IMPEDIR EL ACCESO A LA PORNOGRAFÍA A LOS MENORES DE EDAD AL MISMO TIEMPO QUE SE JALEA SU USO EN LOS MAYORES NO HARÁ SINO CONVERTIR EN ODIOSO EL BIEN MORAL.
El señor presidente del Gobierno
de España, don Pedro Sánchez,
anunció a finales de enero la puesta en marcha, para el próximo verano, de una
aplicación, por la que los menores de edad verán
restringido su acceso a la pornografía en internet, así como a
determinados contenidos violentos o moralmente inconvenientes. Pocos meses
antes, Giorgia Meloni, su homónima italiana,
había tomado una iniciativa en el mismo sentido. El hecho de que dos gobiernos
de signo tan distinto hayan llegado a la misma conclusión es, ciertamente, un
motivo de esperanza: parece que el
argumento ético tiene todavía algún espacio -aunque es obvio
que muy pequeño- en la vida pública. Por lo tanto, saludamos este tímido
y tardío paso dado en la dirección correcta.
Ahora bien, ¿creemos, de verdad, que esta iniciativa es un mensaje
moral nítido dirigido a nuestros jóvenes? O, por el contrario, ¿se trata únicamente de un mero obstáculo técnico que entorpece el acceso de los jóvenes
a unos contenidos que son de consumo generalizado para los adultos?
Dicho de otro modo, ¿qué autoridad podemos tener ante un adolescente para
decirle que tiene vetado el acceso a unos contenidos a los que acceden
libremente los adultos? Básicamente, es la misma autoridad moral que
pueda tener un padre, consumidor de marihuana, cuando prohíbe a su hijo fumar
canutos. Las estadísticas nos dicen que estamos ante una prohibición en la que
se impone la potestad de los adultos sobre los menores, pero sin autoridad moral alguna. Más aún, me atrevería a decir que,
con este método, existe el riesgo de hacer odioso el
bien moral que esta
prohibición pretende custodiar. Y de lo que no me cabe la menor duda es que, al
poco tiempo, se generalizarán numerosos recursos para burlar el veto
tecnológico.
La vulnerabilidad de este
proyecto gubernamental está en que no aborda el problema de raíz. Veamos: ¿No había anunciado el Partido Socialista su decisión de
prohibir la prostitución en España? ¿Acaso la pornografía no es una forma de
prostitución, con el agravante de que los ‘clientes’ son multitud?
¿Por qué no atreverse, entonces, a prohibir la pornografía en su
integridad? ¿No decíamos que el motivo para prohibir la prostitución es la
defensa de la dignidad de la mujer?
Por otra parte, es obvio que,
desde el punto de vista tecnológico, es más viable una prohibición
total que un veto parcial, como
lo demuestran los bloqueos impuestos en internet tras la invasión de Ucrania,
por ambos bandos.
Lo cierto es que el problema moral es muy grave y está muy extendido: la dignidad de
la mujer es despreciada y vejada abiertamente, al igual que la del hombre, por
cierto. Los daños en el seno del matrimonio son muy grandes, ya
que la pornografía distorsiona completamente la vivencia
de la sexualidad. Nuestros
Centros de Orientación Familiar (COF), auténticos “hospitales
de campaña”, en palabras del Papa Francisco,
en los que la Iglesia católica ayuda a los matrimonios en crisis, están siendo
testigos de ello. ¡El porno mata el amor! Más aún, con el paso del tiempo nos estamos
dando cuenta de que cuando desgajamos el amor del sexo, este último se
convierte en una droga con poder
adictivo.
¿Por qué no se combate
con decisión está pandemia de la pornografía,
tan extendida en nuestra sociedad, con consecuencias tan nocivas? Del ‘pan y circo’ de los romanos
hemos pasado al ‘porno, fútbol y cerveza’. Y
es que… la esclavitud más
consolidada es la que consigue que los esclavos sientan placer en serlo.
¡Y en esas estamos! Por cierto, aprovecho la
oportunidad para compartir mis sospechas, por el hecho de que el anuncio del
Gobierno español de perseguir la prostitución, no se esté concretando con el
paso del tiempo.
En resumen, la frontera entre el
bien y el mal no está en la mayoría de edad. Eso que es
radicalmente malo para el adolescente, lo es igualmente para los adultos. La prohibición a los menores del acceso a la
pornografía tiene, ciertamente, razones añadidas; pero el mayor reto global de
nuestra cultura es aprender a amar, de forma que consigamos invertir la tendencia
hacia la destrucción del matrimonio y la familia,
en la que estamos inmersos…
Comienza la Cuaresma y la
publicación de esta reflexión en un Miércoles de Ceniza, acaso pueda traducirse en una llamada a
luchar por la libertad y por el amor en nuestra vida y en nuestra sociedad.
Amar es dar lo que no se puede comprar ni vender; es darse uno mismo. Pero para poder ‘darse’, primero es necesario ‘poseerse’; es decir, ser dueños de nosotros mismos. Como
decía Aristóteles: “Considero más valiente al que conquista sus
deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la
victoria sobre uno mismo.” Por ello, os deseo a todos una
fructífera Cuaresma.
Publicado en el
blog del autor, En Ti confío.
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