ROMA DECLARA QUE TODOS PERDONARON Y «MURIERON POR ODIO A LA FE», MUCHOS EN DEFENSA DE LA IGLESIA
La mañana de este 22 de junio, el Dicasterio de los
Santos reconoció a 20 nuevos mártires, que perdieron la vida "por odio a
la fe" a manos de milicianos republicanos durante la Guerra Civil española.
La mañana de este 22 de junio, el
Papa Francisco ha aprobado el decreto que
reconoce el martirio de 20 católicos asesinados por milicianos en el marco de la persecución
religiosa que tuvo lugar durante la Guerra Civil española.
El sacerdote y párroco Manuel González-Serna Rodríguez encabeza
el listado total de 10 sacerdotes y 9 laicos
martirizados y 1 seminarista.
Entre ellos, además de
sacerdotes, había una sacristana de 68 años, un
abogado, un farmacéutico, un carpintero y varios miembros de consejos
parroquiales. Aunque asesinados en la diócesis de Sevilla, los había de Huelva,
Cádiz y Granada. El más joven, Enrique Palacios
Monrabá, tenía 19 años. Fue fusilado junto a su padre, Manuel Palacios
Rodríguez.
Entre los rasgos comunes, todos
carecieron de un juicio regular y en su mayoría fueron encarcelados antes de su "muerte violenta" por "odio a la
fe" en la archidiócesis
de Sevilla. Muchos de ellos "oraron, se
animaron, confesaron y expresaron palabras de perdón para los verdugos". La
mayoría pertenecían a la Adoración Nocturna, Acción
Católica o se significaron intentando impedir que se cometieran
actos violentos en templos o mientras se celebraba la Santa Misa, como es el
caso del sevillano Manuel Luque Ramos.
Juan José Asenjo,
arzobispo emérito de Sevilla, destacó hace unos años, en la
fase diocesana de la causa martirial, que todos ellos "invocaron
filialmente a la Virgen con el rezo del Santo Rosario" y que, en la
cárcel "confortaron a sus compañeros" al
tiempo que "nunca renegaron de su condición de sacerdotes o laicos fervientes".
"Sufrieron
con fortaleza vejaciones y torturas sin cuento y murieron perdonando a sus verdugos y orando
por ellos. Vivieron los instantes finales de su vida con serenidad y alegría
admirables, alabando a Dios y proclamando que Jesucristo era el único Rey y
Señor de sus vidas", detalló el arzobispo en 2016.
MANUEL
GONZÁLEZ-SERNA, EL PÁRROCO DE CONSTANTINA
El primer mártir mencionado por
el dicasterio es el sacerdote Manuel González-Serna Rodríguez. Nacido en
Sevilla el 13 de mayo de 1880, fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de
1902 y nombrado párroco de Constantina el 30 de octubre de 1911. Detenido la
noche del 19 de julio de 1936, el 23 de julio siguiente fue conducido a la
iglesia parroquial de Constantina, donde tras sufrir todo tipo de
insultos en la plaza pública fue ejecutado en la sacristía. Ya desde
antes de su martirio, su fama de santidad era notoria entre los fieles.
Esquela del sacerdote Manuel
González-Serna y Rodríguez, martirizado "por las turbas
revolucionarias" en España el 23 de julio de 1936.
MARÍA
DOLORES SOBRINO CABRERA, LA SACRISTANA DE 68 AÑOS
La segunda mártir de la localidad
de Constantina era una piadosa mujer de 68 años, comprometida con la parroquia
como sacristana. Fue asesinada el mismo día y el mismo lugar que el párroco
González-Serna. Una vez martirizados, profanaron ambos cadáveres y
los dejaron en las calles hasta que, al día siguiente, un
camión los llevó al cementerio.
ENRIQUE
PALACIOS MONRABÁ, SEMINARISTA DE 19 AÑOS, Y SU PADRE MANUEL PALACIOS
Es el único seminarista de
los nuevos mártires. Tras concluir su primer año de estudios de Teología,
marchaba a su casa de vacaciones a finales de junio de 1936 cuando fue detenido y asesinado junto a su padre, el también mártir Manuel Palacios
Rodríguez en la prisión de
Cazalla de la Sierra el 5 de agosto de 1936. Tenía 19 años y seis hermanos, que
quedaron huérfanos.
AGUSTÍN
ALCALÁ HENKE, ABOGADO ASESINADO EL PRIMER DÍA DE GUERRA
Este abogado y empresario fue
fusilado en Sevilla el mismo día que comenzó el alzamiento militar en África,
el 17 de julio de 1936, y murió al día siguiente. Sus dedicaciones,
marcadamente cristianas tanto en el ámbito laboral y político desde la Doctrina Social de la Iglesia, como
en la piedad popular y la caridad en las Conferencias de San Vicente de Paúl
le convirtieron en objetivo prioritario de la "justicia
y revolución popular". Sus verdugos desoyeron el compromiso
cristiano de Alcalá Henke con sus trabajadores como resultado del catolicismo
social del momento, que lloraron su pérdida.
Uno de los mártires de Sevilla,
el abogado Agustín Alcalá Henke.
JOSÉ
VIGIL CABRERIZO, PRIMER SACERDOTE ASESINADO, EL MISMO 18 DE JULIO
Agustín Alcalá fue tiroteado el
17 de julio, pero era laico. El 18 de julio por la tarde era asesinado el
sacerdote José Vigil, encargado del barrio
de San Jerónimo de Sevilla. Los milicianos buscaban falangistas y entraron en
su casa, donde vestía de civil y estaba su familia. En la casa le dispararon
dos veces, con voluntad de dejarlo herido. Luego lo sacaron a la calle, le
quitaron la cartera, vieron que tenía estampitas para los niños y
dijeron: "Este es beato", disparándole otro tiro en el hombro izquierdo.
Parecía que iban a
dejarlo vivo, pero un miliciano dijo "No lo dejéis, que es el cura de San
Jerónimo" y metiendo la pistola entre los cuerpos de su madre y hermanas le
disparó otro tiro en el vientre. Cayó declarando: "Yo
los perdono como Dios Nuestro Señor perdonó a sus enemigos". Rogó a
los milicianos que no dañasen a sus padres y hermanas. Aún le dieron otro
disparo más sin acabar de rematarlo (su hermana mayor le cubría la cabeza con
su cuerpo) y agonizó durante una hora. Parece que fue el primer
sacerdote asesinado durante la Guerra Civil.
MARIANO
Y GABRIEL LÓPEZ-CEPERO Y MURU, DOS HERMANOS
Eran dos hermanos de Cazalla de
la Sierra; Mariano, nacido en 1883, había sido teniente de alcalde del pueblo.
Gabriel era padre de siete hijos y miembros del consejo parroquial. Ambos
fueron detenidos en la prisión de Cazalla de la Sierra y ejecutados el 5 de
agosto.
CRISTÓBAL
PÉREZ PASCUAL, EL FARMACÉUTICO DE CAZALLA
El delito que le valió la condena
a muerte a este mártir no fue otro que pertenecer igualmente al consejo
parroquial y haber abierto una farmacia, desde la que procuró desarrollar una intensa actividad asistencial y benéfica. También lo
fusilaron en la cárcel de Cazalla el 5 de agosto de 1936. Tenía 48 años.
JOSÉ
MARÍA ROJAS LOBO, 26 AÑOS, TIROTEADO MIENTRAS HUÍA
Nacido en Sevilla el 29 de
septiembre de 1910, era abogado y miembro del partido católico Acción
Popular. Durante el verano de 1936 acudió con su familia a Marchena donde
fue detenido por milicianos republicanos. Cuando llegaron tropas del bando nacional,
muchos presos, incluyendo Rojas, trataron de huir y les dispararon. Gravemente
herido, falleció cinco días después.
MANUEL
LUQUE RAMOS, EL RECADERO DE LAS MONJAS
El segundo de los marcheneros
martirizados era recadero y sacristán de las
monjas Clarisas y vivía con su madre viuda cerca del
monasterio. El 18 de julio de 1936 se opuso a un grupo de revolucionarios
que querían entrar en la iglesia durante la Santa Misa. Detenido al día
siguiente, también le dispararon durante el intento de fuga, y murió días después
en el hospital de Marchena el 22 de julio de 1936.
EL
PÁRROCO DE EL SAUCEJO, RAFAEL LOBATO PÉREZ, Y SU HERMANO SALVADOR, CARPINTERO
Al empezar la violencia, el
párroco de El Saucejo, Rafael Lobato, de 35 años, y su hermano Salvador, de 31,
que era carpintero, es escondieron en casa de una vecina, pero los milicianos
fueron a buscarles, y les llevaron a un camino fuera del pueblo donde les
fusilaron el 21 de agosto de 1936. Parece que el carpintero podría haber
salvado la vida si hubiera aceptado separarse de su hermano sacerdote.
MARIANO
CABALLERO RUBIO, VICEPÁRROCO DE HUELVA
Nacido en Alájar (Huelva) en
1895, fue ordenado sacerdote en 923 y nombrado vicepárroco en Huelva en 1934.
Vio la quema de su iglesia el 21 de julio, huyó y le escondió una familia en
Punta Umbría, pero los milicianos terminaron por dar con el sacerdote, que una
vez arrestado fue conducido hasta el muelle de Huelva
por una multitud armada. En su
traslado se encontró con el Fiscal de la Audiencia, Narciso Pascual,
respondiendo a sus palabras de aliento: "Estoy
completamente resignado en las manos de Dios". Llegados al
muelle, un joven de unos 16 años, armado con una pistola, le
disparó a quemarropa en la espalda, dejándole gravemente
herido. El disparo y la consiguiente hemorragia causaron su muerte en el
hospital el 23 de julio de 1936.
RAFAEL
MACHUCA Y JUÁREZ DE NEGRÓN, SACERDOTE DETENIDO EN UN BALNEARIO
Tenía 54 años y era vicepárroco
de la Asunción, en su pueblo, Estepa (Sevilla). Cada año, por indicación del
médico y con permiso del obispo, acudía en julio a un balneario, en este caso a
Carratraca (Málaga), a tomar aguas medicinales. Allí le atraparon los
milicianos (a él y 10 personas más, incluyendo otros dos sacerdotes). Los
enviaron a Málaga presos "por su
seguridad", dijeron, donde pudieron alentar y confesar a otros
prisioneros durante algunas semanas. Después, el 30 de agosto, tras un
bombardeo de la aviación nacional sobre Málaga, fueron fusilados en represalia
120 presos, incluyendo varios sacerdotes, y Machuca entre ellos.
COMO ELLOS FUERON
ASESINADOS OTROS CINCO SACERDOTES QUE ACABAN DE SER IGUALMENTE RECONOCIDOS COMO
MÁRTIRES POR EL PAPA FRANCISCO:
- Francisco de Asís Arias Rivas (párroco
de Lora del Río),
-
Juan María Coca Saavedra (vicepárroco
de Lora del Río),
-
Miguel Borrero Picón (vicepárroco
de Utrera),
- Pedro Carballo Corrales (párroco
de Santa Maria de Guadalcanal),
- Antonio Jesús Díaz Ramos (administrador
parroquial en Cazalla de la Sierra);
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