Déjalos envejecer con el mismo amor que ellos te dejaron crecer.
Déjalos hablar y contar repetidas veces historias con la
misma paciencia e interés que ellos escucharon las tuyas cuando eras niño (a).
Déjalos tener la razón, como tantas veces ellos te dejaron
ganar.
Déjalos disfrutar de sus amigos, de las charlas con sus
nietos.
Déjalos gozar viviendo entre los objetos que lo han
acompañado por mucho tiempo, pues sufren sintiendo que le arrancas pedazos de
su vida.
Déjalos equivocarse, como tantas veces te has equivocado tú.
DÉJALOS VIVIR y procura hacerlos felices el último tramo del camino que les
falta por recorrer, del mismo modo que ellos te dieron su mano cuando iniciabas
el tuyo, porque cuando partan al cielo, te será de consuelo recordar que los
trataste con paciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario