Los incendios más devastadores de la historia de California ocurridos
hace poco, dejaron decenas de muertos y más de 1.300 desaparecidos. A medida
que pasan los días las cifras van cambiando. Los bomberos continúan aun
tratando de apagar los fuegos. El humo atravesó Estados Unidos de Oeste a Este.
I. LA INDUSTRIA DE LA PORNOGRAFÍA
Tristemente
el artículo más abundante de nuestro mercado es el negocio de la pornografía.
Encienda su televisor, y pronto observará palabras, promesas, gestos,
actitudes, posturas y conductas, que destilan pornografía. Igual en el cine, ya
que hay salas en las que no se vende otro artículo que la pornografía, día y
noche, diariamente. Lo mismo a través de la música, abundan hoy letrillas de
canciones pornográficas cada vez más atrevidas, que las escuchan todos sobre
todo los más jóvenes. Igual en las revistas sobre todo en las portadas y hasta
en los diarios. Ni qué se diga en internet. Es decir, que la pornografía lo ha
invadido todo.
Los pornócratas, que hacen negocio con la explotación de la
pornografía, lanzan al aire, por los medios de comunicación, que «hasta ahora no se ha interpretado científicamente la
importancia del sexo, que por fin han cesado los prejuicios creados a lo largo
de los siglos de represión sexual, que
cualquier forma de expresar el amor físicamente es válida, que esto debe
considerarse normal entre personas que se aman, y que el sentimiento de culpabilidad es
causado por prejuicios morales y religiosos».
La difusión de la literatura
pornográfica es sólo uno de los signos de una crisis más amplia de los valores
morales, que afecta a la sociedad contemporánea. La pornografía es inmoral y,
en última instancia, antisocial precisamente porque se opone a la verdad sobre
la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Por su variada
naturaleza, la pornografía niega el significado auténtico de la sexualidad
humana como don de Dios que quiere abrir a los hombres el amor, a fin de que
compartan la obra creadora de Dios a través de la procreación responsable.
Reduciendo el cuerpo a un mero
instrumento para el placer de los sentidos, la pornografía frustra el auténtico
crecimiento moral y atenta contra el desarrollo de las relaciones maduras y
sanas.
Lleva inevitablemente a la explotación de las personas, especialmente las que son más
vulnerables, como es el caso -trágicamente evidente- de la pornografía
infantil.[1]
II. CONSECUENCIAS DE LA PORNOGRAFÍA
«La adicción al sexo suele comenzar con un hábito
muy frecuente de masturbación, y quizás de ver pornografía. Evolucionan hacia
hábitos convulsivos. Sin ayuda médica esas personas suelen ir cada vez peor».[2]
La
pornografía es la exhibición de actos sexuales. La pornografía viene a
confundir el amor con el instinto sexual que animaliza al hombre cuando
sustituye, la compañía de aprecio y de admiración por la otra persona a la que
se ama. La pornografía alimenta la parte más baja del sentido sexual, no
poniéndolo al servicio del verdadero amor humano, sino sublimándolo en sí
mismo. La pornografía embrutece a las personas, en cuando les convence de que
el amor no es otra cosa que la caricia, el beso, la penetración, el orgasmo;
personas que lo han creído así, y se han casado creyéndose eternamente
enamorados, buscan el divorcio en un par de años. ¿Dónde
estaba su amor eterno? No existía, solo había dentro un atractivo al
placer que acompaña al acto sexual, y, a la primera prueba dolorosa de la vida,
no hubo energía interior para mantener las promesas, que no eran tan hondas, ni
sinceras, ni eternas como se creía la parejita de pichones amartelados.
Aparte de
destruir la noción del verdadero amor, la pornografía es un volcán de los
instintos y afectos humanos, que explotan por el camino de la transgresión
contra Dios y del atropello de la dignidad de la persona humana.
Es que la pornografía es una de las formas más perversas de destruir la
capacidad para amar a una mujer en todas sus dimensiones. Demasiados jóvenes,
por desgracia, están metidos en este vicio. Hay quienes dicen «la pornografía a mí
no me afecta», y en
realidad si hay quien dice que la pornografía no le afecta, ese es uno de sus
efectos, ya le ha afectado.
La
pornografía es la enfermedad venérea de la mente, una enfermedad que destruye
el alma, que la imposibilita para amar.
Cuando la
sexualidad sirve al amor y a la vida, está sirviendo y glorificando al autor de
la Vida. Cuando la sexualidad no sirve a la vida, sirve a la muerte (aborto,
abandono de niños, abusos sexuales de niños, enfermedades venéreas).
III. LA INDUSTRIA PORNOGRÁFICA
CASTIGADA POR LOS INCENDIOS
California
es la capital de la pornografía estadounidense, donde se produce alrededor del
70% de la pornografía legal. La mayoría de esas películas se hacen en casas de
alquiler, alrededor del 60% del total de la industria porno. Las colinas
de Hollywood, Beverly Hills, Malibú son lugares populares donde las casas de
alquiler están disponibles para hacer pornografía.
El 25% de
la pornografía se hace en los estudios, como «Brazzers»,
«Penthouse», y «Score».
El Valle
de San Fernando todavía es el hogar de varias de las compañías de producción
más influyentes de la industria, incluyendo «Wicked
Pictures», «Vivid Entertainment» y «Evil
Angel Productions».
Así, en relación a los incendios de California, ¡hay
mucho para pensar! [3]
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