El diablo odia la luz, ya que le recuerda a Jesús, la "Luz del mundo".
Por: Philip Kosloski | Fuente: Aleteia
Existe una antigua tradición de repartir cirios -velas, candelas- bendecidos en
la fiesta de la Presentación del Señor el 2 de
febrero.
En realidad, cualquier sacerdote
puede bendecir velas cualquier sacerdote en cualquier día del año.
La cosa
es que la bendición convierte a estas velas en «sacramentales«, una
extensión de los sacramentos de la Iglesia y un canal de la gracia divina.
La luz disipa las tinieblas
Un beneficio espiritual de las velas bendecidas es su capacidad para expulsar a los demonios. Esto se muestra claramente en la bendición que se encuentra en el Ritual Romano.
Señor
Jesucristo, Hijo del Dios viviente, bendice + estas velas a nuestra humilde
petición. Concédenos, Señor, por el poder de la santa + cruz, con una bendición
de lo alto, tú que las diste a la humanidad para disipar las
tinieblas.
Que la
bendición que reciban de la señal de la + santa cruz sea tan eficaz que dondequiera que se enciendan o se coloquen,
los príncipes de las tinieblas salgan temblando de todos estos lugares, y huyan
atemorizados con todas sus legiones, y nunca más se atrevan a molestar a los
que te sirven, Dios todopoderoso, que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Cristo ilumina
Las velas siempre se han utilizado en la Iglesia tanto de forma
simbólica como sacramental.
Desde la antigüedad, la vela encendida se ha visto como un símbolo
de la luz de Cristo.
Esto se expresa claramente en la vigilia pascual, cuando el diácono o el
sacerdote entra en la iglesia a oscuras con el único cirio pascual.
Jesús vino a nuestro mundo de pecado y muerte para traernos la luz de
Dios. Expresa claramente esta idea en el Evangelio de Juan:
«Yo soy la luz del
mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de
la vida».
Juan
8,12
El
Misal también incluye una oración de bendición de las velas que lo resalta:
«Oh Dios, fuente y
origen de toda luz, que has mostrado hoy a Cristo, luz de las naciones, al
justo Simeón: dígnate santificar con tu + bendición estos cirios; acepta los
deseos de tu pueblo que, llevándolos encendidos en las manos, se ha reunido
para cantar tus alabanzas, y concédenos caminar por la senda del bien, para que
podamos llegar a la luz eterna. Por Jesucristo nuestro Señor».
Debemos
recordar que la vela en sí misma no «expulsa» los demonios, sino que
es Jesús, la «Luz del Mundo» quien lo hace.
Dado
que los demonios desprecian toda luz y moran eternamente en la oscuridad, es
apropiado que las velas bendecidas tengan este efecto.
Pídele
a su sacerdote local que bendiga las velas que puedas tener, y úsalas al
rezar, pidiéndole a Dios que saque cualquier oscuridad que pueda haber en
tu vida.
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