TRATAR AL ESPÍRITU SANTO - 27 DE MAYO
Si el Espíritu Santo es el santificador de nuestras almas, es necesario que los hombres nos esforcemos en conocerle, tratarle y seguir sus enseñanzas, demostrando así que le queremos
Si el
Espíritu Santo es el santificador de nuestras almas, es necesario que los
hombres nos esforcemos en conocerle, tratarle y seguir sus enseñanzas,
demostrando así que le queremos.
El hombre
debe hablar con El, pedirle ayuda, tratarle con intimidad: "Concede a tus
fieles, que en ti confían, tus siete sagrados dones.
Dales el
mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales el eterno
gozo" (Secuencia de la misa de Pentecostés).
El trato
continuo con el Espíritu Santo aumenta nuestro amor, y en consecuencia nos
facilita el seguir con docilidad sus enseñanzas:
"El
Espíritu Santo es quien, con sus inspiraciones, va dando tono sobrenatural a
nuestros pensamientos, deseos y obras… Si somos dóciles al Espíritu Santo, la
imagen de Cristo se irá formando cada vez más en nosotros e iremos así
acercándonos cada día más a Dios Padre" (Mons. Escrivá de Balaguer, Es
Cristo que pasa, n. 135).
Nuestros
deberes para con El son:
a)
Presentarle nuestros homenajes de adoración y amor.
b) Pedirle
sus virtudes y sus dones, tan importantes en la vida cristiana.
c) Evitar
cuanto pueda disgustarlo, y sobre todo el expulsarlo de nuestra alma por el
pecado mortal: "no contristéis al Espíritu Santo", nos alerta San
Pablo (Ef. 41, 30).
Son
igualmente de San Pablo estas palabras: "¿Ignoráis vosotros que sois
templo de Dios, y que el Espíritu Santo mora en vosotros? Pues si alguno
profanare el templo de Dios, Dios le perderá" (I Cor. 3, 16).
Tenemos
pues, una estricta obligación de alejar nuestro cuerpo nuestra alma de toda
impureza, por respeto al Espíritu Santo, que mora en ellos
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