EL PAPA FRANCISCO RECIBE LA CENIZA EN SANTA SABINA AL EMPEZAR LA CUARESMA DE 2024
En la tarde del Miércoles
de Ceniza el Papa predicó en la misa de la
Basílica de Santa Sabina, sede
del gobierno de los dominicos, que fue el punto de llegada de la procesión
penitencial que partió desde la Iglesia de San Anselmo.
A partir de las lecturas del
profeta Joel, el Papa recordó que "entrar en
lo secreto significa volver al corazón, como
exhorta el profeta Joel".
Toda su predicación exhortó
a abandonar un mundo de apariencias externas, engaños
y autoengaños, para mostrarnos humildemente ante Dios, tal
como somos.
QUE
EL TRATO CON DIOS "NAZCA DESDE DENTRO"
“Se trata de un
viaje desde el exterior al interior, para que todo lo que vivamos, incluso
nuestra relación con Dios, no se reduzca a la exterioridad, a un marco sin
pintura, a un revestimiento del alma, sino que nazca desde dentro y se
corresponda con los movimientos del corazón; es decir, con nuestros
deseos, con nuestros pensamientos, con nuestro sentir, con el núcleo
originario de nuestra persona”, predicó el Pontífice.
El Papa presentó la Cuaresma
como "un baño de purificación y de despojamiento;
quiere ayudarnos a quitar todo 'maquillaje', todo
aquello de lo que nos revestimos para parecer adecuados, mejores de lo que
realmente somos".
"Volver al
corazón significa volver a nuestro verdadero yo y presentarlo tal como es,
desnudo y despojado, frente a Dios. Significa mirarnos por dentro y tomar
conciencia de quiénes somos realmente, quitándonos las máscaras que a menudo usamos,
disminuyendo el ritmo de nuestro frenesí, abrazando la vida y la verdad de
nosotros mismos. La vida no es una actuación, y la Cuaresma nos invita a bajar
del escenario de la ficción para volver al corazón, a la verdad de lo que
somos. Volver al corazón, volver a la verdad", insistió.
SOMOS
POLVO, PERO CON DIOS NO NOS DISPERSA EL VIENTO
Sobre el gesto de recibir la
ceniza en la cabeza, dijo: "Somos
polvo, nuestra vida es como un soplo (cf.
Sal 39,6; 144,4), pero el Señor —Él y solamente Él—
no permite que ese polvo que somos se desvanezca; Él lo recoge y lo plasma para
que no lo dispersen los vientos impetuosos de la vida y no se disuelva en el
abismo de la muerte”.
Así, añadió, "la ceniza puesta sobre nuestra cabeza nos invita
a redescubrir el secreto de la vida". La ceniza nos
advierte, dijo: "Mientras sigas usando una
armadura que cubre el corazón, camuflándote con la máscara de las apariencias,
exhibiendo una luz artificial para mostrarte invencible,
permanecerás vacío y árido.
En cambio, cuando tengas la valentía de inclinar la cabeza para mirar tu
interior, entonces podrás descubrir la presencia de un Dios que te ama desde
siempre; finalmente se harán añicos las corazas que te has construido y podrás
sentirte amado con un amor eterno".
"Somos ceniza
sobre la que Dios sopló su aliento de vida, tierra que Él
plasmó con sus manos (cf. Gn 2,7; Sal 119,73), polvo del que resurgiremos
para una vida sin fin preparada desde siempre para nosotros
(cf. Is 26,19)", añadió.
LIMOSNA,
ORACIÓN Y AYUNO: ESO NOS LLEVA A LO ESENCIAL
El amor, dijo el Papa, "se concreta en amar a los hermanos que tenemos
a nuestro lado, estar atentos a los demás, vivir la compasión, ejercitar
la misericordia, compartir lo que somos y lo que tenemos con quien
lo necesita".
"La limosna,
la oración y el ayuno no pueden reducirse a prácticas
exteriores, sino que son caminos que nos reconducen al corazón, a lo esencial
de la vida cristiana", añadió. "Nos
hacen descubrir que somos polvo amado por Dios,
prosiguió, y nos vuelven capaces de esparcir el mismo amor sobre la ‘ceniza’ de
tantas situaciones cotidianas, para que en ellas renazca esperanza, confianza y
alegría".
Recordó además una cita sobre la
oración del obispo y monje benedictino del siglo XI San Anselmo de
Aosta (también llamado San
Anselmo de Canterbury por su largo servicio en Inglaterra). El santo, doctor de la Iglesia, dijo: "Huye un momento de tus ocupaciones, apártate
por un instante de tus tumultuosos pensamientos. Deshazte de las
preocupaciones que te agobian y pospón tus laboriosos
quehaceres. Entrégate un poco a Dios y descansa un instante en Él. “Entra en el
aposento” de tu espíritu, ahuyenta todo excepto a Dios y lo que te
ayude a hallarle, y una vez cerrada la puerta búscale. Ahora di
“corazón mío”, di todo entero ahora a Dios: Busco tu rostro, Señor; tu rostro
es lo que busco" (texto inicial de su libro Proslogion).
Eso es "una
sana invitación para nosotros, que a menudo vivimos en la superficie, que
nos inquietamos para hacernos notar, que siempre necesitamos ser admirados y
apreciados".
EVITAR
EL PARLOTEO, ACOGER LO PROFUNDO
"¿Cómo puede ser
social lo que no brota del corazón?", añade el
Papa. "Hasta las experiencias más trágicas y
dolorosas corren el riesgo de no tener un lugar secreto que las custodie: todo
debe ser expuesto, ostentado, entregado al parloteo del momento".
Así, el Papa pide dejar espacio
para la oración silenciosa de adoración, "en
la que permanecemos en presencia del Señor a la escucha, como Moisés, como
Elías, como María, como Jesús". Y dijo a los fieles: "¿Nos hemos dado cuenta de que hemos
perdido el sentido de la adoración? Volvamos a la
adoración".
Después citó a un maestro moderno
de la espiritualidad, el sacerdote holandés Henri Nouwen (1932-1996). Nouwen
asegura que Dios nos dice en el silencio: "Soy
tu Dios, el Dios de la misericordia y la compasión, el Dios del perdón y del
amor, el Dios de la ternura y la solicitud. […] No te juzgues. No te condenes. No
te rechaces. Deja que mi amor llegue a los rincones más escondidos de tu
corazón y te revele tu propia belleza. Una belleza que has perdido de vista,
pero que se hará nuevamente visible para ti a la luz de mi misericordia. El
Señor nos llama: Ven, ven, deja que enjugue tus lágrimas, y deja que mi boca se
aproxime a tu oído y te diga: ‘Te amo, te amo, te amo’".
Y finalizó poniendo el ejemplo de San Francisco de Asís, "que después de haberse despojado completamente,
abrazó con todas sus fuerzas al Padre que está en los cielos. Reconozcámonos
por lo que somos: polvo amado por Dios, polvo enamorado, y gracias a Él renaceremos de las
cenizas del pecado a la vida nueva en Jesucristo y en el Espíritu Santo".
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