A MAR CAMARGO, EL ATENTADO DEL 11M LE HIZO PREGUNTARSE: ¿PLASMAR EL DOLOR O AYUDAR A LOS QUE SUFREN?
"Cuando se ponen a tiro del Señor y empiezan a
gustar el silencio, se dan cuenta de que allí hay mucha riqueza", dice Mar
Camargo sobre la experiencia que tiene con los jóvenes.
Mar Camargo (1977) pertenece a
las Esclavas de Cristo Rey ERC y cuando era una joven madrileña apasionada al
cine y a la televisión se encontró con Dios en unos
Ejercicios Espirituales. El portal Camino Católico recoge
su testimonio.
A los treinta años, la operadora
de cámara, que llegó a grabar Gran Hermano 1, entregó su
profesión como comunicadora y se convirtió en religiosa. Hoy, 18 más
tarde, dirige el retiro para jóvenes organizado por la Pastoral Juvenil y
Vocacional de la archidiócesis de Zaragoza.
MARCADA
POR LOS ATENTADOS DEL 11M
"Es un proceso
largo donde yo me encuentro con Jesús en mi vida diaria, en mi trabajo. Yo era
cámara de televisión y para mí es algo normal, aunque suene un poco llamativo,
que una religiosa haya sido cámara. Era lo que me gustaba, lo que estudié.
Luego, me puse a trabajar. Claro, sí, grabé Gran Hermano 1, Gran Hermano 2, estuve
en Canal +, en los guiñoles, y lo último que hice fue Madrid
Directo, en TeleMadrid", comenta Camargo.
"La
experiencia de Ejercicios Espirituales fue lo que a mí me cambió la vida, pero
también las experiencias y los acontecimientos de la vida. Me
tocó también vivir el atentado en Madrid, el 11M. Y estar presente
allí, cubrir la noticia, para mí fue también una llamada de atención: '¿Qué es
lo que quieres: plasmar el sufrimiento de la gente, solamente, o estás llamada
a consolar el corazón de esos que sufren?'", explica.
Y, es entonces, cuando su vida
dio un giro radical. "Entre mi vida de oración
y de parroquia -colaboraba en Pastoral Juvenil y acompañaba a otros-, vas
viendo que, a lo que estás llamada es también a consolar y a poner en contacto
con Jesús. Eso lo descubro en los Ejercicios Espirituales,
básicamente. Soy testigo, día a día, de lo que los Ejercicios pueden hacer en
la vida de los jóvenes", asegura.
Como bien dice, los ejercicios de
San Ignacio son un arma perfecta contra el sinsentido.
"Se va viendo, a través de las generaciones, y de lo que va aconteciendo,
que a la gente le cuesta cada vez más hacer silencio. Hace veinte años casi no
existían los teléfonos inteligentes o el WhatsApp. Todos teníamos más capacidad
de introspección. Hoy en día a la gente le cuesta mucho. Pero percibo
que, cuando se ponen a tiro del Señor y empiezan a gustar el silencio,
se dan cuenta de que allí hay mucha riqueza", comenta.
"Hasta llegar allí, es un proceso lento. Yo he
visto que los jóvenes tenían muchos deseos de encontrarse con Dios, muchas
ganas de encontrarse con Él. Les ha costado el silencio, pero sí que he visto
que han hecho un proceso y una
experiencia en el que el Señor les ha tocado el corazón y ha ido
transformando también sus vidas", explica.
Sobre los ejercicios para jóvenes
que dirigió a principios de febrero, la hermana comenta: "Hay un grupo de hispanos, colombianos, que
vienen con muchas heridas de esos países. Me llama mucho la atención
su perseverancia, su capacidad de adaptarse a un lugar nuevo. Y su lucha
también por conseguir un futuro mejor. Esto, de la mano del Señor", relata.
"Me ha llamado
la atención que tienen deseos también de conocer a Jesús, el deseo
de leer la Biblia o, incluso, alguno que ha estudiado o está
estudiando Ciencias Religiosas. Como ese deseo de conocer más la fe y de poner
en práctica lo que creen", añade.
La hermana, a la que le gustaban
las artes marciales de joven y llegó a ser cinturón marrón de kárate, asegura
que "lo más importante y lo que aprendo una y
otra vez es que es muy importante saber escuchar. Saber escuchar a la gente. No
dar tanto consejo, sino saber escuchar, estar cerca y luego dejar
que Dios obre. Dios sigue llamando, que escuches la llamada del Señor y que no
tengas miedo a responder, porque Él te va a hacer feliz".
Las Esclavas de Cristo Rey son
una congregación religiosa católica femenina de derecho pontificio, fundada por
el sacerdote Pedro Legaria en Tudela el 15 de junio de 1928. Las legarianas se dedican a la práctica de los ejercicios
espirituales, los
cuales, imparten a laicos, religiosos y sacerdotes, en sus casas de
espiritualidad. Tienen presencia en Argentina,
Colombia, España, Italia, México, Cuba, Panamá y Venezuela.
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