Los católicos estamos poniendo
mucho énfasis en el ataque que estamos sufriendo de parte del mundo occidental
laicista que está expulsando a las religiones del área pública, pero no tendría
el efecto que vemos si el cristianismo estuviera compacto y tuviera la fe que
tenían los primeros cristianos.
Aquí nos encontramos ante el
dilema del huevo o la gallina, que es primero, porque esta actividad y actitud
del mundo laicista occidental sólo sería posible en esta magnitud sí el
cristianismo no está fuerte.
Sí
cristianismo está fuerte y cree realmente en la doctrina, es capaz de salir a
evangelizar de nuevo y crear los antídotos ante estos ataques; podría
recomponer la cultura que se está perdiendo.
Pero el
cristianismo está desvaneciéndose dentro de los propios cristianos.
Hay
una herejía monumental en nuestro tiempo que supera a la herejía más grande que
ha sucedido en el catolicismo, que fue el arrianismo, la cual negaba
abiertamente la divinidad de Cristo.
Ahora existe lo que llamamos
un arrianismo
sigiloso, que no niega abiertamente ni proclama a toda voz desde los
púlpitos la no divinidad de Cristo en las palabras, sino que la niega en sus
acciones.
Durante por lo menos los últimos 50 años los
arrianistas sigilosos dentro de la Iglesia Católica ya sean laicos, religiosos
o sacerdotes, han hecho todo lo posible a su alcance para eliminar las cosas que apuntan a la divinidad
de Cristo y a la sobrenaturalidad de nuestra fe.
Ejemplo de esto ha sido el despojamiento en las iglesias del arte sagrado, la arquitectura
sagrada, la música sagrada e incluso de los elementos sagrados del santo
sacrificio de la misa.
Se
ha perdido la maravilla. Y eso es lo que lleva a muchos católicos a
presentarse a recibir la Eucaristía vestidos de manera inconvenientes, tomando
la ostia como si estuvieran metiendo la mano en una bolsa de papas fritas y sin asombrarse del milagro; y esto se
trasmite a todos a través del clima en el propio templo.
Pensemos
en la transubstanciación, que aunque se diga que cristo está con su cuerpo
y sangre en la hostia consagrada, en el fondo pocos creen en ello, sino lo tratan de una explicación piadosa
medieval, de algo simbólico.
Lo
más sorprendente es que estos individuos de vez en cuando asisten a misa, porque en
realidad no tienen por qué participar en misa ya que descreen de muchas de las
cosas que hacen a la maravilla del regalo que nos hizo Jesucristo de vida
eterna.
Los
últimos
hallazgos de las investigaciones son sombríos porque la gente está
dejando en masa la religión.
Y esto es porque la iglesia se ha ido convirtiendo en una ONG que realiza obras de caridad
y practica el buenismo, con reuniones sociales básicamente los domingos.
El
problema es el modernismo, que es la idea
de que lo sobrenatural
no es creíble en esta época moderna y ha sido superado por los conocimientos
científicos.
Habido una fantástica
estrategia de desmitologización de las historia de la Biblia, eliminando los
milagros y elementos sobrenaturales de los evangelios.
Lo que ha tenido una influencia muy grande los seminarios, que luego se ha transmitido
a los púlpitos en todo el mundo.
El proceso se vendió como un pasaje desde un catolicismo infantil a un catolicismo maduro.
Las historias sobrenaturales tuvieron que ser
eliminadas porque no encajaban con el mundo moderno; las doctrinas relativas con demonios, ángeles, cielo e infierno fueron
extirpadas a través del silencio de los púlpitos porque se consideraban
primitivas y medievales y poco creíbles para gente moderna
Y lo peor que esto no partió de los laicistas
presionando a la iglesia, sino que partió
del propio seno de la iglesia, que vació este contenido sobrenatural.
Se llegó a la concepción de que la religión que profesamos es hecha por el
hombre y puede ser cambiada su doctrina a los antojos y modas del
momento, y que en realidad los milagros
no ocurren.
Así católicos y protestantes por igual crearon de
la religión cristiana una organización
de buenas obras en la tierra.
En lugar de la alimentación de los cinco mil que
habla la Biblia, desde los púlpitos se ha hablado que el verdadero milagro es el hecho de que todo el mundo comparte la cena,
y así muchos sacerdotes cuando hablan de la eucaristía se refieren a ella como
la Cena del Señor, como si fuera un acontecimiento social y no un hecho
sobrenatural en el que Cristo se da a nosotros con su sangre y su cuerpo.
Todo ha sido sigilosamente y
secretamente reinterpretado por la eliminación de la explicación sobrenatural, dándole
a las palabras otro significado que el que originalmente tenían.
Por ejemplo cuando algunos dicen “Aleluya Cristo ha resucitado” quieren decir
que de alguna forma, las maravillosas enseñanzas de Jesús continúan siendo
practicadas por sus fieles seguidores, y lo mismo puede decirse del rol
de María en nuestra historia de salvación, cuando a María se la considera una
chica judía silenciosa, que tuvo una crisis de embarazo, y dio a luz a un gran
maestro.
Entonces son
innecesarios los sacramentos y una vida de arrepentimiento y de fe. Del
mismo modo que se han reinterpretado en muchos casos la confesión, que es
considerada para personas inseguras, y el matrimonio, en el que criterio actual
es que se puede ser flexible porque la misericordia es todo.
Pero la gente no es tonta y a la larga se da
cuenta. Su conclusión es que si la
religión que practican se resume a la paz, la justicia y el trabajo social,
entonces ¿qué sentido tiene levantarse temprano para ir a misa, escuchar
himnos mal cantados y tristes, una homilía mal preparada y en bancos incómodos?
¿Por qué no quedarse a dormir o ir a disfrutar del buen día con amigos?
Esto nos lleva a la triste realidad de que el
adoctrinamiento arrianista sigiloso dentro de la iglesia, que ha llevado al
rechazo de lo sobrenatural, ha sido tan grave, que sólo permanece un remanente en la iglesia que confía en el poder
sobrenatural de Dios.
Basta
conversar con la persona que tenemos al lado en el banco para darnos
cuenta de todo lo que se ha perdido en el campo sobrenatural.
Todo
esto nos hace débiles en lugar de guerreros poderosos y fuertes
listos para enfrentarse a los poderes del mundo satánico.
Hablando sobre la necesidad de
una nueva evangelización, el Papa Benedicto XVI dijo “el verdadero problema
de nuestro tiempo es la crisis de Dios, la ausencia de Dios disfrazada por una
religiosidad vacía”.
Esto termina derrumbándose por completo, por eso la disminución del número de
cristianos en occidente, y lo que es peor, la disminución de la presencia de la fe en los que aún quedan.
Este
ataque espiritual ha generado una epidemia de pereza espiritual que amortigua
la vida divina que Dios nos da.
Por eso el camino más seguro para recomponer el
cristianismo en occidente es volver a
la maravilla de la sobrenaturalidad, volver a oír y creer en las maravillosas
historias de milagros contadas por la Biblia y sentir y comprender que todo es gracia.
Foros de la
Virgen María
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