMAS DEL PURGATORIO
La Voz catequizó especialmente a los Livingston y McSherry sobre las almas que sufren en el Purgatorio.
Instándoles a orar por ellas, prometiéndoles que estas almas, cuando fueran liberadas, intercederían por ellos en el trono del Dios Todopoderoso. Le dijo al Sr. Livingston que cada oración que decían por las pobres almas era como un yeso fresco en una herida dolorida. Y les dio varios ejemplos inolvidables de los sufrimientos del Purgatorio. Un día, cuando el señor Livingston trabajaba en el campo con sus hijos de repente le vieron palidecer. Mientras le ayudaban a caminar a su casa, explicó que acababa de escuchar un alma en el Purgatorio gritando por ayuda. Luego diría a menudo que jamás podría olvidar aquel grito aterrador. Una noche, la Voz hizo que los Livingston se levantaran tres veces para orar por un alma determinada en el Purgatorio. Una de las chicas empezó a pensar “…después de todo, las almas se pudieron haber salvado, así que han merecido sus dolores… Y además todo es exagerado“.
Cuando de repente todos oyeron una voz que gritaba: “¡Ayuda!”
Cuando se le preguntó qué tipo de ayuda era necesaria respondió, “¡Oraciones, porque estamos en tormentos atroces!”.
En ese momento una mano humana se posó en una prenda de vestir dejando la marca de los dedos en la tela quemada.
Toda la familia vio la llama y la mano. El padre Gallitzin pidió que se le diera esta extraordinaria pieza de ropa con la mano quemada impresa en ella, y más tarde mostraba a menudo esta “reliquia” al dar testimonio de los eventos sobrenaturales que ocurrieron en la casa de Livingston. Una vez la señora McSherry preguntó dónde estaba el alma de su antiguo confesor, esperando escuchar que había pasado al cielo, porque pensaba que había sido un sacerdote muy santo.

La Voz contestó: El Padre F… está todavía detenido en las abrasadoras llamas del Purgatorio, debido a alguna negligencia en el manejo de alguna propiedad de huérfanos de las que él se encargaba. Confió en alguien más y no se encargó de que fuera atendido apropiadamente.”

Una mañana, el señor Livingston se acercó a la finca de McSherry y le dijo a la señora McSherry que la Voz acababa de informarle que su hermana, la señora Mary Spalding, había muerto a medianoche en Baltimore, que estaba en el purgatorio “por exceso de indulgencia a sus hijos”. Y que se le ofrecieran misas por su alma.

Varios días más tarde, llegó una carta de Baltimore anunciando la muerte de la señora Spalding en la misma hora mencionada por la Voz. La señora McSherry hizo ochenta misas por su hermana. Y un día, cuando iban a entrar a la casa de los Livingston con su esposo, las puertas se abrieron para que pasaran sin que nadie las tocara. La Voz explicó que la señora Mary Spalding las había abierto. La Sra. McSherry tenía un hermano en Georgetown College estudiando para el sacerdocio. Por medio del Sr. Livingston, la Voz le informó que su hermano se había convertido en un blasfemo, quien declaraba abiertamente que no creía en la Presencia Real de Jesús en el Santísimo Sacramento ni en el poder de los sacerdotes para perdonar pecados. La Voz añadió que si moría en ese estado de ánimo, abriría los ojos en las llamas entre los condenados.

La Voz ordenó a sus hermanos y hermanas que fueran a él, se arrodillaran y le dijeran: “En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ¿por qué no creeréis que hay un Dios y que nada es difícil o imposible para Él? Es tan fácil para Él darnos Su Precioso Cuerpo y Sangre como darnos un vaso de agua fría”. Pero él no regresó a Dios y murió en pecado como la Voz predijo. Fue arrojado de un caballo y murió por el cuello roto.

Una vez, cuando tres chicas de McSherry se pusieron unos vestidos nuevos y se admiraron ante un enorme espejo, éste se rompió repentinamente en centenares de piezas diminutas. La segunda esposa del Sr. Livingston se oponía a la Voz. Entre otras cosas, la Voz había dicho que ella moriría en su propia casa. Y de hecho, cayó gravemente enferma en la casa de una familia cuáquera a la que visitaba. Y para demostrar que la Voz era una falsificación, se negaba a ser llevada a casa. Pero poco después se vio obligada a rogar para ser llevada de vuelta y murió en su propia casa, como se predijo.

EN LA ACTUALIDAD
Los católicos durante muchos años han estado en posesión de parte de la granja donde sucedieron estos hechos.
Inicialmente la tierra se convirtió en un cementerio.
Sin embargo en 1923 fue construida una capilla en honor de las Almas en Purgatorio.
La Capilla pronto se convirtió en un lugar de peregrinación y devoción, especialmente en honor de las Almas Sagradas. Una puerta roja en este recinto dice “Campo de los Sacerdotes”. Y anualmente en el Día de las Almas se llevan a cabo misas en este Santuario. Esto recuerda que la Voz le dijo a Adam que su tierra “algún día se convertiría en un gran lugar de oración”.  En 1922, hubo una gran celebración en la propiedad que comenzó el día 2 de Noviembre, conmemorando el 150 aniversario de los acontecimientos. En 1978 fue construido un centro de retiro en el lugar llamado PriestField Pastoral Center; pertenece a la Diócesis de Wheeling-Charleston.

Fuentes:
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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