PACTO CON EL
DIABLO
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Un pacto con el diablo, trato
con el diablo, o pacto fáustico
es un referente cultural muy extendido de la civilización occidental. En
el mismo hay una presencia importante del demonio, manifestada sobre todo en la
leyenda de Fausto y la figura de Mefistófeles, pero común a todo el folclore cristiano. En el catálogo tipológico Aarne-Thompson pertenece a la categoría AT
756B – "Contrato con el demonio".
Según las creencias cristianas
tradicionales sobre la brujería, el pacto
quedaría establecido entre una persona y Satanás o cualquier otro demonio (o
demonios): la persona ofrecería su alma a cambio de favores
diabólicos poderosos. Estos favores varían según el relato, pero suelen incluir
la eterna juventud, el conocimiento, las riquezas, el amor o el poder. Se cree
que algunas personas llevan a cabo este pacto sin pedir nada a cambio, como una
forma de reconocer en el diablo a su señor. Siguiendo el discurso de las
religiones monoteístas occidentales, este trato resultaría muy peligroso pues
el precio de tales favores es la condenación eterna del
alma. Se trataría, por tanto, de cuentos moralizantes donde el condenado siempre
saldría perdiendo. Por otra parte, algunos de estos relatos presentan giros
cómicos donde un campesino humilde termina engañando al diablo, casi siempre en
base a la letra pequeña del pacto.
Entre los más crédulos, cualquier
logro aparentemente sobrehumano se atribuía a un pacto con el demonio: desde
los numerosos Puentes del Diablo
europeos a la técnica extraordinaria del
violinista Niccolò Paganini.
El pacto con el diablo ha sido
también un argumento recurrente en las persecuciones
inquisitoriales o los libelos
de sangre, y probablemente hunde sus raíces en la memoria de los Sacrificios
humanos en la Europa Antigua.
ORÍGENES
El paganismo no desaparece en Europa hasta el siglo VIII, y su memoria perduró bajo
muchas formas de religiosidad popular. Es posible establecer una analogía clara
entre los ritos paganos a dioses precristianos que el cristianismo considera
maléficos —para obtener su favor— y el pacto con el diablo.
Especialmente, la Apologética y Demonología cristianas hicieron hincapié y
exageraron los aspectos más siniestros de estos ritos, en particular los
relativos al sacrificio humano. Por ello, perduraba en Europa el meme
cultural de los ritos secretos para obtener el favor de fuerzas maléficas.
Puede ser también con las personas viejas
TEÓFILO DE ADANA, SERVIDOR DE DOS
MAESTROS
El predecesor del Fausto en la mitología cristiana
es Teófilo ("amigo de Dios" o "querido por Dios"): un
clérigo infeliz y desesperado por el poco éxito de su carrera mundana debido a
la enemistad de su obispo. Vende su alma al diablo para triunfar, pero es
redimido por la Virgen María.
Esta historia aparece ya en una versión griega del siglo VI escrita por un tal
"Eutychianus", que asegura haber sido testigo directo de los hechos.
En el siglo IX, la historia aparece en un texto
cristiano llamado Miraculum Sancte Marie de Theophilo penitente; este
texto ya introduce la figura de un judío como mediador en el pacto con diabolus,
su patrón. Se apunta así el libelo
de sangre contra los judíos.
En el siglo X, la monja poetisa Hroswitha de
Gandersheim adaptó este texto para un poema narrativo que elabora
sobre la bondad intrínseca del cristiano Teófilo e internaliza las fuerzas del
Bien y del Mal. Así, atribuyendo al judío el carácter de mago y nigromante. Según su modelo, la Virgen
devuelve a Teófilo el contrato maléfico para que se lo enseñe a su
congregación, muriendo poco después. Gautier de Coincy (1177/8 – 1236) escribió
un largo poema al respecto titulado Comment Theophilus vint a pénitence.
Este texto sirvió de base para una obra teatral de Rutebeuf, Le
Miracle de Théophile (siglo XIII) donde Teófilo desempeña un
papel central, con la Virgen y el Obispo en el lado del Bien y el judío y el
diablo, en el lado del Mal.
LA NATURALEZA DEL PACTO
En la Demonología Cristiana, se
pensaba que la persona que había hecho un pacto con el demonio prometía a
cambio sacrificarle niños o al menos consagrárselos al nacer (se acusó a muchas
matronas de hacer tal cosa debido a la gran cantidad de niños que morían
durante el nacimiento en la Edad Media y el Renacimiento). También se suponía que
participaría en aquelarres, tendría
relaciones sexuales con demonios y concebiría descendencia con los súcubos (o los íncubos si era mujer).
El pacto podía ser oral o escrito.
El oral se realizaba mediante invocaciones, conjuros o rituales: una vez que el nigromante cree que el demonio está
presente, le pide el favor que sea y ofrece su alma a cambio; de esta manera,
no quedarían pruebas de lo sucedido. Sin embargo, en los juicios por brujería
siempre aparecían evidencias como la marca
diabólica, una señal indeleble causada por el toque del diablo al
cerrar el pacto. Esta marca (que podía ser desde una peca a una cicatriz)
constituía prueba suficiente de que el pacto diabólico se había producido.
El pacto escrito atraería al demonio
de la misma manera pero incluiría un contrato firmado con la sangre del hechicero o de la víctima sacrifical (o, más
comunmente, tinta roja o sangre animal). Los inquisidores elaboraron sofisticados
contratos falsos para acusar a sus víctimas, aunque en último término afirmaban
que bastaba con haber incluido el propio nombre en un cierto Libro Rojo de
Satán. Otros contratos pudieron ser escritos por personas que creían tratar
realmente con el diablo.
Normalmente, estos contratos
contenían signos extraños que se suponían firmas de demonios, cada uno con su
propio sello.
El significado de la expresión pacto
con el diablo se ha expandido hasta incluir intercambios que no tienen
relación con el demonio pero implican perseguir una meta (como la venganza) por
medios considerados malignos (por ejemplo, el asesinato).
SUPUESTOS PACTOS DIABÓLICOS A LO
LARGO DE LA HISTORIA
MÚSICOS
La idea de "vender el alma a
cambio de virtuosismo y fama" ha sido recurrente en la historia de la
música.
- Niccolò Paganini,
violinista italiano, no encendió el rumor pero permitió que circulara.
- Giuseppe Tartini,
compositor y violinista veneciano, creía sinceramente que una de sus
sonatas estaba inspirada por la aparición del diablo en un sueño.
FAUSTO
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Fausto es el protagonista de una leyenda clásica
alemana, un erudito de gran éxito, pero también insatisfecho con su vida, por
lo que hace un trato con el diablo,
intercambiando su alma por el conocimiento ilimitado y los placeres mundanos.
La historia de Fausto es la base de muchas
obras literarias, artísticas, cinematográficas y musicales.
EL FAUSTO HISTÓRICO
El Fausto histórico nació
probablemente en 1480 en la ciudad de Knittlingen, situada en el actual Estado
alemán de Baden-Wurtemberg;
se dice que murió en 1540 en Staufen en Brisgovia, quizá debido
a una explosión durante un experimento con sustancias químicas. Se supone que
vivió en Colonia,
en Leipzig y en otras ciudades. Su nombre pudo
ser Georgius Faustus. Philipp Melanchthon,
el gran reformador, afirmaba haber conocido en persona a Fausto. Según
Melanchthon, el lugar de nacimiento de Fausto había sido un pueblo llamado
Kundling, no lejos de Bretten, lugar donde él nació; decía que Fausto andaba
siempre con dos perros que eran demonios.
FAUSTO LITERALIZADO Y MUSICALIZADO
En 1587
el librero Johann
Spies, de Frankfurt,
publicó Historia von D. Johann Fausten, de un autor anónimo proveniente
de Espira. Esta versión es conocida como «el Fausto
de Spies» o Volksbuch (Libro popular). Aunque no se destaca por su
calidad literaria, la obra tuvo una gran acogida por parte del público, por lo
que pronto fue traducida a otros idiomas. Es considerada la primera manifestación
literaria del mito fáustico. En el Volksbuch se narra cómo el Doctor
Johann Fausten, teólogo y practicante de magia negra, invoca al Diablo para
tratar de someterlo a sus órdenes. Por medio de un pacto, Mefostófiles, demonio súbdito del Diablo,
accede a obedecer y dar información de todo aquello que intrigue a Fausto
durante veinticuatro años, al término de los cuales el alma de éste será
propiedad del Diablo. Durante esos años, Fausto oscila entre los excesos
mundanos y el arrepentimiento; sin embargo, el Diablo nunca le permite llegar
al arrepentimiento completo, amenazándolo y atemorizándolo, por lo que, pasados
los veinticuatro años, Fausto muere de una manera violenta y es llevado al
infierno. Un rasgo particular del Fausto de Spies es la presencia
constante de un tono moralizador. En su «Prólogo al lector cristiano», y a
través de las abundantes citas bíblicas y las amonestaciones presentes a lo
largo de toda la narración de las andanzas de Fausto, pareciera ser evidente la
necesidad de justificar la publicación de una obra que trataba temas delicados
para la moral de la época y que probablemente invitaban al morbo del público a
deleitarse, por lo que, seguramente, desde antes de su publicación ya se
antojaba como un futuro bestseller.
No obstante de que la edición de
1587 de Spies es, sin lugar a dudas, la más difundida y conocida, existe
también un manuscrito del Volksbuch que fue hallado en el siglo XIX en la Herzog August Bibliothek,
una de las bibliotecas más importantes de Europa, localizada en Wolfenbüttel.
Este manuscrito, conocido comúnmente como Wolfenbüttler Handschirft, fue
publicado por primera vez en 1892 por su descubridor,
el bibliotecario Gustav Milchsack (1850–1919),
quien sostenía que el manuscrito data de alrededor de 1580. Se supone que
también pudo escribirse originalmente en latín en 1570,
para ser traducido algunos años después al alemán, quizá en 1575.
El Wolfenbüttler Handschrift difiere principalmente del Volksbuch
de Spies en que no contiene el «Prologo al lector cristiano».
Tan sólo algunos meses después de
haber sido publicado el Fausto de Spies, se preparaba ya en la ciudad de
Tubinga una versión rimada del Volksbuch,
conocida hoy como Tübinger Reim-Faust. Había sido tan grande el éxito
comercial que tuvo Spies con su publicación que Alexander Hock, impresor y
editor en Tubinga, decidió intentar algo similar, por lo que encargó a Johannes
Feinaug, estudiante de teología en la universidad de esa ciudad, que compusiera
una versión rimada del Volksbuch que estuviera lista antes de terminar
el año de 1587. La obra no fue publicada sino hasta
el 7 de enero de 1588.
La versión de Feinaug tampoco destaca por su calidad estética; sin embargo,
tomando en cuenta la rapidez con que realizó el encargo, se puede decir que
hizo un «milagro». No obstante, la publicación fue un fracaso editorial, pues
no obtuvo por parte del público la respuesta que Hock había previsto, y, aún
más, él y Feinaug fueron llevados a prisión por no haber cumplido, en su
carrera contra el tiempo, con los estatutos de censura que la universidad
imponía ante la publicación de cualquier libro. Es probable que, además del
castigo con cárcel, la mayor parte de los ejemplares fueran destruidos, de tal
forma que hoy sólo se conserva un único ejemplar, resguardado en la Biblioteca
Real de Copenhague.
En 1592
(cuatro años después de que Spies publicara la Historia von D. Johann
Fausten) Christopher Marlowe
(1564-1593, joven escritor
contemporáneo de William Shakespeare)
escribió el drama The Tragicall History of Dr. Faustus, basado en la
traducción inglesa de la Historia. El Fausto de Marlowe comparte
con el de Spies varios aspectos morales medievales, tales como su aspecto general
de obra edificante y las alegorías sobre la muerte, el Juicio final y el infierno; o como un desfile de los Siete pecados
capitales. No obstante, en otros aspectos, su Fausto es
declaradamente renacentista, en cuanto a la utilización de elementos del teatro
clásico, como el coro; o también
por la profundidad psicológica con que Marlowe retrata a su protagonista, un
Fausto con una personalidad humanista, renacentista.
El enciclopedista y escritor alemán Gotthold
Ephraim Lessing fue el primero en pensar que el personaje se
redimiera, en un drama del que sólo se conoció un fragmento en 1760.
Ese mismo rumbo tomó Goethe
en su célebre Fausto.
La primera parte de este poema dramático se conoció en 1808;
la segunda se publicó póstumamente en 1832.
La obra de Goethe es probablemente la más influyente de toda la tradición
fáustica, así como una de las obras cumbres de la literatura alemana. Fausto es
un hombre sabio insatisfecho por la limitación de su conocimiento e incapaz de
ser feliz. Entonces, se le aparece Mefistófeles para ofrecerle los placeres de
la vida y realiza con él un pacto en el que accede a venderle al Diablo su alma
a cambio de juventud hasta que muera. Juntos recorrerán un largo camino en el
que otros padecerán la falta de responsabilidad del personaje principal y que
culminará con la muerte de Fausto a una avanzada edad. Algunos de sus temas
fundamentales son la juventud eterna, la libertad, la salvación a través del
eterno femenino (representado sobre todo por Margarita al final de la obra),
las relaciones entre el bien y el mal, la moral, los límites de la naturaleza
humana, etc.
En 1831,
Richard Wagner compuso siete canciones para
la primera parte del Fausto de Goethe.
En 1829, el escritor alemán Christian
Dietrich Grabbe publica Don Juan und Faust, obra de teatro en
cuatro actos en que hace coincidir estos dos personajes de la literatura
universal, que representarían, respectivamente, el espíritu mediterráneo y el
espíritu nórdico.
Berlioz y su libretista, Gerardo
Gandonniere, decidieron en 1846 que Fausto se quedara
en el infierno a cambio de la salvación del alma de su amada Margarita, ambigua
escena en la que puede entenderse que el mago de todos modos se redime.
En 1859,
Charles Gounod compuso una ópera llamada Faust; el libreto, escrito por Jules Barbier y Michel Carré, está basado en el Fausto
de Goethe. En 1866, esta ópera se presentó en el primer Teatro Colón
de Buenos Aires. Ese mismo año, el poeta
argentino Estanislao del
Campo escribió su Fausto criollo, un humorístico
poema en el que un gaucho, Anastasio El Pollo, cuenta a otro
llamado Don Laguna sus impresiones durante su asistencia a la presentación de
la ópera de Gounod en el Teatro Colón. Este poema se considera fundador de la
literatura gauchesca en Argentina.
El 21 de Octubre de 1897
se presentó esta ópera como acto de inauguración del Teatro
Nacional de Costa Rica en la ciudad de San José
En 1947,
el escritor Thomas Mann
publica la novela Doktor Faustus,
historia de un músico que vende su alma al diablo para superarse en su arte,
paralela a la «venta» intelectual y cultural de Alemania al nacionalsocialismo.
Los escritores Heinrich Heine y Paul Valéry también se ocuparon de él.
En 1975,
el grupo Queen lanza el álbum "A Night At The
Opera" en donde la recordada Bohemian Rhapsody trata sobre un hombre
joven que ha matado accidentalmente a alguien y, como Fausto, vendió su alma al
diablo. En la noche antes de su ejecución llama a Dios en arábigo, Bismillah, y
con la ayuda de ángeles recupera su alma.
El musico y libretista Arrigo Boito
hace la opera Mefistófele, que también está basada en el Fausto de Goethe.
En 2003 el grupo de powermetal,
Kamelot, edita un disco que narra la historia de Ariel y Mephisto, basada en la
obra de Fausto, en su álbum "Épica", la cual encuentra su final en
2005, con la publicación del álbum "The Black Halo", planteando un
final alternativo orientado a la redención del protagonista.
En el anime "Shaman King",
Aparece Fausto un doctor que es descendiente de Johann Fausto.
BRUJERÍA
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Brujería es el grupo
de creencias, conocimientos prácticos y actividades atribuidos a ciertas
personas llamadas brujas (existe también la forma masculina, brujos, aunque es
menos frecuente) que están supuestamente dotadas de ciertas habilidades mágicas
que emplean con diversos fines.
La creencia en la brujería es común
en numerosas culturas desde la más remota antigüedad, y las interpretaciones
del fenómeno varían significativamente de una cultura a otra. En el Occidente
cristiano, la brujería se ha relacionado frecuentemente con la creencia en el Diablo,
especialmente durante la Edad Moderna, en
que se desató en Europa una obsesión por la brujería que
desembocó en numerosos procesos y ejecuciones de brujas (lo que se denomina
"caza de brujas").
Algunas teorías relacionan la brujería europea con antiguas religiones paganas de la fertilidad, aunque ninguna de ellas ha
podido ser demostrada. Las brujas tienen una gran importancia en el folclore de muchas culturas, y forman parte de la cultura popular.
Si bien éste es el concepto más
frecuente del término "bruja", desde el siglo XX el término ha sido reivindicado
por sectas ocultistas y religiones neopaganas, como la Wicca,
para designar a todas aquellas personas que practican cierto tipo de magia,
sea esta maléfica (magia negra) o
benéfica (magia blanca), o
bien a los adeptos de una determinada religión.
Un uso más extenso del término se
emplea para designar, en determinadas sociedades, a los magos
o chamanes.
TERMINOLOGÍA: BRUJERÍA, HECHICERÍA,
MAGIA
Aunque en español se utiliza en ocasiones la palabra brujo,
en masculino, como sinónimo de mago, con independencia
del tipo de magia que practique, el uso más frecuente
del término (casi siempre en femenino) hace referencia a las personas que
practican la magia negra.
Incluso dentro de éstas, Julio Caro Baroja3
propone diferenciar entre brujas y hechiceras. Las primeras
habrían desarrollado su actividad en un ámbito predominantemente rural y
habrían sido las principales víctimas de las cazas de brujas en los años 1450-1750.
En cambio, las hechiceras, conocidas desde la antigüedad
clásica, son personajes fundamentalmente urbanos: un ejemplo característico en
la literatura española
es la protagonista de La Celestina
de Fernando de Rojas.
A diferencia de los practicantes de la magia culta, que alcanzó gran desarrollo
en el Renacimiento, tanto la bruja rural como la
hechicera urbana pertenecían en general a clases sociales marginadas, lo que
las hacía más vulnerables a las persecuciones. Se cree que las artes de brujas
y hechiceras eran transmitidas oralmente de generación en generación, por lo
que todos los testimonios acerca de sus prácticas proceden de autores ajenos y
muy a menudo hostiles a ellas.
La palabra española bruja es
de etimología dudosa, posiblemente prerromana, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa. La primera aparición
documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del siglo XIII.5
En 1396 se encuentra la palabra broxa,
en aragonés, en
las Ordinaciones y Paramientos de Barbastro.6
En el País Vasco y en Navarra se utilizó también el término sorgin (sorguín en su pronunciación en
castellano), y en Galicia, la voz meiga.
En latín, las brujas eran denominadas maleficae
(singular maléfica), término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la edad moderna. Términos aproximadamente
equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el italiano strega, el alemán Hexe y el francés sorcière.
HISTORIA
LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA
En las antiguas Grecia y Roma, estaba extendida la creencia en la
magia. Existía, sin embargo, una clara distinción entre distintos tipos de
magia según su intención. La magia benéfica a menudo se realizaba públicamente,
era considerada necesaria e incluso existían funcionarios estatales, como los augures
romanos, encargados de esta actividad. En cambio, la magia realizada con fines
maléficos era perseguida. Se atribuía generalmente la magia maléfica a
hechiceras (en latín maleficae), de las que hay numerosas menciones en
numerosos autores clásicos.
Según los textos clásicos, se creía
de estas hechiceras que tenían la capacidad de transformarse en animales, que
podían volar de noche y que practicaban la magia tanto en provecho propio como
por encargo de terceras personas. Se dedicaban preferentemente a la magia erótica, aunque también eran capaces de
provocar daños tales como enfermedades o tempestades. Se reunían de noche, y
consideraban como sus protectoras e invocaban en sus conjuros a diosas como Hécate, Selene y Diana.
Probablemente las brujas más
conocidas de la literatura clásica son dos personajes mitológicos,
Circe y Medea.
Las habilidades mágicas de ambas residen sobre todo en su dominio de las
pócimas o filtros mágicos (phármakon, en griego). Medea,
que se presenta a sí misma como adoradora de Hécate, se convirtió en el arquetipo de la
hechicería en las literaturas griega y romana. Hay menciones de brujas en las
obras de Teócrito, Horacio, Ovidio, Apuleyo, Lucano y Petronio, entre muchos
otros. Estos autores hacen especialmente referencia a brujas que realizan magia
de tipo erótico.
Relacionada con la creencia
grecorromana en las brujas está la figura de la estirge, un animal nocturno que es
mitad pájaro mitad ser humano que se alimenta de sangre (y que resulta también
un precedente de la moderna figura del vampiro).
Los escritores antiguos fueron a
menudo escépticos acerca de las presuntas facultades de las brujas.
LA BRUJERÍA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
En el Antiguo Testamento,
concretamente en el Éxodo, se prohíbe la
brujería, y se establece que debe ser castigada con la pena de muerte: "A
la hechicera no la dejarás que viva" (Éxodo 22:18).
Es de notar que, al igual que en la Grecia y Roma clásicas, la brujería aparece
como una actividad mayoritariamente femenina.
De otras citas bíblicas (Levítico
20:27, Deuteronomio
18:11-12), se desprende que la principal actividad de estas brujas
bíblicas era la necromancia o
invocación a los muertos. En el Primer Libro de
Samuel (1Samuel
28:1-25) se relata la historia de la bruja de Endor, a la que Saúl, contraviniendo sus propias leyes,
recurrió para invocar al espíritu de Samuel antes de una guerra con los filisteos.
BRUJERÍA Y CRISTIANISMO
Si bien la actitud del cristianismo con respecto de algunas
prácticas mágicas, tales como la astrología o la alquimia, fue en ciertos momentos ambigua,
la condena de la brujería fue explícita e inequívoca desde los comienzos de la
religión cristiana. En la Alta Edad Media
varias leyes condenaron la brujería, basadas tanto en el ejemplo del derecho romano como en la voluntad de
erradicar todas aquellas prácticas relacionadas con el paganismo. Sin embargo, la actitud
eclesiástica no parece haber sido demasiado beligerante durante la primera
mitad de la Edad Media, como lo atestiguan documentos
como el Canon Episcopi.
Como caso particular hallamos el del
rey Colomán de Hungría
(1095 – 1116) quien sancionó
varios libros de ley bajo su reinado, y en uno de ellos se refirió directamente
a las brujas, afirmando que estas no existían, por lo cual no se debían llevar
a cabo examinaciones para atraparlas. En el artículo 57 de su Primer Libro de
Ley aparece textualmente: "De strigis vero, quae non sunt, nulla quaestio
fiat" ("Sobre las brujas, ya que éstas no existen, no se harán
examinaciones indagando por ellas"). De esta forma, Hungría, siendo un
reino medieval cristiano y católico, contando además con gran poder e
influencia, se convirtió en una de las excepciones donde la brujería no fue
perseguida.
En la misma línea el papa Gregorio VII le escribe en 1080 al rey de Dinamarca Harald Blåtand quejándose de que los
daneses tuviesen la costumbre de hacer a ciertas mujeres responsables de las
tempestades, epidemias y toda clase de males, y de matarlas luego del modo más
bárbaro. El Papa conminaba al rey dano para que enseñase a su pueblo que aquellas
desgracias eran voluntad de Dios, la cual deberían complacer con penitencias y
no castigando a presuntas autoras.
En 1829 el novelista francés
Lamothe-Langon sostuvo que la tolerancia hacia de las brujas por parte de la
Iglesia cambió cuando la Iglesia comenzó a perseguir las herejías cátara y valdense. Ambas concedían una gran
importancia al Demonio. Para combatir estas herejías fue
creada la Inquisición
pontificia en el siglo XIII. En el siglo siguiente comienzan a aparecer en los
procesos por brujería las acusaciones de pacto con el Diablo,
el primer elemento determinante en el concepto moderno de brujería.
A mediados de 1970 los historiadores
Cohn y Yieckhefer demostraron, independentemente uno de otro, que las fuentes
medievales presentadas por Lamothe-Langon jamás existieron, sino que las había
inventado él para sazonar su relato.
El primer caso de la quema de una
bruja data de 1275 en Toulouse — epicentro
del catarismo —. El inqusidor Hugo Baniol condenó a una mujer enajenada mental
a la hoguera luego de que esta confesó haber procreado un monstruo con un
demonio. Doctores de la
iglesia como San Buenaventura
y Tomás de Aquino
creían posible el encuentro carnal entre mujeres y demonios.
Otros tempranos y escasos informes
sobre la persecución de brujas datan de 1360 y no fue la Inquisición quien
inició la persecución sino la justicia civil en Suiza
y Croacia.
Parece ser que la legalización de la
caza de brujas tuvo su origen en las exigencias del pueblo, que presionaba a
los tribunales civiles. Poco a poco, la Iglesia también hubo de adaptarse a
esta corriente; pero la Inquisición no aparece involucrada en ese tipo de
persecuciones con anterioridad al siglo XV.
La primera persona en estar en
desacuerdo con este cambio de pensamiento fue el matemático y cardenal Nicolás de Cusa quien insistía en la no
existencia de las brujas como seres que se transformaban en animales.
Con la Reforma Protestante
la situación de las brujas no cambió; al contrario, Martín Lutero era un convencido sobre las
existencia de los brujos e insistía en su persecución.
La primera persona que alzó su voz
en contra de la cacería de brujas fue el médico protestante Johann Weyer
(1515-1588). En 1563 Weyer concluyó que las principales acusadas de brujería
eran mujeres ancianas que según él sufrían de "melancolía". Contra la
existencia de brujas se sumaron los también protestantes Johann Jacob Wecker
(1528-1586), Herman Witekind (1524-1603) y Johann Ewich (1525-1588).
Dentro de la Iglesia Católica dos
figuras destacan en la lucha contra la caza de brujas: el español Alonso de
Salazar y Frías y el jesuita alemán Friedrich Spee.
En el año 1610, en la localidad de Logroño se llevan a cabo el enjuiciamiento
de presuntas brujas, episodio que se conoce como el Juicio a las Brujas de
Zugarramurdi. De entre los tres inquisidores encargados del proceso se destacó
la figura de Alonso de Salazar y Frías. Salazar se opuso a sus dos colegas que
estaban convencidos de la culpabiliad de las supuestas brujas. En su informe al
Inquisidor General, Salazar concluye: "No hubo brujos ni embrujados hasta
que se empezó a hablar y escribir de ellos." Dicha investigación
contribuyó a la definitiva abolición de las quemas de brujas en todo el Imperio
Español.
Entre 1626 y 1631, en el paroxismo
de la Guerra de los
Treinta Años, período en el cual se produjeron grandes matanzas,
saqueos y terribles hambrunas y en el cual se llegaron a darse episodios de
canibalismo, príncipes católicos que reconquistaban territorios luteranos,
llevaron adelante juicios masivos contra personas acusadas de brujas en la
ciudad de Würzburg y en las que fueron ejecutadas más
de 1.000 personas, hombres, mujeres y niños, acusados de ser brujos.
A los jucios de Würzburg asistió el
jesuita alemán Friedrich Spee
(1591-1635). Spee había tenido contacto con los pensamientos del jesuita Adam
Tanner (Innsbruck, c. 1572-Unken, 1632), profesor de la Universidad de
Ingolstadt, quien en su libro Theologia Scholastica se oponía
a los juicios por brujería.
Spee actuó como confesor de algunos
acusados de los Juicios de Würzburg y concluyó que ninguna de las personas
llevadas a la hoguera era culpable de brujería. Sus conclusiones fueron
publicadas después de su muerte en el libro Cautio Criminalis en el que
abogaba por el fin de los juicios por brujería; esta obra cumplió con su
objetivo y los juicios por brujería comenzaron a declinar en la Alemania del
siglo XVII.
El Cautio Criminalis cayó en
manos del jesuita e inquisidor Francesco
Albizzi quien quedó muy impresionado por la obra y se convenció de
la brutalidad de las cacerías de brujas. Extremadamente duro con los seguidores
del astrónomo Galileo Galilei,
a quienes persiguió, Albizzi tomó una dura postura en contra de la caza de
brujas.
En 1631 Albizzi, por entonces nuncio apostólico
en la ciudad alemana de Colonia,
presencia con horror una quema de brujas:
Nuestros
ojos hubieron de contemplar un espectáculo terrible. A las afueras de muchas
ciudades y aldeas vimos numerosas estacas a las que habían atado a pobres y
desgraciadas mujeres para quemarlas por brujas.
FRANCESCO ALBIZZI
En 1636 como inquisidores, Francesco
Albizzi y el cardenal Marzio
Ginetti se opusieron a la cacería de brujas desatada por el príncipe elector
Fernando
de Colonia.
Entre 1648 hasta 1651 de desata una
cacería de brujas en la montañosa y aislada región de los Grisones. Los juicios
se llevaron en la ciudad de Vaduz, actual Liechtenstein donde cerca de 100 «brujos»
fueron ejecutados en la hoguera.
En 1655 Albizzi logró rescatar a
quince niños, hijos de los ajusticiados en los Juicios de Vaduz, acusados de
practicar brujería. Los niños fueron amenazados con padecer "executio
bestialis" si no confesaban ser brujos, sin que ningún sacerdote confesor
los asistiera. Refugiados en Milán y bajo la
protección de Albizzi, todos los niños llevaron vidas normales
Entre 1679 hasta 1682 se conforma un
nuevo tribunal que condena a muerte a 200 personas por brujería. Una comisión
enviada por el Leopoldo I de
Habsburgo y precedida por el Príncipe-obispo de Kempten, determinó que los juicios fueron
llevados a cabo por el señor local, el conde Franz Carl von Hohenems, para
quedarse con las propiedades de los acusados. El total de 300 personas
ejecutadas en los dos juicios representaba el 10% de la población del condado
de Vaduz. El conde fue apresado y luego de su muerte el obispo de Kempten vende
las tierras a Juan
Adán Andrés de Liechtenstein, cuya familia da nombre a la región.
El último juicio por brujería en
Alemania tuvo lugar en Würzburg en 1749, pero
en Suiza una niña fue ejecutada por bruja en
el cantón protestante de Glarus en 1783.
En 1944 las medium Helen
Duncan y Jane
Rebecca Yorke fueron las últimas mujeres en ser procesadas y
encarceladas por el Acta de Brujería de 1735, aunque no por ser brujas sino por
engañar a la gente haciéndoles creer que podían invocar espíritus. El Acta fue
derogada en 1951.
En 1950, en la Alemania de
posguerra, en la zona rural cercana a Luneburgo, el próspero granjero Johannes
Bading denunció que sus animales morían a causa de un extraño gas que salía de
la casa de un vecino. Bading atribuyó esto a vecinos envidiosos que practicaban
la brujería y el propio Bading asesinó a una vecina con un instrumento de
labranza creyéndola bruja. Cerca de 15 casos de brujería se denunciaron ante
los tribunales de la región, ante la sorpresa e incredulidad de los jueces.
LA BRUJERÍA EN EUROPA DURANTE LA
EDAD MODERNA
EL CONCEPTO DE BRUJERÍA. ORÍGENES Y
DESARROLLO
A finales de la Edad Media empezó a
configurarse una nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen en la
asociación de la brujería con el culto al Diablo (demoniolatría)
y, por lo tanto, con la idolatría (adoración
de dioses falsos) y la herejía (desviación de
la ortodoxia). Aunque el primer proceso por brujería en que están documentadas
acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325,
sólo hacia 1420-1430
puede considerarse consolidado el nuevo concepto de brujería. Existen variantes
regionales, pero puede describirse una serie de características básicas,
reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura
culta sobre el tema que se escribió en Europa durante los siglos XV, XVI y XVII.
Las principales características de
la bruja, según los teóricos del tema en la época, eran las siguientes:
- el vuelo en palos, animales,
demonios o con ayuda de ungüentos,
- encuentros nocturnos con el Diablo y otras brujas en el sabbat
o aquelarre,
- pactos con el
Diablo,
- sexo con demonios (en forma de íncubos y súcubos) y
- la magia negra.
Esta idea de la brujería,
predominante en la Edad Moderna y
base de las cazas de brujas, era alarmante en la época, ya que se extendió la
idea de que las brujas conspiraban para extender el poder del Diablo. La
caracterización negativa de las brujas comparte algunas características con el antisemitismo (expresiones como «Synagoga
Satanae», Sinagoga de Satanás, o «Shabat», para designar las reuniones nocturnas de las
brujas), y tiene un fuerte carácter misógino. Aunque no todos los sospechosos
de brujería eran mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres
procesados y ejecutados por delitos de brujería), se consideraba a la mujer más
inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del
Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja.
La definición de la brujería como
adoración al Diablo se difundió por toda Europa mediante una serie de tratados de demonología y manuales para inquisidores
que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el siglo XVII. El primero en alcanzar gran
repercusión fue el Malleus Maleficarum
("Martillo de las brujas", en latín), un tratado filosófico-escolástico publicado en 1486
por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris,
en latín) y Jacob Sprenger.
El libro no sólo afirmaba la realidad de la existencia de las brujas, conforme
a la imagen antes mencionada, sino que afirmaba que no creer en brujas era un
delito equivalente a la herejía: «Hairesis maxima est opera maleficarum non
credere» (La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas).
Tanto el Malleus como otros
muchos libros que se publicaron en la época constituyeron el fundamento de la
caza de brujas que se dio en toda Europa durante la Edad Moderna, especialmente en los siglos XVI y XVII, y que causó la muerte, según los
cálculos más fidedignos, de unas 60.000 personas.
PACTO CON EL DIABLO
ARTÍCULO PRINCIPAL: PACTO CON EL DIABLO.
Se atribuía a los acusados de
brujería un pacto con el Diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo
marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía
permitir su identificación como hechicera. Mediante el pacto, la bruja se
comprometía a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos
poderes sobrenaturales, entre los que estaba la capacidad de causar maleficios
de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos
de la naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se
consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios
o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales
(preferentemente lobos).
La supuesta capacidad de volar
también se asienta sobre algunos informes remitidos por los inquisidores a Felipe II
tras su misión en Galicia. Tanto Felipe II como sus
antecesores solicitaron a la Santa Inquisición investigaciones sobre la
veracidad de las leyendas populares en lo que a la capacidad de volar se
refiere. En los primeros informes se afirmaba no haber encontrado nada que
pudiera confirmar las historias populares, pero las investigaciones posteriores
cambiaron radicalmente y en los siguientes escritos los inquisidores afirmaron
haber visto volar a las brujas y salir por las chimeneas con sus escobas.
EL AQUELARRE
ARTÍCULO PRINCIPAL: AQUELARRE.
Se creía que las brujas celebraban
reuniones nocturnas en las que adoraban al Demonio. Estas reuniones reciben
diversos nombres en la época, aunque predominan dos: sabbat y aquelarre.
La primera de estas denominaciones es casi con seguridad una referencia antisemita, cuya razón de ser es la
analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a las brujas y los que según la acusación
popular cometían los judíos. La palabra aquelarre, en
cambio, procede del euskera aker (macho cabrío) y larre (campo),
en referencia al lugar en que se practicaban dichas reuniones.
Según se creía, en los aquelarres se realizaban ritos
que suponían una inversión sacrílega de los cristianos. Entre ellos estaban, por
ejemplo, la recitación del Credo al revés, la consagración de una hostia negra, que podía estar hecha de diferentes
sustancias, o la bendición con hisopo
negro. Además, casi todos los documentos de la época hacen referencia a
opíparos banquetes (con frecuencia también a la antropofagia) y a una gran promiscuidad sexual.
Una acusación muy común era la del infanticidio, o los sacrificios humanos en general.
La principal finalidad de los aquelarres era, sin embargo, siempre según
lo considerado cierto en la época, la adoración colectiva del Diablo, quien se personaba en las reuniones en forma
humana o animal (macho cabrío, gato negro, etc). El ritual que simbolizaba esta
adoración consistía generalmente en besar el ano del Diablo (osculum infame). En estas reuniones, el
Diablo imponía también supuestamente su marca a las brujas, y les proporcionaba
drogas mágicas para realizar sus hechizos.
Se creía que los aquelarres se
celebraban en lugares apartados, generalmente en zonas boscosas. Algunos de los
más célebres escenarios de aquelarres fueron las cuevas de Zugarramurdi (Navarra) y Las Güixas (cerca de Villanúa, en la provincia de Huesca)
en España, el monte Brocken (mencionado en el Fausto de Goethe), en Alemania, Carnac en Francia; el nogal
de Benevento y el paso de Tonale,
en Italia. Se creía también que algunos aquelarres
se celebraban en lugares muy lejanos de la residencia de las supuestas brujas,
que debían por tanto hacer uso de sus poderes sobrenaturales para desplazarse
volando: por ejemplo, se acusó a algunas brujas del País Vasco francés de asistir a aquelarres
en Terranova.
Algunas fechas se consideraban
también especialmente propicias para la celebración de aquelarres, aunque
varían según las regiones. Una de ellas era la noche del 30 de abril al 1 de mayo, conocida como la noche de Walpurgis.
EL VUELO
Se atribuía a las brujas la
capacidad de desplazarse volando a los aquelarres. Esta creencia se remonta, al
menos, a la Antigüedad clásica, aunque a menudo fue vista con escepticismo (por
ejemplo, en el Canon episcopi
se afirma la absoluta falsedad de esta idea). Los procedimientos empleados para
volar varían según los diferentes testimonios: en el Canon episcopi, por ejemplo, se hace
referencia a la creencia de que las brujas se desplazaban en animales
voladores. Sin embargo, el medio de locomoción más frecuente, y que como tal ha
perdurado en la imagen actual de la bruja, es la escoba.
El simbolismo de la escoba se ha interpretado de diversas formas. Para
algunos autores se trata de un símbolo fálico, lo que se relacionaría con la
supuesta promiscuidad sexual de las brujas. Otras teorías mencionan que la
escoba pudo haber sido utilizada para administrarse determinadas drogas.
En cualquier caso, llama la atención al tratarse de un objeto relacionado casi
exclusivamente con la mujer.
Con respecto a los vuelos de las
brujas, las opiniones de los teólogos de la época estuvieron muy divididas.
Para algunos, tenían lugar físicamente, en tanto que otros consideraban que se
trataba de ensueños inducidos por el Diablo. Modernamente se han relacionado con el consumo
de ciertas drogas conocidas en la Europa rural, tales
como el beleño, la belladona y el estramonio.
LA METAMORFOSIS
La cultura popular del norte de
Europa atribuye a las brujas la transformación preferente en un gato
negro.
En la cultura guatemalteca se dice que algunas brujas
realizan un ritual en el cual con unos pocos movimientos del cuerpo vomitan el
alma, logrando así el poder de convertirse en cualquier tipo de animal.
PRÁCTICAS MÁGICAS
Se acusaba a las brujas de la
realización de hechizos mediante la magia negra, esto es, con fines maléficos.
Mediante estos hechizos, lograban supuestamente hacer morir o enfermar a otras
personas o al ganado, o desencadenar fenómenos
meteorológicos que arruinaban las cosechas.
INTERPRETACIONES DE LA BRUJERÍA
TEORÍA DEL ORIGEN PAGANO
Una de las interpretaciones que más
arraigo han conseguido en medios neopaganos, es la que hace a las brujas
representantes de antiguos cultos paganos, anteriores al Cristianismo, que sus perseguidores habrían
identificado, errónea o malintencionadamente, con la adoración al Diablo. La
principal defensora de esta teoría fue la inglesa Margaret Murray, que la expuso en tres
libros: The Witch-cult in Western Europe (1921), God of the Witches
(1933) y The Divine King in England (1954). Según Murray, la brujería
deriva de una antigua religión neolítica, en la que se practicaban
sacrificios humanos (en gran medida, las teorías de Murray están influenciadas
por la obra clásica de James George Frazer,
La rama dorada).
Según esta teoría, las "noches
de brujas"" o sabbat corresponderían a
las épocas del año en que, en el neolítico, se realizaban Ritos de Fertilidad para lograr que la naturaleza no
muriera en el invierno y concediera buenas cosechas en el verano, el 31 de julio y el 1 de febrero. De este modo, la brujería
permanecía subterráneamente ligada a las "religiones panteístas",
concretamente de influencias germánicas y celtas. Estas reuniones serían el
residuo de los ritos femeninos griegos y romanos al dios Baco
y otros ritos de origen Tracio. Y las denominadas
brujas serían las herederas de las sacerdotisas Bacantes tras la entrada del Cristianismo.
El Macho cabrío parece corresponder más al
"dios de la fertilidad" Pan y los
"sátiros".
El punto de vista de Murray sobre la
brujería resultó muy atractivo por el destacado papel que concedía a la mujer
y a su sexualidad, y por lo que implicaba de
resistencia contra la opresión de la Iglesia. Durante los años 30, surgió en el
Reino Unido un movimiento de recuperación
de la brujería, en gran medida basado en las teorías de Murray. Tuvo también
una gran influencia en Gerald Gardner,
autor del que puede considerarse el texto fundacional de la Wicca,
Witchcraft Today (1954), cuyo prólogo fue escrito por Murray.
Las tesis de Murray, que gozaron de
amplio crédito hasta la década de 1960, son
hoy muy cuestionadas, ya que se basan en fuentes poco dignas de crédito (las
confesiones de las propias brujas, a menudo realizadas bajo tortura).
LA CAZA DE BRUJAS
ARTÍCULO PRINCIPAL: CAZA DE BRUJAS.
Entre los siglos XV y XVIII se dio una persecución
particularmente intensa de la brujería, conocida como caza de brujas. Esta persecución afectó a
la práctica totalidad del territorio europeo, si bien fue particularmente intensa en Centroeuropa, en los estados semiindependientes
bajo la autoridad nominal del Sacro
Imperio Romano Germánico, y en la Confederación
Helvética. Los estudiosos actuales del tema dan una cifra aproximada
de 110.000 procesos y 60.000 ejecuciones, a pesar de que cálculos anteriores
arrojaban cifras mucho más elevadas.
La caza de brujas tiene su origen en la Inquisición, tribunal creado por el Papado para perseguir la herejía, pero que a partir del siglo XIV comenzó a prestar atención al fenómeno de la brujería. La principal acusación contra las brujas era la de demonolatría, o adoración del Diablo, concretada ya en una obra clásica sobre el tema, el Malleus maleficarum ("Martillo de brujas"). Entre los siglos XVI y XVIII aparecieron numerosas obras de eclesiásticos y juristas acerca de este tema.
Contra lo que suele creerse, la
mayor parte de los procesos por brujería los llevaron a cabo tribunales
civiles, y la Inquisición solo tuvo un papel preponderante en los primeros años
de la caza de brujas. Los procesos tuvieron lugar por igual en países católicos y protestantes. En los territorios de
religión ortodoxa, en
cambio, las cazas fueron de intensidad mucho menor.
Durante estos procesos, se aplicó
con frecuencia la tortura para obtener confesiones, por lo
cual los investigadores actuales suelen manifestar cierto escepticismo acerca
de lo manifestado en los juicios por brujería.
Algunos procesos se han hecho
especialmente célebres, como el de los Juicios de Salem, en los Estados Unidos, tema de la célebre obra Las brujas de Salem,
del dramaturgo Arthur Miller
publicada en 1953, que popularizó la expresión
"caza de brujas" en relación con la Comisión
de Actividades Antiamericanas del senador Joseph McCarthy (la época conocida como
"macartismo"). Desde entonces, la
expresión "caza de brujas" se aplica metafóricamente a cualquier
persecución de tipo ideológico.
En España, la Inquisición dejó de perseguirlas
a raíz del proceso contra las brujas de Zugarramurdi (segunda mitad del siglo XVII), en el que los inquisidores se
encontraron ante la posibilidad de tener que quemar a varios miles de mujeres
si resultaban condenadas. Resolvieron la cuestión declarando que no tenían
pacto con el diablo y desde entonces no se quemó a ninguna otra.
En el siglo XVI Anton Praetorius (1560-1613),
un pastor y teólogo calvinista alemán, luchó contra la
persecución de brujas y la tortura en su obra Gründlicher
Bericht, un informe completo acerca de la brujería y las brujas.
Silvia
Federici, (Italia, 1948), en su libro Caliban
y la bruja29
defiende la teoría según la cual "La caza de brujas está relacionada con
el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo que confinó a las
mujeres al trabajo reproductivo"
y en concreto con los inicios del capitalismo que requería aumentar el mercado de trabajo
- potenciar el trabajo asalariado - y eliminando la agricultura
de subsistencia y cualquier otra práctica de supervivencia autónoma
ligada en ocasiones a tareas agrícolas en terrenos comunales. Federici sostiene
que la irrupción del capitalismo fue "uno de los periodos más sangrientos
de la historia de Europa", al coincidir la caza de brujas, el inicio del comercio de
esclavos y la colonización del Nuevo Mundo. Los tres procesos estaban
relacionados: se trataba de aumentar a cualquier coste la reserva de mano
de obra.30
LA BRUJERÍA EN OTRAS CULTURAS
Entre las diversas manifestaciones
del chamanismo en el norte del continente
americano, está el nagualismo (o nahualismo)
mexicano, según el cual el brujo o bruja puede transformarse en su animal
protector, que puede ser tanto volador como terrestre, doméstico como salvaje. En América del Sur, según la tradición de Chile
y algunas zonas de Argentina, la
transformación de las brujas era principalmente en aves, aunque también se
mencionan otros animales; destaca un tipo de bruja o brujo al que, al igual que
los Calcu en la tradición Mapuche, se suponía la capacidad de convertirse
en un mítico pájaro conocido como Chonchón. En Perú los chamanes suelen convertirse en
animales de granja, como por ejemplo transformarse en cerdo o cabra.
Referente a la forma de vuelo que se
les atribuía en el resto del mundo, en México creían en el nahualismo, acto por medio del cual las
brujas practicantes de antiguos ritos
prehispánicos podían convertirse o metamorfosearse en aves nocturnas
como lechuzas o búhos; en el caso de Chile
destacaba la creencia de que el brujo chilote contaba con un
"macuñ" (del mapudungun makuñ:
"manto"o "chaleco") hecho con la piel del pecho de un cadáver
humano. Igualmente en este país y en Argentina se les atribuía la capacidad del
vuelo transformados en aves de "mal agüero" (mala suerte), ejemplo de
ello es la leyenda de la Voladora.
LAS BRUJAS EN EL FOLCLORE EUROPEO
SU REFLEJO EN LA LITERATURA INFANTIL
La bruja tiene un papel esencial en
los cuentos infantiles, como los recopilados por los Hermanos Grimm, en donde es el personaje
malvado arquetípico. Las brujas de cuento más famosas son:
- La madrastra de Blancanieves, que intenta asesinar a
ésta con una manzana envenenada;
- La bruja de La Sirenita (el relato de Hans Christian
Andersen), que realiza un pacto por el cual le dota de unas
piernas a cambio de su voz;
- La bruja de la casita de
chocolate de Hansel y Gretel;
- La Baba Yaga del folclore ruso, reflejada
en el relato homónimo de Aleksandr
Nikolaievich Afanasiev, una vieja bruja que habita en una casa
mágica que es capaz de caminar sobre patas de ave;
En la reciente literatura
norteamericana también se recoge el mito de la bruja, pero ya no tienen por qué
ser malvadas. Así, en El Mago de Oz
aparecen dos brujas malvadas y dos bondadosas.
LA BELLEZA Y LA FEALDAD
Tradicionalmente se asocia la imagen
de la bruja a una mujer anciana, fea y especialmente desagradable. Sin embargo,
se creía que entre sus poderes estaba el de poder modificar su aspecto a
voluntad, mostrándose como una joven hermosa y deseable. La bruja utilizaría
esta apariencia para seducir a los hombres y llevarlos a la perdición.
BRUJERÍA EN LA CULTURA POPULAR
En la mayoría de las series de
televisión que tratan el tema de la Brujeria, las brujas son presentadas como
hermosas, buenas y heroínas. Una de las primeras series televisivas en tocar el
tema fue Hechizada, con Elizabeth
Montgomery, seguida de series como La peor bruja, Sabrina, la
bruja adolescente, Buffy la
cazavampiros, Charmed y la británica Hex.
La buena imagen de las brujas
también apareció en los comics, una de las más conocidas es Wendy, la brujita
buena, quién apareció en los comics de Gasparín. Las brujas buenas también aparecieron en
muchos trabajos literarios, siendo particularmente determinante Harry Potter y toda su serie, si bien no es
ni la primera ni la última obra literaria que toca el tema de la brujería. H.P. Lovecraft
escribió muchos cuentos sobre brujería, generalmente en el estilo clásico
grotesco de bruja malvada y fea. También es malvada la Bruja Blanca en la serie
literaria cristiana Las crónicas de
Narnia, no obstante las brujas son buenas y heroínas valientes que
luchan contra un gobierno opresor en la serie de libros La materia oscura que comienza con La brújula dorada.
Tanto la serie de Harry Potter,
como La brújula dorada
y Las crónicas de
Narnia han sido llevadas al cine.
La literatura juvenil actual se
suele desmarcar de esta visión, más basada en La Celestina, para recrear otro bruja más
agradable a la vista, pero igual de peligrosa. Varios dibujantes han
representado a las brujas como mujeres jóvenes y dotadas de un enorme atractivo
innato. Buenos ejemplos son las numerosas damas que tratan de hechizar,
utilizar o contratar a Conan el Bárbaro
o la deslumbrante y turgente Reina
Bruja de Anubis, que trató de seducir y hechizar al Capitán Trueno y al final, siguiendo la
línea de no mostrar a la bruja como un ser malvado, dio su vida por la de la reina
Sigrid, para verlos juntos antes de morir.
Películas sobre brujas hay muchas,
tanto como villanas en Brujas
y Hocus Pocus, glamorosas como en Las Brujas de
Eastwick, ó en calidad de heroinas en las versiones filmicas de Harry Potter y La Brújula Dorada.
También se tocó el tema desde el punto de vista del teen-drama en Jóvenes y brujas,
aunque la película hace una visión negativa de la Brujería, curiosamente la
actriz Fairuza Balk, protagonista de la película
se convirtió a la Wicca en la vida real tras filmar Jóvenes y
Brujas.
También se cita a las brujas en
varias series anime (dibujo animado japonés) como héroes o villanos dando como
ejemplo la serie de anime Soul Eaterdonde los protagonistas de la
serie tienen como tarea la misión de eliminar demonios y brujas, confiscando
sus almas para el Dios de la Muerte o Shinigami y así evitar el caos que estas
causan al mundo y convertir a sus armas en Death Scythe (Guadaña Mortal)un tipo
de arma exclusiva para el Shinigami. Otra de las historias relacionadas con las
brujas en el ambito del anime y el manga es Umineko no Naku
Koro ni. Originalmente una Sound
Novel, cuenta la historia de Battler Uchiromiya, miembro de la
acaudalada familia Uchiromiya que cada año realizan una reunión familiar en su
isla privada Rokkenjima. Cuando una serie de macabros asesinatos comienzan a
ocurrir en la isla, todos culpan a la maldición de Beatrice La Bruja Dorada,
que según cuenta la leyenda había otorgado el capital inicial al patriarca de
la familia, sobre el cual este amasó su fortuna. En un par de días todos en la
familia, incluyendo a Battler, son asesinados. En una especie de
"purgatorio", Battler conoce a la Bruja Dorada Beatrice en persona,
la que lo reta a un juego. En este juego de ingenio, Battler debe probar la
inexistencia de la magia y de las brujas usando su razonamiento lógico para
probar que los asesinatos no fueron cometidos por una bruja usando magia, sino
por un humano común y corriente. De no lograr desacreditar la existencia de la
magia, los asesinatos en la isla se perpetuarán por toda la eternidad.
Una tercera serie de anime es la de
"el cazador de la bruja". La historia se desarrolla de México a Perú
y narra como Nadie, una cazarecompensas, encuentra a Ellis, una chica
sospechosa del asesinato de un prestigioso físico, de lo cual parece no
acordarse. Nadie acepta acompañar a Ellis en su viaje al sur, junto a una
misteriosa piedra que guiará su camino, y así encontrar la Ciudad Eterna o
"Wiñay Marka". De cerca las sigue L.A, un joven chico que espía a
Ellis porque la ama.
A lo largo de la historia Ellis
descubrirá los secretos de su pasado junto a Nadie, que también guarda los
suyos propios. Mientras, el Proyecto Leviathan continúa en pie presidido por
Douglas Rosenberg el cual quiere acabar con las brujas. Cerca de él trabaja
Jody Hayward (apodada Blue-Eyes), quien quiere destruir ese proyecto, y
contrata a Nadie para proteger a Ellis. En el juego de intrigas también parte
Ricardo, que es contratado por Rosenberg, y Lirio, una pequeña niña que no
habla y está bajo la protección de Ricardo.
El 40% de los casos judiciales de África central están relacionados
estrechamente con la brujería.31
MANDINGA
(MITOLOGÍA)
De Wikipedia, la enciclopedia libre
El Mandinga es el
nombre que recibe la representación del diablo en algunas regiones de Sudamérica, al presentarse
como un ser humano normal o casi normal, con la
intención de presentar una apariencia más amigable, y así lograr más fácilmente
que pecaran los seres humanos; pero que al alejarse dejaba un olor a azufre, que denotaba que había sido realmente el Diablo el que "había metido su cola".
DESCRIPCIÓN
El Mandinga es un ser bastante
conspicuo que aparecía de repente en los lugares más frecuentados y obligaba a
la gente del Pueblo a pecar, retirándose después con el consabido olor a azufre
del diablo. También era usado para justificar,
desde accidentes (por la ebriedad del jinete), hasta gestaciones con padre
desconocido. Generalmente era usado por las comadronas de los pueblos para asustar a
los hombres y niños del mismo, dándole localización generalmente en las
cercanías de los lugares que debían evitar. Igualmente se hace referencia al
Mandinga cuando suceden cosas extrañas y sobrenaturales, hecho de donde
proviene la frase es "cosa de mandinga"; con la cual se hace
referencia a algo que no tiene explicación racional. La asociación original del
diablo con la palabra mandinga, se originó con la intención de los misioneros
de asociar al diablo con la tribu africana de los Mandinga; la cual habría sometido a la
esclavitud a otras tribus, y por lo cual los esclavos asociaban este nombre con
el sufrimiento. De esta manera fomentaban la adoración de los esclavos a Dios,
a través del miedo a ese hecho; al asociarlo con actos del diablo.
El mandinga también es conocido con
un sinfín de otros nombres en Sudamérica. Algunos de los cuales son:
- Sátrapa
- Cornudo
- El cola E´Flecha
- Colorao
- ¨¨ Dorado ¨¨
- Zupai
- Pata e lana (jerga minera)
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA
TRADICIÓN DEL MANDINGA
EL MANDIGA EN DISTINTAS LOCALIDADES
CHILENAS
EL MANDINGA EN EL PUEBLO DE LO
BARNECHEA
ARTÍCULO PRINCIPAL: PUEBLO LO BARNECHEA.
El centro de la actividad pecaminosa
se centraba en la Quinta
de Recreo El León, donde mineros y arrieros se juntaban a gastar sus
sueldos recién recibidos. Las que hacían correr las historias de tales
actividades diabólicas, por supuesto eran las esposas que veían como los sueldos se esfumaban. En dicha Quinta de Recreo, según
los habitantes del pueblo , habían entierros,
candelillas, además de poderse ver al
diablo cantando y tocando mexicanas.
EL MANDINGA EN CORRAL QUEMADO
ARTÍCULO PRINCIPAL: CORRAL QUEMADO
(CHILE).
Generalmente era visto en el puente
que quedaba aguas arriba del estero, lugar de muchos accidentes de jinetes
ebrios.
EL MANDINGA EN ARGENTINA
En Argentina al diablo también se le llama "Mandinga",
y se lo representa de color y vestiduras totalmente negros. Utilizado como
adjetivo, "mandinga" se origina en el apelativo que se aplicaba a los
hombres negros del oeste de Sudán. Puede ser que el término haya sido
introducido en el Río de la Plata
por los traficantes de
esclavos, antes de que la Asamblea del Año
XIII comenzara a abolir la
esclavitud.
PACTOS CON EL MANDINGA
ARTÍCULO PRINCIPAL: PACTO CON EL DIABLO.
Desde la antigüedad existe la
creencia de que las personas pueden obtener grandes premios al pactar su alma
con el Mandinga. Hasta ahora las páginas de los periódicos tienen noticias de
pactos con el Mandinga3
Desde muy antiguo existen antecedentes en tal sentido. Eliphas Levi, sentadas las bases de su
axioma, no rechaza en absoluto la posibilidad de pactos infernales, aunque sí
exprese sus dudas sobre algunas de las "recetas contenidas en los
grimorios para tal fin".
NATURALEZA DEL PACTO
En la Demonología Cristiana, se pensaba que la persona que
había hecho un pacto con el demonio prometía a cambio sacrificarle niños o al
menos consagrárselos al nacer (se acusó a muchas matronas de hacer tal cosa
debido a la gran cantidad de niños que morían durante el nacimiento en la Edad Media y el Renacimiento). También se suponía que
participaría en aquelarres, tendría
relaciones sexuales con demonios y concebiría descendencia con los íncubos (o los súcubos si era mujer).
El pacto podía ser oral o escrito.
El oral se realizaba mediante invocaciones, conjuros o rituales: una vez que el nigromante cree que el
demonio está presente, le pide el favor que sea y ofrece su alma a cambio; de
esta manera, no quedarían pruebas de lo sucedido. Sin embargo, en los juicios
por brujería siempre aparecían evidencias como la marca
diabólica, una señal indeleble causada por el toque del diablo al
cerrar el pacto. Esta marca (que podía ser desde una peca a una cicatriz)
constituía prueba suficiente de que el pacto diabólico se había producido.
El pacto escrito atraería al demonio
de la misma manera pero incluiría un contrato firmado con la sangre del hechicero o de la víctima sacrifical (o, más
comúnmente, tinta roja o sangre animal). Los inquisidores elaboraron sofisticados contratos
falsos para acusar a sus víctimas, aunque en último término afirmaban que
bastaba con haber incluido el propio nombre en un cierto Libro Rojo de Satán.
Otros contratos pudieron ser escritos por personas que creían tratar realmente
con el diablo.
Normalmente, estos contratos
contenían signos extraños que se suponían firmas de demonios, cada uno con su
propio sello.
El significado de la expresión pacto
con el diablo se ha expandido hasta incluir intercambios que no tienen
relación con el demonio pero implican perseguir una meta (como la venganza) por
medios considerados malignos (por ejemplo, el asesinato).
No hay comentarios:
Publicar un comentario