Creo que cada uno responderá a esta pregunta de
manera diferente… Pero empecé a interesarme más en el asunto cuando leí en el Christian
Science Monitor lo que pasó con Dean Potter en el magnífico Parque Nacional de
Yosemite, cerca de San Francisco, en el estado de California, donde él y su
amigo Graham Hunt saltaron de una montaña de aproximadamente 1070 metros.
La trágica muerte de Potter, considerado uno de los deportistas más
visionarios, talentosos e intrépidos del mundo, sorprendió a muchos, pues él
era considerado el líder en los deportes que practicaba: saltos BASE (BASE
jumping), escalada libre solo y caminar sobre cuerdas. Los que conocen los
deportes extremos saben que los saltos BASE son considerados los más
peligrosos.
En una de sus entrevistas, Potter dijo que empezó con ese deporte para
vencer su propio miedo a las alturas. También sabía de los riesgos, y que
parecía una locura pensar que podía volar, pero dijo que “para poder lograrlo, hay que verdaderamente creerlo”.
Vencer el miedo es algo extremamente importante para el éxito
profesional, para tomar decisiones personales y para la salud. Pero es posible
vencerlo sin irse a los extremos. En mi caso, he vencido el miedo varias veces
con una visión más amplia del Amor divino, que lo abarca todo y a todos en paz
y armonía. Cuando se entiende más de ese Amor divino que sana, protege y ama
incondicionalmente, uno se siente tranquilo, y esa tranquilidad hace que uno
tenga un pensamiento mucho más equilibrado.
En términos de la relación entre el miedo y la salud, me gusta lo que
dice la metafísica cristiana Mary Baker Eddy, al afirmar que “el temor es la fuente de la enfermedad y dominas el
temor… por medio de la Mente divina; por lo tanto, es por medio de la Mente
divina que vences la enfermedad”.
He visto la veracidad de esa afirmación en algunas personas y en mí
misma. Recuerdo una vez que me desperté por la madrugada temblando mucho.
Primero pensé que se debía simplemente al frío, pero cómo no pasaba, me
levanté, y al prender la luz y mirarme al espejo, además del temblor, vi que
uno de mis ojos estaba muy rojo. Fue entonces que volví a la cama y empecé a
orar, o sea, con mucha tranquilidad empecé a sentir más profundamente la
presencia sanadora del Amor divino, a confiar sin dudar en lo que es bueno y
armonioso, y a reconocer que lo natural es vivir en paz y con buena salud. Y
eso es posible cuando uno se siente conectado a la Mente divina.
El temor desapareció, y también los síntomas. Me volví a dormir, y
cuando me desperté por la mañana, ya no temblaba, mi ojo ya no estaba tan rojo,
y al fin del día estaba totalmente normal.
Seguramente cada uno puede encontrar su manera de vencer el miedo con
relación a todos los aspectos de la vida. Cuando lo hacemos, descubrimos lo
mejor de nosotros, quienes somos verdaderamente, inseparables del Amor divino,
y así podemos vivir con tranquilidad, con equilibrio y con buena salud.
Leide Lessa es
Maestra de la Ciencia Cristiana y escribe sobre la relación entre la salud y la
espiritualidad. Twitter: @leidelessa
Email:
lessal@csps.com
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