Que esta Cuaresma sea un tiempo de renovación espiritual, familiar y personal.
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net
La Cuaresma, ese período litúrgico que nos prepara para la Semana Santa, es
mucho más que un tiempo de privación y penitencia. El Papa Francisco, en su
mensaje para la Cuaresma 2024, nos invita a vivir este tiempo como un camino
hacia la libertad. Su llamado es claro: “Es tiempo
de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse”. La vivencia de la
Cuaresma en familia es también fundamental.
DETENERSE PARA ESCUCHAR Y AMAR
La Cuaresma nos ofrece la
oportunidad de detenernos en medio de nuestras vidas tan ocupadas. Sí, hay ue
ayunar y rezar, pero también escuchar. Así como el samaritano se detuvo para
ayudar al hermano herido, nosotros también debemos detenernos en oración y
acoger la Palabra de Dios. El amor a Dios y al prójimo es inseparable; es un
único amor que nos llama a la acción.
DESACELERAR Y DESPERTAR
En este tiempo de Cuaresma, a las
familias se nos invita a desacelerar y redescubrir la dimensión contemplativa
de la vida. Frente a la presencia de Dios, nos convertimos en hermanas y
hermanos, y percibimos a los demás con nueva intensidad. Dejamos atrás las
amenazas y enemistades, y encontramos compañeras y compañeros de viaje. Este es
el sueño de Dios: una tierra prometida hacia la que
marchamos cuando salimos de la esclavitud.
DECISIONES COMUNITARIAS Y CAMBIO
COTIDIANO
La Iglesia, en su forma sinodal,
sugiere que la Cuaresma sea también un tiempo de decisiones comunitarias.
Pequeñas y grandes decisiones a contracorriente pueden cambiar la cotidianeidad
de las personas y la vida de una familia. ¿Cómo
cuidamos de los demás? ¿Estamos incluyendo en nuestro día a día a todos
nuestros familiares, de manera especial a quienes pasan a ser “invisibles” o
arrinconados?
LA ALEGRÍA DE LA PENITENCIA
La penitencia cristiana no debe
entristecernos. Jesús nos dice: “No pongan cara
triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note
que ayunan” (Mt 6,16). En cambio, debemos irradiar alegría en nuestros
rostros y liberar el amor que hace nuevas todas las cosas. Empecemos por las
pequeñas acciones en nuestros hogares.
En esta Cuaresma, recordemos que el desierto no es solo un lugar de privación, sino también un camino hacia la libertad. Dios nos guía a través de él. Que esta Cuaresma sea un tiempo de renovación espiritual, familiar y personal, donde la alegría y el compromiso transformen nuestras vidas y comunidades.
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