Sobrecoge y da cierto vértigo pensar que este mes de diciembre en la revista Magníficat cumplimos 20 años de existencia. Echando la mirada hacia atrás, uno ve todo un itinerario de gracia y de don.
En varios lugares he escrito
que Magníficat fue un
don de la Providencia, al menos para mí.
UN
POCO DE HISTORIA
Salía pensativo del encuentro de Juan Pablo II en
Cuatro Vientos, en su último viaje a España (3 de mayo de 2003).
El Papa había hablado de la necesidad de interioridad, de oración, de
contemplación, había dicho que Europa carecía de alma... ¿Qué podía yo hacer ante estas indicaciones del Sucesor
de Pedro? Dos días después, me había citado con la dirección de Magníficat en
Francia.
Allí había nacido unos años antes
esta publicación y yo conocí la edición francesa en la JMJ de París (agosto
1997). Creía que el encuentro era para que buscara una editorial que corriera
con la edición española. ¡No! Me pedían que
fuera yo quien lo hiciera. Les habían dado mi nombre en la Santa Sede. Pedí un
día de reflexión. Era como si el arcángel Gabriel me trajera la misiva que respondía
a lo que el Papa había dicho dos días antes.
Aquel 5 de mayo
empezó la aventura. Sin buscarlo, recibía un don
precioso que ya conocía en francés y en inglés. Empezaba la aventura española.
En junio-julio era el momento de preparar ya el mes de diciembre
(siempre preparamos cada número con seis meses de antelación).
Me empapé de las ediciones francesa e inglesa desde sus comienzos para vibrar
con el mismo espíritu.
Muchos desconfiaron o no creyeron
en el proyecto. Yo me entregué con fe ciega, con la autorización de mi obispo,
convencido de que, al no ser nada mío, me venía dado desde arriba con un sello
claro.
ECLESIALIDAD
Enseguida vinieron las etiquetas,
algo muy típico en nuestra Iglesia española. ¿Quién
está detrás de esto? ¿A qué grupo pertenece? ¡Qué
manía con etiquetar y juzgar...!
Me planteé desde el inicio
proyectar la eclesialidad que
había recibido y aprendido en el Seminario de Toledo y en el cardenal Don
Marcelo González Martín. Quería que Magníficat fuera un instrumento eclesial
(la liturgia es lo más eclesial que hay) pero en cuyas
páginas aparecieran colaboradores que reflejaran la inmensa
riqueza y variedad de vocaciones en la Iglesia: desde la jerarquía hasta los religiosos, religiosas,
laicos, sacerdotes diocesanos.
Muchos ya partieron a la casa del
Padre. Les agradecemos su colaboración en la tierra y les pedimos su
intercesión en el cielo por el fruto de nuestra publicación. Nada hay más
universalmente eclesial que la comunión de los santos.
En una civilización en que todo
son derechos, dar gracias, como lo hacemos hoy al cumplir estos 20 años de
vida, quiere ser un gesto de reconocimiento del don recibido a través de todos los colaboradores que
hemos querido recordar y enumerar. Al nombre de cada colaborador hay que
añadir los miles de nombres de personas concretas que
obran en nuestras bases de suscriptores, y todos los que con su aliento y
entusiasmo siguen hasta hoy impulsándonos en esta aventura maravillosa.
Una expresión de eclesialidad
quisimos vivir con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en
Madrid, en el año 2011, con Benedicto XVI. La dirección
internacional nos puso a trabajar casi hasta extenuarnos: decidieron regalar a la Jornada el librito litúrgico para
todos esos días. Se repartió entre más de un
millón de jóvenes y fue editado en 7 idiomas: español, francés, inglés, alemán, polaco, portugués, italiano.
Tened en cuenta que en las tres últimas lenguas no hay redacción de Magníficat.
Os digo en primera persona que fue un trabajazo, pero gozosísimo al ver el
radio eclesial que alcanzaba.
EVANGELIZACIÓN
A la mencionada eclesialidad,
quería añadir la dimensión evangelizadora. No en todas las ediciones de Magníficat se
dedican las páginas iniciales que en nuestra edición sirven para formar el
aspecto litúrgico, bíblico y oracional.
Todas las colaboraciones de estos
años han querido enfocarse en uno u otro sentido. El bagaje de 20 años es
fabuloso. De esas páginas han salido varias decenas de libros
para que toda esa enseñanza no se pierda. Algunos
se «quejan» de que no les da tiempo a leer todo lo que ofrecemos. No importa.
Ahí queda y podrá ser alimento en cualquier otra ocasión.
DIMENSIÓN
MISIONERA
Un aspecto misionero de la
familia Magníficat ha consistido, durante muchos años, en
enviar a la redacción los ejemplares atrasados. Motivos personales de salud
imposibilitaron seguir con la tarea. Baste decir que en todos los años que recibimos
ejemplares enviamos ¡37 toneladas!
de Magníficat a la
Iglesia en Cuba, cuya jerarquía nos agradeció los envíos.
Hasta ese momento, el Fondo de Nueva Evangelización de la Conferencia Episcopal
Española pagó los envíos. Como dato curioso os contaré que conocidos míos que
fueron de viaje turístico a Cuba me comunicaron con alegría que habían visto
ejemplares de Magníficat en
los bancos de las parroquias...
Al hablar de Cuba recuerdo con
afecto a todos los pueblos hermanos de América y a todos los hispanos de
Estados Unidos que siguen nuestra edición con textos propios litúrgicos en
español aprobados por los obispos de EE. UU. Nos sabemos hermanados en la lengua y en la fe.
GRACIAS
Gracias a todos. A la edición
francesa, madre nutricia de todas las demás ediciones del mundo, por
su esfuerzo y acompañamiento, por sus indicaciones, por todo el afecto que
recibimos desde aquella redacción, por las alabanzas inmerecidas que nos hacen
llegar por nuestro trabajo.
Una última palabra para
tantos enfermos y ancianos que nos escriben agradeciendo la compañía de
nuestro mensual. No dejéis de ofrecer vuestras
situaciones. Al fin y al cabo lo más específico y nuclear del
cristianismo, cuando ninguna otra cosa se puede ya, es el ofrecimiento: «Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros».
Agimus tibi gratias
omnipotens Deus pro universis bene- ficiis tuis qui vivis et regnas in saecula
saeculorum. Amen.
[El presente texto
es la presentación del número de diciembre de 2023 de 'Magnificat'.
Agradecemos a su director, Pablo Cervera, el permiso para su reproducción.]
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