Santo Ángel de mi Guarda, compañero inseparable en mi peregrinar hacia el cielo, despierta en mí, ferviente deseo de santidad, ferviente deseo de amar el Sacratísimo Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María, con el mismo amor con que tú los amas; ferviente deseo de obediencia a la Iglesia y a su Magisterio.
Santo Ángel de mi Guarda, enséñame las sendas que me conducen hacia el cielo y haz que luche incesantemente por alcanzarlo. Enséñame a descubrir las más leves imperfecciones de mi alma y a buscar el estado de perfección al que Dios me llama. Entra en mi corazón y enséñame la manera de sentir tu presencia, presencia que da desahogo a mi alma y descanso a mi espíritu. Enséñame la forma de escuchar tu voz, voz que siempre me acompañará hasta el día en que me presentes a la casa de mi Padre.
Amén.
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