EL HIJO DE HOY ES EL PADRE DE MAÑANA.
Por: Fernando de Navascués | Fuente: www.somosrc.mx
Las costumbres van cambiando. Los hábitos de las familias van
transformándose y no necesariamente para bien. Según unos estudios de la universidad de Harvard, apenas el 50 por ciento de las familias americanas cenan en familia o
dedican tiempo a la semana a convivir en torno a la mesa y de forma distendida. Además, muchas de estas
reuniones están “intervenidas” por el uso de
los celulares, las tablets, o cualquier otro elemento que aísla de alguna forma
a alguno de los miembros. Esto sucede cuando hay niños pequeños, y
lamentablemente también cuando los hijos son mayores, pues estos cenan conforme
llegan a casa y solos.
The Family Dinner Project (fdp o, en español, Proyecto Cenas en Familia)
es una iniciativa promovida por el Proyecto Zero desarrollado por la
Universidad de Harvard con la intención de crear momentos en familia como esta
cena diaria, de forma que las ayude a fortalecerse y a crecer tanto en lo
físico, como lo personal.
BENEFICIOS FÍSICOS Y PSÍQUICOS
Anne Fishel
es una de las promotoras de la iniciativa y asegura en su libro Home for Dinner: Mixing Food, Fun, and Conversation for a
Happier Family and Healthier Kids (En casa para la cena: combina comida,
ocio y conversación para que tu familia sea más feliz y tus hijos estén más
sanos) que las cenas son el evento de la rutina familiar “que
más dividendos produce”. Es más: “Aquellas que cenan juntas padecen menos
estrés y sus miembros se sienten mucho más unidos”. Otra de sus virtudes es que “al
llegar a la adolescencia, los hijos de estas familias son menos propensos a
padecer desórdenes alimenticios o depresión, así como a abusar de ciertas
sustancias o a ejercer de forma precoz su sexualidad”.
Por una
parte, la cena puede convertirse en un espacio de
entretenimiento cotidiano y, a la vez, garantiza una alimentación más
saludable: “Está comprobado que, durante las cenas en familia, los niños comen
menos grasa, azúcar y sal, y que aprenden a comer más verduras y vegetales,
por lo que disminuye la probabilidad de que sufran
obesidad. Además, se ha demostrado que cuando estos niños comienzan a hacerse
cargo de su alimentación, mantienen estos hábitos saludables”.
BENEFICIOS INTELECTUALES
Pero no
es solo el campo alimenticio, también hace referencia Fishel a lo intelectual: “La conversación que tiene lugar alrededor de
la mesa incrementa de un modo significativo el vocabulario de los niños,
incluso más que leerles cuentos antes de dormir, y, además, mejora su
rendimiento escolar”. Por
supuesto, es un momento para que los padres ayuden a encauzar a sus hijos con
criterios y valores, pues las conversaciones se prestan a ello.
¿CÓMO PROCEDER?
No existe
una receta única para este plan. Lo ideal es la constancia, y
por tanto la cena diaria es el plan ideal. Ahora bien, a veces los miembros de la familia viajan,
hay épocas de exámenes, horarios incompatibles… lo que dificulta el “plan A”. Una segunda opción puede ser reunirse en el
desayuno, en la merienda, e, incluso mejor, durante los fines de semana. Lo
importante es dedicar ese tiempo sagrado a la familia y no dejar que nada lo
perturbe.
Hay que
conseguir que sea deseado y establecer esta “cita
familiar”, en un horario y un espacio previamente concertados. Y, para
ello, el mejor ritual comienza con la preparación de la comida,
la puesta de la mesa y la recogida, todos juntos y todos cooperando.
TECNOLOGÍA… ¡FUERA!
Los
aparatos electrónicos son una gran distracción. Además provocan el aislamiento.
Y una cena preparada para estar en familia, no puede
ser compatible con el aislamiento de uno de los miembros. La televisión puede ayudar a
veces si sirve para establecer un diálogo, pero los celulares y las tablets
son, por sí mismas, enemigas del plan. Hay 24 horas al día para
atender el celular, menos la hora de la cena.
Malo si
son los hijos los que lo usan, peor si son los padres los que se distraen con
ellos. Así que la profesora Fishel propone que sean los adultos los primeros en
modificar su comportamiento, y que “fijen parámetros claros: ‘vamos a dejar los móviles en una cesta’ o
‘solo vamos a usar el móvil para compartir entre nosotros (una foto graciosa,
un e-mail…), pero no para comunicarnos con alguien que no esté con nosotros en
la mesa”.
TODOS COOPERAN
Cada uno
en la familia tiene un papel único. Y los hijos, por pequeños que sean, tienen
algo que decir y que hacer. Puede ser desde la elaboración de los menús, hasta
poner la mesa. Puede ser acompañando a sus padres a la compra de los alimentos,
o cuando son mayores aprender a cocinar. Todo rinde, porque el comensal pequeño
de hoy será el cocinero de mañana… El
hijo de hoy es el padre de mañana.
Lo que has aprendido en tu familia de pequeño, lo
pondrás por obra mañana: “A la mayoría de los niños
les gusta ayudar y debemos animarlos a hacerlo”.
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