Oración de petición, gloria a Dios, el perdón, la tentación, el mal.
Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
¿QUÉ DECIR?
Rezar como hijos, no como extraños y menos como hipócritas. Pero ¿qué decir? Y Jesús enseña el Padrenuestro, la oración más perfecta salida de labios humanos.
"Vosotros,
pues, orad así:
Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre; venga
tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro
de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores; no nos
dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Pues si perdonáis a los
hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre Celestial. Pero si no
perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros
pecados".
PETICIÓN
Lo primero pedir, porque es la actitud humilde que
evita el orgullo de quien se piensa que por sus propios méritos alcanzará la
perfección. Para evitar el escollo, casi insalvable, del amor propio,
disfrazado en ocasiones de religiosidad, pedir. Reconocer la propia verdad de
criatura necesitada. Pero orar como hijos a ese Padre que está en los cielos, y
no desoye nunca las súplicas de los hombres.
LA GLORIA DE DIOS
Pedir su gloria, lo primero, también porque es lo más conveniente para los hombres. La gloria de Dios es la vida del hombre: que sea santo, que ame sin mentiras, que viva vida eterna. Y el esplendor de la vida divina se refleja en el hombre, que es su imagen.
EL REINO
Y, después, viene rezar
por la venida del Reino, y con él la paz, la justicia, la libertad, el amor que
Dios derramará sobre los hombres, si quieren acogerlo.
LA VOLUNTAD DE DIOS
En tercer lugar, desear el cumplimiento de la
voluntad de Dios en el mundo, pues el hombre no puede alcanzar su propio fin
sin la ayuda amorosa del Padre. El hombre es un orante, llamado a un fin
altísimo que sólo puede alcanzar con la ayuda del Padre.
LAS NECESIDADES
El pan de cada día lo constituyen las necesidades materiales y espirituales de
todo hombre. Y cada día es único, hasta que el hoy se convierte en eternidad.
EL PERDÓN
Luego el perdón, condición para ser perdonado con el perdón divino mucho más
grande que el humano porque el pecado tiene una dimensión misteriosamente
infinita.
LA TENTACIÓN
La superación de la tentación requiere la ayuda
divina. El hombre no está solo ni en las pequeñas pruebas, ni en las grandes,
ni en la sutilesa que quizá vienen muy disfrazadas.
EL MAL
Y como gran final, la liberación de todo mal, del tentador que se rebeló frente
a Dios, al que odia intentando destruir al hombre; y de todos los dolores que
amedrentan al hombre.
Estas son las siete peticiones; pero el fondo es uno solo: la actitud del hijo
ante su Padre poderoso y amoroso que respeta su libertad y nunca deja de
ayudarle, más aún si se lo pide.
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