El joven
seguidor llevaba unos días preocupado. Durante la comida preguntó al Anacoreta:
- ¿Cómo
podemos ser libres si hemos de cumplir la ley?
Sonrió el
anciano mientras se servía unas deliciosas croquetas que le había enviado una
amiga:
- Nuestro
error está en considerar la ley como un mandato externo. La verdadera ley está
en nuestro interior y nos indica el camino de la libertad, los peligros que
hemos de evitar para ser libres...
El joven
repuso:
- Si, pero
los mandamientos vienen de fuera...
El Anacoreta
movió la cabeza negando y dijo:
- Los
mandamientos los llevamos dentro. Y no olvides que Jesús nos los resumió en
amar a Dios y amar al prójimo. Este es un camino de liberación. Amar a Dios
sobre todo, significa no dejarnos esclavizar por nada, porque sólo Dios es
Dios. Es la liberación de todas las sumisiones que nos esclavizan en este
mundo. Y amar al prójimo nos indica que el límite a nuestra libertad son los
demás. Si les amo de verdad, no haré nada que pueda dañarlos...
Siguieron
comiendo en silencio hasta que el Anacoreta exclamó:
- Gloria hace cada día más buenas
las croquetas...
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