lunes, 11 de julio de 2016

CINCO REGLAS PARA CONSOLAR A LOS MORIBUNDOS


La situación de los moribundos es especialmente compleja porque no sabemos que tanto se ha abierto el velo para recibirlos y tenemos dudas sobre su compresión de que su vida está llegando al final.

Hay testimonios de experiencias cercanas a la muerte que sugieren que la apertura del velo para pasar a la otra vida puede ser un proceso, que hay personas que vienen al buscar al moribundo (familiares, Santos, la Virgen María, Jesús, San José, etc.)

Y también hay otros sugieren que el moribundo presiente su fin desde un tiempo antes y pretende dejar las cosas en orden en ese tiempo que le queda.

Muchas veces negamos confrontar a la persona con la muerte suponiendo que es una fuente de dolor para el moribundo y no comprendemos sus necesidades en ese momento.

QUE SUCEDE CUANDO UNA PERSONA ATRAVIESA O ESTÁ POR ATRAVESAR LA PUERTA HACIA EL OTRO LADO

Muchos han tenido experiencias sobrenaturales con otras personas que han muerto o en el momento de pasar por el umbral de la muerte. En algunos casos los muertos se han comunicado con ellos trayendo un mensaje. Y en otros, los testigos han sentido la apertura del velo para que el moribundo pase a la otra vida, y experimentado el calor del alma saliendo del cuerpo y los aromas que llegan del cielo.

Por lo tanto antes de las recomendaciones de cómo actuar con un moribundo veamos algunas cosas que se saben.

Para verlo más en detalles lee este excelente artículo: Que nos pasa en el Último Minuto de la Vida Terrena [Antes del Pasaje]

Algunos estarán tentados a buscar una explicación que niegue la sobrenaturalidad de estas experiencias, pero son repetidas una y otra vez, incluso por varias personas a la vez.

Quien redacta esto halló un día a su madre muerta, y aunque no experimentó nada de esto, tuvo la sensación de que todo estaba bien cuando la encontró muerta en su cama a las 6 de la mañana.

LOS QUE QUEDAN SON TESTIGOS

Una cosa es cuando una sola persona informa algo efímero como una aparición. Y otra muy distinta cuando hay varios testigos. Ese fue el caso de una mujer llamada A.A. Carpenter, cuyo hijo de diecinueve años de edad, Wallace, murió de regreso después de la Primera Guerra Mundial.

Según lo dicho por su hermana, Marianna Carpenter Wieck, Wallace estaba estacionado en Iowa City, cuando fue víctima de una neumonía. Abatidos por el dolor, sus padres y la novia de Wallace, Letha, decidieron ir a Iowa City al día siguiente y se registraron en un hotel para pasar la noche.

Tratando de superar el dolor, mi madre luchó sin dormir en la cama esa noche, dando vueltas, llorando y orando”, escribió Marianna para una colección de cuentos llamado Angeles, Milagros y Encuentros Celestiales: Historias de la vida real de eventos sobrenaturales.

“De repente, levantó la vista y vio a Wallace de pie a los pies de su cama. Estaba apoyado en Jesús. Él se veía radiante. ‘Aquí todo es amor’ dijo para tranquilizarla. ‘Todo es amor’. Luego se marchó”.

Es fácil suponer que podría haber sido una ilusión causada por un trauma emocional, pero el hecho es que a la mañana siguiente – antes de que pudiera decirle a todos lo que había ocurrido (dudando porque no estaba segura de lo que los otros dos podrían pensar) – su marido de repente se aclaró la garganta y dijo con cautela, pero con decisión,

“Tuve una experiencia muy extraña anoche” – y llegó a decir que había visto a su hijo y que Wallace también le había dicho a él: “Aquí todo es amor. Todo es amor”.

Cuando su esposa gritó que ella había visto la misma cosa, Letha les hizo eco – ella también afirmó haberlo visto con el mismo semblante radiante, y que dijo lo mismo.

“Ese evento catapultó a la madre a más encuentros con el Señor ese año y a una estrecha relación, vibrante, con Él”, escribió Marianna.

Se convirtió en una mujer cambiada y sintió que Dios la llamaba a ser un evangelista. Poco después, ella comenzó a viajar por todo el país, compartiendo su testimonio, ayudando a iniciar iglesias y, a menudo contando la historia de la aparición de Wallace a sus seres queridos después de su muerte. Yo sólo tenía siete años entonces, pero cambió mi vida también. Siempre tuve la tentación de dudar, pero me acordaba de esta historia contada por tres personas que conocía y confiaba”.

LOS AROMAS AL CRUZAR EL VELO

La evidencia del otro lado, incluso viene con fragancia sobrenatural. Llámelo el perfume de los Cielos. En otro libro reciente, Citas con el Cielo, un doctor llamado Reggie Anderson de Alabama cuenta como un “regalo” la detección de la salida de los que mueren,

“he experimentado la apertura del velo – el velo que separa esta vida de la siguiente. Mientras sostenía las manos de la mujer que acababa de morir, sentí el calor de su alma pasando por mi mejilla cuando salió de su cuerpo, barrida por una brisa inexplicablemente fría en el cuarto. Olí una fragancia familiar de lila y cítricos, y yo sabía que el velo fue partido para que su alma pasara. Desde ese primer paciente, he andado con muchos otros a las puertas del cielo y los vi entrar en el paraíso“.

“En muchas ocasiones, mientras sostenía la mano a los moribundos, Dios me permitió mirar en entrada del Cielo donde vi cada deslizamiento del paciente en el otro mundo. Yo he sentido a Jesús en el otro lado, de pie en la entrada del cielo, dando la bienvenida a los muertos quienes son hechos todos de nuevo”.

“He vislumbrado colores surrealistas y vistas, y los sonidos se escuchan más intensos que cualquier cosa que he experimentado en este mundo terrenal. He aspirado el aroma de las lilas, los cítricos, el cedro recién cortado y el pan horneado – más fragante que nunca”.

Cuando el mal olor sulfuroso y el cuerpo envejece a rancio,

“el olor de los Cielos es completamente diferente. Nada en la tierra se le parece. Es a la vez de cítricos y flores, sin embargo, ningún bouquet domina al otro”.
“Es muy ligero y fresco, con toques de lila y cítricos, como el olor de la primavera, ya que se burla de los sentidos antes de estallar con su máxima fragancia”.

Muchos santos emanaban olores tales – lo que en el catolicismo conocemos como el olor o el aroma de la santidad.

Lo encontramos con María Esperanza. Se dice que proviene de las heridas del Padre Pío (o durante sus bilocaciones). Algunos dicen: una combinación de lilas y rosas. ¿Alguna vez se ha encontrado con este aroma (en los momentos de oración)?

Inhalando la esencia del cielo, sentí la paz y la quietud que sentía cuando niño me acostaba sobre mi espalda y miraba el cielo de Alabama”, dice el Dr. Anderson, que ha practicado la medicina de familia veinticinco años y es el jefe de personal de Tri-Star Ashland City Medical Center (junto con la dirección de tres hogares de ancianos).

“El calor en la sala [del moribundo] era como estar abrazado por el sol, mientras una brisa aromática de primavera cosquilleaba en mi cara. Pero no era sólo el olor. Había otras sensaciones, como el brillo que apareció sobre y a la derecha de la paciente“.

La habitación se hacía más brillante y más caliente antes de que rápidamente se desvaneciera. Estas y otras señales del Cielo indican el momento en que uno está para cruzar”.

LAS CINCO REGLAS

Aquí hay algunas cosas que nunca hay que decir a los moribundos y cómo enfocar los últimos encuentros; no es una lista completa, sino más bien un criterio.

1 – NADA DE FALSO OPTIMISMO

En primer lugar, si te acercas al lado de la cama, trata de no actuar como un miembro novato del Club de los Optimistas, que todo está bien, que se va a sanar y vivir mucho tiempo más. Está bien que trates de animar a la gente, pero esa no es la manera de hacerlo.

Para los cristianos la esperanza última que nos anima es presentarnos en el otro lugar y de la mejor manera posible.

Nadie va a levantarse de la cama. Esta habitación, estas caras que miran al paciente, las cosas en la pared, esto es todo lo que queda de una vida que alguna vez disfrutó.

Las cosas se han vuelto más pequeñas ahora para el moribundo. El mundo se ha vuelto enormemente disminuido, constreñido. La esperanza de cortar la hierba este fin de semana o hacer cualquiera de esas otras pequeñas cosas cotidianas que marcan el ritmo e incluso los placeres de la vida, ya pasaron y no tienen importancia.

2 – NO MOLESTAR A LOS MORIBUNDOS CON INFORMACIÓN INÚTIL

No estás allí para hacer una pequeña charla ni para una visita de fin de semana.

Estás ahí para consolarlo, para hablar de cosas trascendentes de la existencia.

No hables acerca de cómo limpiar el garaje o del problema de la cerradura de la casa, lo que hiciste en tus últimas vacaciones (o lo que vas a hacer en las próximas), a quien viste la semana pasada y lo bien que lucía, o lo que tienes que hacer después de salir de ahí.

Piensa que el moribundo probablemente tiene una adecuada comprensión de lo que está sucediendo, y si es así, seguramente estará reflexionando sobre cómo fue su vida, lo que deja y sus afectos.

3 – NO ES BUENO LEVANTAR LA VOZ COMO SI EL MORIBUNDO ESTUVIERA CON PROBLEMAS DE AUDICIÓN

Eso es un hábito al que tienden muchos médicos para ahorrarse el tiempo de pensar a quien tienen por delante, tratando a todos de la misma forma.

Tendemos hacer eso muchas veces, incluso levantamos la voz para hablar con los ciegos, y con las personas que hablan otro idioma.

Queremos ser claro y entendibles, supongo.

Pero eso es condescendiente y probablemente innecesario. Así que mantén tu voz a un volumen normal para la ocasión y el enfermo.

4 – NO MIENTAS

“Nunca voy a dejar este hospital, ¿verdad?” , dijo una mujer preguntando esto a su hermana porque había estado entrando y saliendo del hospital luchando contra un cáncer agresivo de mama durante tres años.

Esta vez no se iba a ir e intuitivamente lo sabía y lo sentía. Pero nadie se lo dijo a ella, no directamente, y cuando ella preguntó ahora, su hermana le dijo que “no debería hablar así”.

A pesar de toda nuestra supuesta apertura a la muerte, incluso hay pocos médicos que dicen directamente a un paciente que su enfermedad le va a llevar a la muerte.

Pero los moribundos saben y reconocen una mentira cuando la escuchan. Ten en cuenta que los moribundos tienen que prepararse para la partida.

5 – HABLA CON EL ENFERMO Y NO SOBRE EL ENFERMO

Finalmente, todo lo que los cuidadores y familiares hacen es hablar sobre el enfermo. En su lugar, habla con el enfermo.

Poco importa si él o ella puede responder, porque no sabemos si lo comprende o no definitivamente, y porque en este momento no se trata sólo del enfermo. Es acerca de ti y de lo importante que es que tú recuerdes que hay una persona ahí adelante.

Si quieres ser una presencia consoladora, muestra un poco de dignidad. No utilices, por ejemplo, la queja que una vez escuché a un hijo diciéndole a su padre, que pasarlo de la cama a la silla de ruedas era como pasar un “peso muerto”.

Y no te comportes como la mujer que le dijo a la hija del padre moribundo que no debería llorar delante de él; podría ponerle triste. De hecho, no diga nada a los afligidos excepto cuánto lo sientes por su dolor.

SOBRE QUE PODRÍAS HABLAR

Si tienes que hablar, recuerda, rememora, y haz reminiscencias en voz alta con el enfermo, y díle lo que ha significado para ti y lo mucho que lo amas.
.
Mientras digas esto tienes que tocarle y tenerle la mano, acariciarle la frente, apretarle el brazo.

Habla de las memorias y toca al paciente por ejemplo de esta manera:

Su hija se inclina hacia delante y roza la nariz contra la suya, moviéndola de lado a lado. “¿Te acuerdas del beso esquimal que me diste?” Él sonríe, mientras su brazo queda alrededor de su cuello.

Foros de la Virgen María

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