"Seguían ellos su camino.
Jesús entró en una aldea, donde una mujer llamada Marta le recibió en su
casa. Marta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies de
Jesús, escuchaba sus palabras. Pero Marta, atareada con sus muchos
quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo:
– Señor, ¿no te importa que mi
hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.
Jesús le contestó:
– Marta, Marta, estás preocupada e
inquieta por muchas cosas; sin embargo, solo una es necesaria. María ha
escogido la mejor parte, y nadie se la quitará."
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Marta y María nos representan a todos. Hay dos
maneras de enfrentarse a la vida. Inquietos, buscando cada día más, creyendo
que nunca hacemos bastante. O poniendo nuestro corazón en lo que hacemos,
buscando profundizar en la vida.
Esto nos puede ocurrir con todo lo que hacemos. Podemos, con toda la buena fe del mundo, volcarnos en servir al que se nos acerca, o podemos escucharlo para saber que es realmente lo que necesita.
Hacemos muchas oraciones, realizamos muchas ceremonias y ritos, y, quizá, nos olvidamos de escuchar a Jesús; de sentarnos a sus pies y dejar que penetre en nuestro corazón.
No se trata de elogiar la pasividad, si no de darse cuenta de que sólo con la actividad no tenemos suficiente. Que debemos dedicar momentos a entrar en nuestro interior, a conectarnos con Dios. El verdadero maestro está en nuestro interior. Es allí donde escucharemos la voz de Jesús, que nos enseñará la auténtica verdad sobre nosotros. Allí nos mostrará el camino a seguir en nuestras vidas.
Hay que saber encontrar el equilibrio entre el hacer y el reflexionar, entre entregarse y saber escuchar.
Esto nos puede ocurrir con todo lo que hacemos. Podemos, con toda la buena fe del mundo, volcarnos en servir al que se nos acerca, o podemos escucharlo para saber que es realmente lo que necesita.
Hacemos muchas oraciones, realizamos muchas ceremonias y ritos, y, quizá, nos olvidamos de escuchar a Jesús; de sentarnos a sus pies y dejar que penetre en nuestro corazón.
No se trata de elogiar la pasividad, si no de darse cuenta de que sólo con la actividad no tenemos suficiente. Que debemos dedicar momentos a entrar en nuestro interior, a conectarnos con Dios. El verdadero maestro está en nuestro interior. Es allí donde escucharemos la voz de Jesús, que nos enseñará la auténtica verdad sobre nosotros. Allí nos mostrará el camino a seguir en nuestras vidas.
Hay que saber encontrar el equilibrio entre el hacer y el reflexionar, entre entregarse y saber escuchar.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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