EN EL MES DEL SAGRADO CORAZÓN, ESTE FIEL ANIMA A VIVIR DESDE LA FE Y LA CASTIDAD
"En el llamado “Orgullo LGTBIQ+”, son
numerosas las voces que abogan tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica,
por que ésta cambie sus enseñanzas sobre los actos sexuales homosexuales",
comienza escribiendo este católico con tendencia homosexual.
En junio de 1977, algunos cientos
de personas celebraron el primer "día del orgullo" en España. Hubo detenciones, pancartas y
proclamas como "la Iglesia no nos acepta, pero Dios nos
quiere". Desde
entonces, el lobby LGBT ha ido cobrando peso y fuerza, hasta el punto de que el
antes conocido y aceptado como "mes del
Sagrado Corazón" es cada vez más asumido como "mes del orgullo".
Lo cierto es que ni el "orgullo" representa a todas las personas homosexuales,
ni la Iglesia rechaza a las personas con estas tendencias.
Tras su paso por organizaciones
católicas como Courage, o simplemente por un sagrario, muchos expresan que es
posible vivir cristianamente, con paz, amistad y castidad.
Un ejemplo es un testimonio que
vemos en el blog de Religión en
Libertad del sacerdote Jesús María Silva Castignani.
PRIMEROS
ENCUENTROS, CADA UNO PEOR QUE OTRO
Su "historia"
comenzó hace ya 17 años, con 13,
cuando fue consciente de su atracción por otros hombres en el colegio. Decidió tener sus "primeros encuentros" con otros
homosexuales, aun sabiendo "perfectamente"
gracias a su formación cristiana que "los
actos homosexuales, como los actos sexuales fuera del matrimonio", no
le llevarían al bien.
No tardó tiempo en comprobarlo.
Aunque tuvo "tres encuentros -que gracias a
Dios no fueron relaciones sexuales completas-", recuerda que tras
cada uno de ellos "se sentía peor que tras el
anterior".
"Yo acudía en
busca de amor y cariño y lo único que encontraba era una búsqueda de
placer momentáneo y vacío", admite.
No hubo un cuarto encuentro: "Decidí que, dijeran lo que dijeran las modas, viviría
mi sexualidad tal y como enseña la fe en la que creo. Y no
puedo sino darle las gracias a Dios por esa decisión, que llega hasta el día de
hoy".
PEDIR
AYUDA A DIOS, PERDONAR Y HACER EJERCICIO: "SE PUEDE VIVIR DE ESTE
MODO"
En 17 años ha pasado por
dudas, momentos difíciles e incluso considerado si esa "cruz"
tomada libremente podría ser "quizá
demasiado grande".
Pero con una vida de gracia y
voluntad de vivir la santidad, explica, "se puede
vivir de este modo si se invoca la ayuda de Dios".
Entre sus muchos motivos de
agradecimiento a Dios, también menciona poder haberse conocido a sí mismo.
Gracias a ello, añade, "he
identificado una serie de heridas emocionales en mi vida que poco a poco voy sanando usando el perdón a
las personas que me las causaron". Un perdón que no solo le ha
ayudado a sanar interiormente, sino también llevado a "una gran
reducción de la tendencia homosexual".
A ello también le ha ayudado "trabajar la masculinidad" mediante el ejercicio. Marcado "desde siempre" por complejos de
inferioridad -que afirma convencido que "se da
en un altísimo porcentaje de hombres" con esta tendencia-, el
deporte también ha jugado un papel importante para superar esos complejos, "reafirmarse" en su corporalidad y en su
dimensión trascendente.
Junto con la oración y la
sanación interior, este joven homosexual de 30 años asegura que el ejercicio
físico puede contribuir a la autoestima y a reafirmar la corporalidad frente a
las inseguridades presentes en hombres homosexuales.
"A día de hoy,
en el estilo de vida gay hay una gran exaltación de la belleza masculina y del
culto al cuerpo. Pero esa concepción del estado físico está pensada
no para sentirse bien con uno mismo, sino para ser considerado atractivo por
los demás (en otras palabras, querer
ser querido). Por tanto, subyace una idea del cuerpo orientado
hacia el exterior y no hacia uno mismo", observa.
UNA
PREGUNTA "DESDE EL MÁXIMO RESPETO": "¿SOIS FELICES?"
En su caso, no tuvo más que tres "encuentros", pero en ese lapso fue
consciente de que la felicidad y el soporte
emocional que busca no se encuentra en
estos eventos. Dirigiéndose "desde el máximo respeto"
a quienes han optado por mantener relaciones, les invita a "pararse un momento" y hacerse una
pregunta "en el silencio del corazón".
"¿Sois
felices con vuestra vida? Si la respuesta es que no, os invito a pedir a Dios que os lleve a
esa felicidad a la que todos como seres humanos aspiramos, teniendo en cuenta
que tal y como dice el salmo 19, 8 `Los mandamientos del Señor son rectos y
alegran el corazón´", plantea.
También transmite el ánimo y aliento "un trillón de veces" a quienes han optado por
vivir la castidad. Aporta su ejemplo
para afirmar "que en este camino habrá momentos de duda y de zozobra",
viendo como "hermanos y amigos irán
entrando en dinámicas diferentes a la nuestra" y siendo posible que
esto "cause desubicación o soledad".
Él mismo afirma que sería absurdo
negar que eso va a pasar. Pero si pasa, escribe,
"lo que ha de hacerse es pedir a Dios que nos ayude a seguir este
camino hacia Él y cuando mayor sea el sufrimiento que pueda
haber, más insistencia debería haber en este ruego".
"RECHAZAR
LOS ACTOS, JAMÁS A LAS PERSONAS"
Buena parte del documento se
encuentra motivado por las "numerosas
voces" que "abogan porque la
Iglesia cambie sus enseñanzas" al respecto. Precisamente por ser
homosexual, son especialmente reveladoras las palabras que dirige a la Conferencia Episcopal alemana, poniendo "en
entredicho estas enseñanzas dentro de la propia Iglesia".
Convencido de la importancia "de que se alcen voces defendiendo esta postura
de rechazo a los actos -que jamás a las personas- homosexuales",
se dirige a quienes desde la Iglesia disienten de sus enseñanzas sobre
la homosexualidad: "A ellas les suplico que
sean muy prudentes y que sean conscientes de que un consejo ambiguo o
interpretable pensado más en agradar que en decir la verdad, puede empujar a
que esa persona se meta en una espiral de sufrimiento e infelicidad de
la que es muy difícil salir. La misericordia no es un fin en sí mismo, sino que
es el camino sobre el que va la verdad".
Para el autor de esta carta, no
se trata solo de que lo enseñado "por medio de
la Revelación esté bien", sino que en este caso, vivir la
homosexualidad desde la práctica de la virtud "es
bueno para nosotros y nos dará la mayor felicidad posible en esta vida y quizá
algún día también en la otra".
Antes de concluir, se dirige a
los que desde la Iglesia "comparten las
enseñanzas de su magisterio" y les hace una última súplica, "que sean tan misericordiosos a la hora de acoger a
las personas con tendencia homosexual (vivan como vivan), como
valientes a la hora de decir la verdad".
"En ocasiones
no se ha aplicado en este tema la máxima de diferenciar entre acto y autor. Y eso jamás es
correcto. Igual que ha de decirse la verdad, ésta ha de ser dicha con
misericordia", concluye.
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