Guillermo Ospina tuvo que superar su
propio duelo al enviudar tras 68 años de matrimonio.
Guillermo Ospina quiere evangelizar hasta su último
día, ayudando a quienes acuden pronto al juicio de Dios.
Los
ancianos de la Fundación Hogar Madre Marcelina de Bogotá tienen una ayuda
inestimable para prepararse a morir: la de Guillermo Ospina, quien ha hecho de esa misión una labor
específica de apostolado. Así lo cuenta Ana Beatriz Becerra en un reportaje en Portaluz: Todos
sabemos que algún día moriremos, pero quizá no meditamos sobre ello hasta que hemos vivido la pérdida de alguien que amamos. Fue precisamente la experiencia
de Guillermo Ospina Archila cuando
su esposa -con quien llevaban ya 68
años de matrimonio- enfermó y finalmente vivió su pascua. En aquellas
horas, junto con sobrellevar el dolor, Guillermo -aferrado a la esperanza que
nutre la fe- intentó consolar lo mejor que pudo a más de un miembro de su
familia que resistía la pérdida, embargados en la tristeza.
Algunos
meses después, tuvo que adaptarse y aceptar el vivir en la Fundación Hogar Madre Marcelina
(Bogotá, Colombia). Estando allí, cuenta a Portaluz,
aquella experiencia, donde vio a sus más cercanos desbordados de interrogantes
existenciales (¿Por qué la muerte? ¿aquí acaba
todo? ¿qué certezas hay de algo más?) le motivó a escribir una Guía católica para la
evangelización sobre la realidad de la muerte y de la vida eterna.
“La finalidad de la guía es ayudar
a la gente a orientarse… llegué a la conclusión de que Dios quería que
escribiera esto, esa fue la misión que entendí recibí de Él”, nos comenta.
EVANGELIZAR
MIENTRAS TENGAS VIDA
Resulta
admirable que a sus 87 años Guillermo vive tal celo de apostolado que contagia
la misma esperanza que alienta la Guía…: “Empecé a
trabajar para los viejitos, porque ya
sienten que se van a morir y todo el mundo quiere saber cómo es la otra vida,
entonces a mí me dio también por averiguar que hay después de esta vida” señala
sonriendo, en amena conversación.
Guillermo
transmite la vitalidad de quien no teme pues, aunque en apariencia su muerte
pueda estar a la vuelta de la esquina, es de fe inamovible en Dios y con este
sello se preocupó también de los contenidos de la Guía. “Todo está tomado exactamente de la Biblia católica y del magisterio
de la Iglesia”, corrobora y sin tomar respiro señala que los lectores
podrán con ella prepararse a una muerte
santa y no temer aquel momento, que es solo un paso apenas, pero
inevitable y que debemos considerar.
Para dar
mayor peso a sus palabras, Guillermo menciona al Santo Padre… “El Papa Francisco ha invitado a tomar en serio la vida y
a ser conscientes de que la muerte llegará para todos… y al llegar, el destino
eterno de una persona está definido. No
hay segunda oportunidad después de la muerte. Es un hecho incontrovertible”,
señala.
Efectivamente,
en homilía el pasado 3 de
noviembre de 2017 el Pontífice recordaba a todos que “la muerte hace
definitiva la «encrucijada» que ya está ante nosotros aquí, en este mundo: la
senda de la vida, es decir, con Dios, o la senda de la muerte, es decir,
lejos de Él”.
UN
SACERDOTE AGRADECIDO
Feliz de
poder compartir su apostolado Guillermo nos cuenta que el sacerdote capellán
del hogar donde vive, tras ser el primero en leer su escrito le
confidenció el impacto que le produjo el texto: “Me dejaste toda la noche sin dormir”, fueron
sus palabras, dice.
En
Guillermo se mezclan la sabiduría de los años con una forma de comunicar lo que
le apasiona, como cascada que desborda de vitalidad y busca abrirse paso con
fuerza, que suele ser propio de los años de juventud. Le urge transmitir su
certeza de la eternidad… “Cada uno de los que
vamos llegando al geriátrico, estaremos
ante y con Nuestro Señor Jesucristo, los dos solos, contemplando totalmente al
descubierto los actos, palabras, pensamientos y omisiones de nuestra vida,
el cómo yo he debido ser y no fui, lo que debiera haber hecho y no hice”, señala
y se queda unos segundos con la mirada sostenida, como si estuviese
contemplando un paisaje más allá de las paredes de su habitación.
“NADA
QUEDA OCULTO”
Y luego
retorna, retoma fuerza como si la vida le fuese en ello advierte que mientras
se nos esté concediendo el don de estar vivos, tenemos oportunidad pues lo que
ocurra con nosotros después fallecidos “no será
consecuencia solamente del mal que hayamos hecho, sino también del bien que
hayamos dejado de hacer. Seremos
examinados sobre nuestro ejercicio personal de las catorce obras de
misericordia” reflexiona y remata diciendo que “nada queda oculto, no es posible ocultar algo”.
Su
anhelo, señala, es que todos puedan al final de sus días escuchar aquellas
palabras que Cristo le dijo al buen ladrón:
«Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el
Paraíso».
Publicado en Portaluz.
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