Estas situaciones desesperantes de tantas personas deben llevarnos a hacernos más humanos y más hermanos.
Por: Pbro. José Juan Sánchez Jácome | Fuente:
Semanario Alégrate
¿Cuánto vale una vida? Vale toda nuestra entrega
y nuestro esfuerzo. Vale movilizar a toda la estructura de seguridad y rescate
del Estado. Vale nuestra dedicación y compromiso de todos los días para que las
carencias y los sufrimientos no orillen a nuestros hermanos a salidas
desesperadas.
Saliendo de la santa misa
dominical de 11am nos percatamos que un hermano, de aproximadamente 25 años,
trepó por las paredes exteriores del templo, con mucha agilidad, para alcanzar
las cúpulas y el techo de la Parroquia de San José, amenazando arrojarse para
quitarse la vida.
Nuestros feligreses comenzaron a
la distancia y desde el atrio parroquial a entrar en contacto con él para
disuadirlo y exhortarlo a reconsiderar las cosas, formando así el primer equipo
de contención.
Gracias a Dios se hicieron
presentes las diversas corporaciones que atienden estos casos críticos para
hacerse cargo de esta contingencia. Después de casi tres horas -y con un gran
profesionalismo- lograron, sin forcejeos, que este hermano bajara por su propia
voluntad.
Bendito Dios se salvó una vida
teniendo presente el desempeño profesional de las distintas corporaciones y
también la oración de tantos hermanos que ya no pudieron entrar a la Iglesia
para la santa misa de la 1pm, y se pusieron a hacer oración.
Queda la satisfacción y la
gratitud a Dios por el resultado de esta operación. Pero al mismo tiempo queda
la sincera preocupación para que nadie más se ponga en predicamento ante las
duras situaciones de soledad, marginación, pobreza y desempleo que enfrentan en
la vida.
Estas situaciones desesperantes
de tantas personas deben llevarnos a hacernos más humanos y más hermanos, para
ser más solidarios y cercanos con las personas que más están sufriendo en estos
tiempos de tribulación. Bastaría que este tipo de situaciones desesperantes
fueran consideradas por nuestras autoridades para que se toquen el corazón y
ofrezcan su mayor esfuerzo para buscar el progreso y la reconciliación de
nuestro pueblo. Basta de enconos, mentiras y polarizaciones cuando tantos
hermanos nos necesitan de manera urgente.
Nuestro reconocimiento y gratitud
a los hermanos y hermanas de las distintas corporaciones que se hicieron
presentes en esta contingencia: Bomberos, Policía Estatal, Escuadrón de
rescate, Seguridad Pública, Policía ministerial, Protección civil y Guardia
Nacional. Ha sido verdaderamente esperanzador verlos trabajar en equipo y
constatar la determinación que tienen para salvar una vida. Espero no omitir a
ninguna de las corporaciones que se hicieron presentes.
Les encargo una oración por este
hermano que finalmente fue rescatado y por todos los hermanos que pasan
situaciones desesperantes, para que encuentren en nosotros una comunidad
samaritana que se preocupe del que yace en el camino.
Que de esta forma ofrezcamos lo
mejor de nosotros mismos y luchemos desde nuestras propias trincheras para no
dejar que nadie se pierde porque vale toda nuestra dedicación salvar una vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario