EN LAS CHABOLAS DE MADRID, DONDE NACIÓ EL CAMINO, MURIERON MUCHOS CATÓLICOS DURANTE LA GUERRA CIVIL
El Camino
Neocatecumenal nació en Madrid en el año 1964, el mismo año en el que la Diócesis de Madrid
fue elevada a Archidiócesis por San Pablo VI, y con monseñor
Casimiro Morcillo al frente, en plena realización del Concilio Vaticano II del
cual don Casimiro era participante.
Como es bien sabido, Kiko
Argüello (1939-) y la Sierva de Dios Carmen Hernández (1930-2016) fueron sus
co-iniciadores. El propio Kiko se refirió a los orígenes de esta realidad
eclesial en la primera entrevista concedida a una televisión,
donde habló en abierto de cosas muy interesantes que siguen vigentes.
Son varias las ocasiones en las
que en ReL se ha hablado de la relación de esta realidad
eclesial con los mártires. Así
por ejemplo, se hizo referencia en su día al XX aniversario de los Mártires de Ruanda.
También se señaló en 2020 el caso de Marta Obregón, poniéndose la información al día en 2023, año en el que también se dio
noticia del estreno de la segunda sinfonía compuesta por Kiko, 'El Mesías', precisamente dedicada a los mártires.
Más que recomendable
es escuchar el discurso que dio su compositor tras la
interpretación -el propio Kiko, acompañado del padre Mario Pezzi y de Ascensión
Romero, integrantes todos del actual Equipo Responsable Internacional del
Camino Neocatecumenal- en el que
explicó el sentido y vigencia que hoy tiene el espíritu martirial.
De igual modo puede señalarse como
información sobre la relación del Camino con los mártires todo lo publicado en ReL sobre la
primera sinfonía compuesta por Kiko y titulada 'El sufrimiento de
los inocentes', ya que está dedicada a la Virgen
María, primera mártir e inspiradora
del nacimiento de esta realidad eclesial, diciéndole a Kiko el día de la
Inmaculada de hace ahora 65 años:
"Hay que hacer comunidades cristianas como la Sagrada
Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza. El otro
es Cristo".
De igual modo, cualquiera que
conozca el significado del término 'martirio espiritual' puede sin esfuerzo
alguno percibir durante la lectura de Diarios
1979-1981 -directamente relacionados con el desarrollo del
Camino Neocatecumenal- que la Sierva de Dios Carmen Hernández sufrió del
mismo durante largos períodos de su vida.
Fue el propio Kiko quien, yendo
en su día un poco más allá de lo referido anteriormente, relacionó a los mártires con el nacimiento del Camino Neocatecumenal expresándolo del siguiente modo:
"España ha dado Cursillos de
Cristiandad, el Opus Dei, el Camino Neocatecumenal y todo lo que quieras.
¿Sabéis por qué? Porque ha habido una Guerra Civil española donde han matado a
más de 6.000 curas, torturado, mártires: no ha habido una sola apostasía. Las raíces del Camino Neocatecumenal están
bañadas en sangre de muchos mártires de España".
Ciertamente uno no puede por
menos que recordar que en 2022 la Asociación Católica de Propagandistas –con un
relevante número de mártires en sus filas- lanzó una campaña publicitaria para dar a conocer a la sociedad española la realidad martirial española relacionada con la Guerra Civil.
En dicha campaña se señalaba sin
ambages que España era el país en el que más gente había
muerto perdonando a sus verdugos, asesinos
en realidad, puesto que las ejecuciones se realizaban sin juicio alguno por
medio. Esta campaña fue contestada ideológicamente, pero no rebatida en cuanto a cifras se refiere.
De ella y junto con los datos de
los que hoy podemos disponer - gracias fundamentalmente a los precisos cómputos
realizados por el mayor experto en víctimas del Frente Popular en Madrid, Jose
Manuel Ezpeleta- podía deducirse directamente que Madrid es la
ciudad en el mundo en la que más personas han muerto perdonando a sus asesinos, ya que marcha a la cabeza del número de
martirizados.
PALOMERAS,
TIERRA DE MÁRTIRES
Precisamente el lugar donde más
asesinados en proceso de beatificación están enterrados es el Campo Santo de
los Mártires de Paracuellos del Jarama, localidad de la provincia de
Madrid, en cuya capital nació el Camino Neocatecumenal,
más concretamente en las chabolas que en 1964 se asentaban en un paraje
entonces denominado Palomeras.
Las palomeras, además de pequeños
palomares, es el nombre que reciben las redes para cazar palomas que
todavía hoy se utilizan en algunos lugares
de España. Bien pudo ser este el origen del nombre de las
Palomeras de Madrid, ya que el paraje se
encuentra en la línea migratoria de las palomas torcaces,
donde podían hacer un descanso para reponerse del esfuerzo de atravesar la
Sierra de Guadarrama en dirección sur, o un receso para tomar fuerzas a tal fin
yendo en dirección norte.
La Real Academia Española también
admite que palomera es una paramera de corta extensión, algo que en principio
también concordaría con la zona originaria de Palomeras. Sea como fuere y como
ya he mencionado Palomeras fue el nombre que
recibió un paraje situado al suroeste de la villa de Vallecas, hoy barrio de Madrid.
En el plano de Rafael de Aro y
Villar de 1755 que presentamos a continuación, puede verse que dicho paraje
ocupaba un terreno que, con el paso del tiempo, las parcelaciones urbanas,
etc., incluiría hoy día no sólo el terreno de la colonia de chabolas de
Palomeras donde vivieron Kiko Argüello y la Sierva de
Dios Carmen Hernández y
surgió la primera comunidad neocatecumenal del mundo cuyo responsable fue el recientemente fallecido José
Agudo, sino además los
actuales barrios del Pozo del Tío Raimundo y Santa Cecilia entre otros.
Pues resulta que esta área de
Palomeras, además de ver nacer el Camino Neocatecumenal en 1964, fue con anterioridad testigo del mayor
fusilamiento público llevado a cabo durante la Guerra Civil española, en
el que murieron por la fe un número todavía indeterminado de hermanos, algunos
de los cuales ya están en camino de santidad.
La zona suroccidental de
Vallecas, hasta el río Manzanares, se llamó Palomeras, y figura en un plano de
Rafael de Aro y Villar, de 1755. Terminó incluyendo tanto Santa Cecilia y El
Pozo del Tío Raimundo como las Palomeras Altas, Bajas, etc.
Estoy hablando de los episodios que conocidos como los Trenes de la Muerte.
Que fueron dos trenes que vinieron a Madrid llenos de presos provenientes
del sur de España, fundamentalmente de Jaén, con el objeto de descongestionar
la que entonces funcionó como Cárcel del Pueblo, la Catedral de Jaén, a la que
el Ejército del Frente Popular llevaba detenidas personas que
consideraba peligrosas, simples civiles desarmados todas ellas.
La idea fue llevar una parte de
estos presos a la menos congestionada cárcel de Alcalá de Henares. Hay varios
estudios excelentes sobre lo acaecido en dichos sucesos. Santiago Mata es probablemente quien más ha profundizado en el tema,
tanto en su libro titulado El tren de la
muerte, como en menor medida en Holocausto
católico.
A destacar en el mismo sentido el
más que interesante relato de un testigo presencial de los hechos, Ignacio de
Valenzuela y Urzáiz, superviviente de la tragedia por hacerse pasar por francés, que dejó relatado todo lo que vió en su obra El tren de Jaén, cuyo manuscrito encontró
fortuitamente una nieta suya tras fallecer aquel, y que se publicó no hace
mucho con el refrendo de la presencia en el acto de quien sin duda mejor conoce
el victimario de Madrid de la época y he mencionado anteriormente, Jose Manuel
Ezpeleta, que me lo ha recomendado especialmente
como el relato más sosegado y pormenorizado de aquella barbarie.
Los relatos que dichos autores
hacen de los hechos acaecidos aparecen magistralmente resumidos y con precisos
comentarios en un
artículo de Luis E. Togores que recomiendo se lea aquí. El autor indica con rotundidad que entre los
trasladados en los trenes no había militares y civiles directamente vinculados
al golpe de estado, sino personas señaladas por los regidores de los municipios
de Jaén por ser de derechas o católicos practicantes.
El primero de los trenes se
trasladó el 11 de agosto de 1936 con 322 presos. A lo largo de todo el
recorrido sufrió varios intentos de asalto para asesinar a los pasajeros. Sólo
se consiguió este propósito con 11 personas, dos de las cuales
ya están beatificadas.
Se trata de las Hijas de la
Caridad de San Vicente de Paúl Sor Juana Pérez Abascal de 49 años de edad y Sor
Ramona Cao Fernández de 52. Según la biografía
publicada por María Ángeles Infante Barrera,
ambas eran enfermeras que ejercían su servicio en el Sanatorio Antituberculoso
de El Neveral, del que fueron expulsadas con el resto de hermanas, fueron posteriormente detenidas y
acusadas de robo, y al no poderse probar su delito, se salvaron de una
muerte segura.
No encontrando el modo de
permanecer allí, se les ocurrió trasladarse a Madrid, vestidas de enfermeras de
la Cruz Roja, pero con su rosario de Hijas de la
Caridad debajo del uniforme, subiendo al tren en el que iban los reclusos, en
el que finalmente llegó a conocerse su condición de religiosas.
Llegado el tren a la zona próxima
a donde después vivirían Kiko y Carmen, en Palomeras, a un kilómetro aproximadamente en línea recta de donde estuvo el poblado de
chabolas donde nació el Camino Neocatecumenal, fue detenido y de él
bajaron once personas que fueron asesinadas, entre las cuales se encontraban
estas Hijas de la Caridad.
Benedicto XVI firmó el 20 de
diciembre de 2012 el decreto con el cual se reconoce el
martirio de la Sierva de Dios Melchora Cortés Bueno y
compañeras, Sor Juana y Sor Ramona incluídas. Fueron 27 las
Hijas de la Caridad asesinadas en
España en la época.
Pero al día siguiente la matanza
fue muy superior, y los detalles se conocen con mayor precisión. El 12 de
agosto, al llegar el segundo tren al Apeadero de Santa Cecilia - la mártir
(coincidencias de la vida) de la que llegó a haber un importante cuadro en el
cercano templo de San Pedro Ad vincula todavía en pié, y probablemente cierta
devoción en la zona- entonces en funcionamiento, el tren fue detenido por
soldados del Ejército del Frente Popular, e inmediatamente
desengancharon de él la locomotora.
Según señala Togores, hablaron
por teléfono con el Director General de Seguridad, Manuel Muñoz
Martínez, informándole de que habían parado el tren y que le apuntaban
tres ametralladoras. Manuel Muñoz ordenó a los guardias civiles que iban custodiando
a los presos que los abandonasen
a su suerte,
alegando que "la poca autoridad que aún
conservaba el gobierno se vendría abajo si las exiguas fuerzas de orden público
acababan siendo arrolladas en un enfrentamiento con el pueblo armado".
Los 245 presos escoltados por 50
guardias civiles a las órdenes del alférez Manuel Hormigo Montero componían la
expedición con dirección a Alcalá, pero en este segundo tren las tropas del
Frente Popular estaban avisadas y actuaron con la barbarie que siempre las
caracterizó en Madrid. Una vez se
retiraron los guardias civiles comenzó la matanza, presenciada
por miles de personas de las proximidades que se acercaron para ver el
espectáculo.
Lo que ocurrió, según declaró el
superviviente Andrés Portillo Ruiz bajo juramento en la Causa
General, fue lo siguiente:
"Entonces como
ya estábamos en poder de los rojos, estos pusieron el tren en marcha con
dirección a Alcalá de Henares, pasado en ésta línea el apeadero de Santa
Catalina, hay un sitio que se llama 'POZO DEL TIO RAIMUNDO' donde paró el tren
y bajando a los detenidos por la cabeza del tren de 10 en 10 no
sin antes quitarles todo cuanto a ellos se les figuraba de valor...".
CONTINÚA LA CAUSA
GENERAL:
"Venían de
Jaén unos trescientos detenidos, prensados en el tren. Cerca ya de Madrid, en
Villaverde, se apoderaron de ellos los milicianos del pueblo, a pesar de los
cuarenta guardias civiles encargados de su custodia, y comienzan allí
mismo el fusilamiento más feroz e inhumano en grupos de veinticinco,
sin indagar sus personas ni delitos. Hay tristes escenas de padres, que
presencian la muerte de sus hijos y viceversa. El Obispo de Jaén, Excmo. E
Ilustrísimo Sr. Don Manuel Basulto, cae de rodillas exclamando: -
Perdona, Señor, mis pecados y perdona también a mis asesinos: Esto
es una infamia, exclama su hermana Teresa, yo soy una pobre mujer.
-No te apures, se le contesta, a ti te matará una mujer. Y acto
seguido, se adelanta una desgreñada miliciana llamada Josefa
Coso “La Pecosa”, que la sacrifica allí mismo a sangre fría. Cuando faltaban
unos cuarenta, se adelanta del grupo Leocadio, joven de 19 años, y, encarándose
con el jefe de milicias, le dice que él responde con su vida de todos los del
grupo remanente (...) El feroz mandamás suspende las
ejecuciones amenazándole: -¡Ay de ti, si me engañas! Llevad a éstos a
Vallecas y que demuestren su inocencia".
Pero la historia
completa según la documentación existente es la siguiente:
"El tren, que
fue desviado de su trayectoria a Madrid y llevado a una vía o ramal de
circunvalación hasta las inmediaciones del lugar ya mencionado del Pozo
del Tío Raimundo. Rápidamente empezaron los criminales a hacer bajar del tren
tandas de presos, que eran colocados junto a un terraplén y frente a tres
ametralladoras, siendo asesinados el Excelentísimo e Ilmo. Sr. Obispo y el
Vicario General Don Félix Pérez Portela. La hermana del Sr. Obispo, que era la
única persona del sexo femenino de la expedición, llamada doña Teresa Basulto
Jiménez, fue asesinada individualmente por una miliciana que se brindó a realizarlo,
llamada Josefa Coso 'La Pecosa', que disparó su pistola sobre la mencionada
señora, ocasionándola la muerte; continuando la matanza a mansalva del resto de
los detenidos, siendo presenciado este espectáculo por unas dos mil personas,
que hacían ostensible su alegría con enorme vocerío. Estos asesinatos, que
comenzaron en las primeras horas de la mañana del 12 de agosto de
1936, fueron seguidos del despojo de los cadáveres de las víctimas,
efectuado por la multitud y por las milicias, que se apoderaron de cuantos
objetos tuvieran algo de valor, cometiendo actos de profanación y escarnio y
llevando parte del producto de la rapiña al local del Comité de Sangre de
Vallecas, cuyos dirigentes fueron, con otros, los máximos responsables del
crimen relatado (Copia literal del Libro: La Causa General. Páginas
177-178)".
Y así fue como el 12 de
agosto fueron asesinados 193 de los presos que el tren
transportaba, entre los que se
encontraban el obispo de Jaén Manuel Basulto Jiménez –¡único obispo asesinado en Madrid!- con su
hermana, el marido de esta y el vicario general de la diócesis
jienense Félix Pérez Portela.
El obispo de Jaén, Manuel Basulto
Jiménez, de 67 años, y su vicario Félix Pérez Portela, de 41. Basulto, que
había sido obispo de Lugo desde 1910 y lo era de Jaén desde 1920, mostró
su disposición al martirio ya al salir de la Catedral
de Jaén. Justo antes de morir cruzó los brazos sobre el pecho y se
puso de rodillas.
El último superviviente de la matanza aún
vivo, Leocadio Moreno, el tal Leocadio mencionado con anterioridad en el relato
de la Causa General, recordó siempre vivamente el
"gesto de pastor" del vicario general, cuando él le
pidió la absolución antes de su previsible fusilamiento -que después no tuvo
lugar-, y Portela se la dió, zafándose previamente de los milicianos que le
sacaban del vagón del tren. Santiago Mata consiguió localizar el lugar exacto de las matanzas.
El segundo tren partió de Jaén el
12 de agosto. Esta vez el tren evitó su paso por Atocha para no caer los presos
en manos de Villalba Corrales y sus milicianos. Todas
las víctimas fueron enterradas en dos zanjas abiertas junto a las tapias del cementerio de
Vallecas. Indica Togores que en la década de 1940 fueron sus restos trasladados
a la cripta de la Iglesia del Sagrario de la catedral de Jaén.
En la catedral de Jaén se
encuentran varias lápidas de mármol con casi todos los nombres de los
asesinados. Sus asesinos no fueron perseguidos ni condenados por estos
crímenes por la autoridades del Frente Popular en ningún momento. Cuando el
gobernador civil de Jaén se enteró de lo ocurrido, desolado ante los
asesinatos perpetrados, presentó su dimisión.
Los 40 supervivientes de la
masacre de Palomeras terminaron ingresados en la Cárcel Modelo de Madrid. Muchos de ellos serían asesinados unas
semanas después en Paracuellos del Jarama.
La Iglesia Católica es testigo de la
autenticidad del aserto de Tertuliano Sanguis
martyrum semen christianorum. Así
ha sido a lo largo de su historia, y lo sigue siendo en épocas recientes. El caso de los orígenes
del Camino Neocatecumenal en Madrid y otras realidades eclesiales tanto en
Madrid como en otras ciudades del mundo como Roma es uno más.
Sorprende en este sentido que en
al menos otros dos campos de mártires de la capital de España, el de los
cementerios de Hortaleza y Canillas y el del Cementerio de la Almudena, surgieran con el paso del tiempo comunidades neocatecumenales en las parroquias de Nuestra Señora del
Tránsito y Santas Perpetua y Felicidad y San Emilio respectivamente. Años
después, el Camino Neocatecumenal comenzaría su desarrollo en Roma, ciudad
regada por la sangre de los santos Pedro y Pablo y de tantos otros.
Deseo que esta curiosa coincidencia hasta ahora no
descrita sirva de regalo a todos aquellos que celebren los 60 años del Camino
Neocatecumenal.
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