Exorcismo: luchar contra el demonio a toda costa
/ Entrevista con Mons. Sante Babolín
Felipe de J. Monroy González
Nunca lo pidió, ni lo esperaba, pero
tras varias décadas de vida académica y científica en las más connotadas
universidades de Roma, el padre Sante regresó a Padua, a su diócesis natal;
allí, el obispo le dio mandato de exorcista y hoy, tras cinco años de este
ministerio, está a punto de realizar su exorcismo número 800 y dice con
naturalidad: “el último, lo hice hace una semana”.
UN CASO
Mons. Sante Babolin realiza el
ritual, lo dice en latín a propósito, pues si el paciente lo comprende podría
revelar una “entidad maligna”; se han agotado las razones científicas y por eso
invoca el poder de Jesús.
El sufriente es un empresario, tenía
un negocio próspero hasta que comenzaron los males: dolores recurrentes,
problemas en casa, un malestar generalizado. El paciente acepta los términos
del exorcismo y se sienta en una silla especial de hierro, sus ayudantes oran
expectantes; comienza la batalla: “el verdadero exorcismo actúa cuando hablo al
maligno y le mando irse en el nombre de Jesús, en virtud del Espíritu Santo, en
la Cruz, en ese momento es casi siempre cuando empieza la pelea… antes es como
tomar un aperitivo”.
LA PELEA
El rito referido comienza con la
aspersión del agua bendita para defender al atormentado de las insidias del
enemigo; sigue la oración litánica con la cual se implora la intercesión de
todos los santos sobre el atormentado. Después, el exorcista recita uno o varios
salmos que imploran la protección del Dios y proclaman la victoria de Cristo
sobre el maligno. Luego se proclama el Evangelio; a continuación el exorcista
impone las manos sobre el atormentado y sopla sobre su rostro, con lo cual se
invoca el poder del Espíritu Santo, para que el diablo salga de aquel. Se
recita, entonces, el símbolo de la fe, la abjuración previa a Satanás, se
implora a Dios que nos libre de todo mal. Terminados los ritos precedentes, el
exorcista muestra al atormentado el crucifijo y se hace la señal de la cruz.
Finalmente dice la fórmula deprecativa con la cual se ruega a Dios; y luego la
fórmula imperativa, con la que el diablo, en nombre de Cristo, es conjurado
directamente para que salga del atormentado.
“Entonces frecuentemente digo en
latín algunas oraciones preliminares, como, por ejemplo: frango eradito
dissolvo maleficia, peracta per sanguinem humanum et animalium. In nomine Iesu,
virtute Spiritus Sancti... A veces, es allí donde reacciona el poseído; así
pasó el último viernes, cuando la persona reaccionó en el momento en el cual
hice referencia a la sangre de los animales (maleficia peracta per sanguinem
animalium) y caigo en cuenta por qué razón el atormentado sufre. Le digo:
‘Tú estas aquí porque usaron sangre animal como sacrificio ¿Quién lo ha hecho?
¡Dime!’ Y el atormentado no contesta; arrojo agua santa con la invocación de
Jesús y repito: ‘¿quién hizo el sacrificio con sangre de animal? ¡Dime!’”.
Y aunque se niega el espíritu a
revelarse, finalmente dice violentamente: “Il mago (el brujo)”. Don Sante sigue
en la lucha contra la cerrazón del demonio: “¿Y quién dio mandato al brujo?’ Le
pregunto, y no contestaba; finalmente dijo: ‘I concorrenti (los competidores).
Dicen, tiene que morir’”.
En ese momento, el exorcista comprende
el origen del mal y profundiza en el rito. Explica: “El sujeto tenía una buena
hacienda, pero se venía todo abajo, en sus ingresos, en su familia, en su vida
personal. Los sensores de seguridad de su propiedad registraban una presencia
de gente en el negocio sin que sonaran las alarmas; y se comprobó que eran
bolas de luz que entraban en el lugar en la fábrica de tejido. Era la prueba de
que, ‘los competidores pidieron al hechicero hacer el maleficio sobre el
inocente simplemente porque le tenían envidia”.
EL OTRO EXORCISMO
Mons. Sante dice que no es como en
las películas: “Es más sencillo, pero también más complejo”, y es que el
rescatar al atormentado es sólo una parte del exorcismo; la cura del alma
también tiene que alcanzar al hechicero del mal o al grupo satánico, pues si
obtuvieron poderes por algún pacto diabólico, es deber del exorcista liberarlos
de esa atadura maligna.
“También para estos brujos hay la
posibilidad de convertirse, es una situación muy seria y no siempre se puede
actuar un exorcismo a uno que vendió el alma al maligno, porque en esos casos
se puede provocar también la muerte. En el exorcismo les digo: ‘tú has hecho
mal con ayuda del maligno; también a ti quiero liberarte, pero contigo tengo
que operar otra estrategia’. El maligno me grita, se enfada, me dice que el
hechicero no puede regresar. Pero mientras el hombre viva en su propia carne,
hay posibilidad de salvación”.
“A los magos les regreso el mal que
hacen para que se conviertan y se salven; no como venganza, sino como admonición
para que regresen al Señor. Yo restituyo el maleficio y pido al Señor llevar el
poder de hacer el mal a esta persona para que se reflejen, se conviertan,
confiesen sus pecados a la Iglesia y se salven, y esta oración parece eficaz.
Tengo casos en que la persona ha terminado enferma; pues para que se
conviertan, pido que pierdan dinero, que pierdan salud, porque es más
importante salvar el alma. La desgracia verdadera no es la muerte sino el
Infierno”, sentencia el padre, y añade: “Esto pertenece a la pelea, el rito de
exorcismo es como la Misa, está presente en la forma, pero no todos los
sacerdotes celebran de la misma manera. El rito también está presente pero el
exorcista tiene que actuarlo”.
TRATAMIENTO
Don Sante Babolin advierte que el
exorcismo es un tratamiento, que en ocasiones llega a durar indefinidamente. Él
mismo reporta que atiende casos con más de diez años de posesión o que en dos
años de tratamiento ha realizado el ritual de exorcismo a una misma persona en
64 ocasiones hasta que quedó liberada.
—Tengo un caso de 10 años de
tratamiento – revela.
—¿Y cómo puede la gente vivir en
estas circunstancias?
—No se puede saber cuándo va a
terminar un caso, porque de un lado el exorcista corta, libera la opresión del
maligno; pero el otro lado hace lo contrario. Son víctimas de sectas y grupos
satánicos, ellos renuevan el maleficio; aunque se disuelva, lo repiten – y dice
como apelando a la conciencia de los obispos y sacerdotes: — En estas batallas,
pierde el que se desanima primero.
Babolin siempre se asesora de un
psiquiatra y cuenta con un equipo de laicos que asisten durante los rituales;
ellos han trabajado en cientos de casos y su experiencia les indica que sólo el
2.5 por ciento de los fieles que creen tener una opresión demoníaca realmente
la tienen… pero “son los mismos 2.5 por ciento de casos que la psiquiatría
declara no tener solución… son éstos los que requieren verdaderamente de un
exorcismo”.
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