No suelo contestar a los
comentarios, porque si no no haría otra cosa. Tampoco puedo contestar a todos
los emails que recibo, salvo que ése fuera mi trabajo. Pero hoy voy a hacer una
excepción y voy a referirme a varios comentarios, porque algunos de ellos han
sido interesantes.
Un comentarista se refería a qué
se podía hacer para que el sacerdote no diera la espalda al sagrario. Éste es
un tema muy interesante. Es más, incluso cuando se celebraba dando la espalda
al pueblo, la cuestión se planteó porque no parecía muy adecuado prepararse
para la aparición del Cuerpo de Cristo sobre el altar, cuando ya estaba el
Cuerpo de Cristo a dos palmos de distancia. Ya hace siglos se dieron cuenta de
que no era lo ideal mostrar el milagro de la aparición de Cristo en la
elevación, cuando Cristo estaba a poca distancia, dando una impresión de
duplicidad.
El ingenio de siglos pasados
encontró la que para mí me parece la solución óptima: el óculo eucarístico.
Solución litúrgica que fue muy común en Aragón. El sagrario estaba en el centro
del retablo y se accedía a él por una escalera colocada detrás, fuera de la
vista del pueblo.
Si nos fijamos, a lo largo del
día son pocas las veces que hay necesidad de acceder hasta el sagrario (a veces
sólo una), y la gente ya estaba acostumbrada a que el sacerdote desapareciese
un momento para ir en busca del copón.
De esta manera, el retablo
cobraba un sentido mucho más impresionante: una exposición de la fe con la
Eucaristía en el centro. Y no sólo eso, sino que el genio litúrgico ideó que,
al comenzar la misa, un velo o unas compuertas se cerraban ocultando el
sagrario de la vista. Las compuertas de Molino Viejo (en Segovia) son
formidables. De manera que la aparición de la presencia de la Eucaristía sobre
el altar, se veía como presencia única en la nave central, y no con la
duplicidad sagrario-altar.
Obsérvese esto en el ejemplo del
retablo del Santuario de Torreciudad. En una hornacina está la imagen de la
Virgen y arriba está el óculo eucarístico. Sea dicho de paso, este retablo es
uno de lo más bellos de toda la Historia del Cristianismo.
Mañana intentaré contestar o comentar algunos de los interesantes
comentarios que han producido los pasados posts. Tema este que debe ser muy del
interés de mis lectores, porque el número de visitas al blog se multiplicó por
dos.
P.
FORTEA
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