Se le han atribuido dudas al
respecto.
Monseñor
Loris Capovilla tiene 97 años y estaba presente cuando el Papa Roncalli lo leyó
por primera vez.
Las
especulaciones sobre el tercer secreto de Fátima se sucedieron durante cuarenta
años. La Virgen le dijo a Sor Lucía que
el Papa, su depositario, debía hacerlo
público en 1960, pero esta petición no se hizo efectiva hasta el año
2000.
Juan XXIII, Papa entre 1958 y 1963, decidió no darlo a conocer, y sus sucesores mantuvieron ese criterio hasta que Juan Pablo II, a través del entonces cardenal Joseph Ratzinger, lo cambió. Las especulaciones comenzaron entonces sobre el contenido hecho público, y sobre la hipótesis de que no estuviese completo.
El tercer secreto se interpretó como una alegoría de la lucha de las ideologías del siglo XX contra la Iglesia, y el "obispo vestido de blanco" asesinado sobre las ruinas de una ciudad se relacionó con el atentado contra el Papa Wojtyla del 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro por parte de Ali Agca.
Muchos de los escépticos en cuanto al contenido del tercer secreto se han remitido a unas supuestas declaraciones del secretario personal de Juan XXIII, el arzobispo Loris Capovilla, quien en 2006 le habría dicho a un periodista italiano que había partes del tercer secreto que no habían sido publicadas.
La agencia CNA le entrevistó esta semana. Monseñor Capovilla, de 97 años, estaba presente en el momento en el que Juan XXIII abrió y leyó el secreto por primera vez, y desmiente haber hecho esas declaraciones, porque "no notó ninguna discrepancia entre la versión publicada y el original". Mantiene una lucidez absoluta (véase la entrevista en lo referente a la convocatoria del Concilio Vaticano II), cierto que con lógicos vacíos de memoria por el tiempo transcurrido: "Recuerdo mucho, pero como comprenderá, después de muchos años no podría reconstruir el mensaje en su integridad". Lo que sí tiene claro es que partes sustanciales no faltan.
Juan XXIII, Papa entre 1958 y 1963, decidió no darlo a conocer, y sus sucesores mantuvieron ese criterio hasta que Juan Pablo II, a través del entonces cardenal Joseph Ratzinger, lo cambió. Las especulaciones comenzaron entonces sobre el contenido hecho público, y sobre la hipótesis de que no estuviese completo.
El tercer secreto se interpretó como una alegoría de la lucha de las ideologías del siglo XX contra la Iglesia, y el "obispo vestido de blanco" asesinado sobre las ruinas de una ciudad se relacionó con el atentado contra el Papa Wojtyla del 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro por parte de Ali Agca.
Muchos de los escépticos en cuanto al contenido del tercer secreto se han remitido a unas supuestas declaraciones del secretario personal de Juan XXIII, el arzobispo Loris Capovilla, quien en 2006 le habría dicho a un periodista italiano que había partes del tercer secreto que no habían sido publicadas.
La agencia CNA le entrevistó esta semana. Monseñor Capovilla, de 97 años, estaba presente en el momento en el que Juan XXIII abrió y leyó el secreto por primera vez, y desmiente haber hecho esas declaraciones, porque "no notó ninguna discrepancia entre la versión publicada y el original". Mantiene una lucidez absoluta (véase la entrevista en lo referente a la convocatoria del Concilio Vaticano II), cierto que con lógicos vacíos de memoria por el tiempo transcurrido: "Recuerdo mucho, pero como comprenderá, después de muchos años no podría reconstruir el mensaje en su integridad". Lo que sí tiene claro es que partes sustanciales no faltan.
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