EL
CASTILLO DE NAIPES TRANSGÉNERO SE DERRUMBA PESE A LAS RETICENCIAS DEL
«ESTABLISHMENT» MÉDICO
Siete jóvenes en 'detransición' se juntaron este
año en Los Ángeles el 12 de marzo (Día de la Conciencia DeTrans) para responder
públicamente a preguntas sobre su experiencia con la 'transición de género'.
En algunos países europeos se
está dando marcha atrás en
el abordaje hormonal y quirúrgico de los menores con
disforia de género, ante la evidencia del daño irreversible que se les causa.
Pero en otros, como Estados
Unidos, el establishment médico sigue
resistiéndose a la evidencia científica y aferrándose a los criterios sesgados
de los lobbys LGTBQI+.
Se está repitiendo algo que ya
sucedió antes, en el siglo XX, con la complicidad médica y judicial con
las esterilizaciones eugenésicas. El actual escándalo
ético no es menor, como sostiene Emilie Kao, asesora legal en Alliance Defending Freedom, en un reciente artículo en Public Discourse:
EL
CASTILLO DE NAIPES DEL MOVIMIENTO TRANSGÉNERO SE DERRUMBA
La Academia
Americana de Pediatría (AAP) ha celebrado su conferencia anual de líderes en
su sede de Itasca (Illinois). Un tema que no figuraba en el orden del día pero
que estará en la mente de muchos miembros es cómo tratar la disforia de género en los niños.
La AAP,
junto con la mayor parte del establishment médico
estadounidense, respalda el enfoque de la Asociación Mundial de Profesionales
de la Salud Transgénero (WPATH, por sus siglas en inglés).
Este grupo de apoyo a los
transgénero recomienda que los médicos alteren de forma irreversible la apariencia física
de un niño mediante hormonas y cirugías para
que parezca de un género diferente.
Pero dos médicos con identidad
transgénero de WPATH advierten de que los pacientes adolescentes están
recibiendo una "atención chapucera". Y en las propias filas de la AAP hay discrepancias sobre la legitimidad de esta práctica.
Mientras muchos países de todo el
mundo recurren a una "espera
vigilante" no invasiva y a la psicoterapia para tratar a los niños con disforia
de género en lugar de recurrir a las hormonas y a la cirugía, Estados Unidos se
está convirtiendo rápidamente en un caso atípico.
Ahora, antiguos pacientes
(conocidos como detransitioners), con el apoyo de denuncias desde dentro, están
presentando demandas por negligencia médica y ofreciendo su testimonio para apoyar
límites legislativos a la administración de estos procedimientos experimentales
en niños.
Los arquitectos de la transición
de género pediátrica han basado sus argumentos en pruebas poco sólidas y en la reputación de grupos prestigiosos,
y no en una ciencia objetiva y sólida. Su castillo de naipes empieza a
derrumbarse.
ESTÁNDARES
DE ATENCIÓN POLITIZADOS
La disforia de género es un trastorno mental que crea incongruencia entre la percepción interna del
género y la realidad del cuerpo sexuado. Pero, a diferencia de la anorexia, el
tratamiento recomendado por la AAP no se centra en resolver la incongruencia mente-cuerpo
mediante el asesoramiento.
En su lugar, los médicos de las "clínicas de género" intentan que el
cuerpo de una persona se parezca a su autopercepción,
por muy desordenada que sea. Recientemente, 21 médicos de
nueve países expresaron su preocupación por el hecho de que la clase médica
estadounidense haya adoptado normas de atención "politizadas".
NO ES LA PRIMERA VEZ
QUE ESTO OCURRE.
Ya en el siglo XX, otra ideología
radical se apoderó del establishment científico y médico. Los eugenistas persuadieron
a los médicos para que esterilizaran a 70.000 estadounidenses, en su
mayoría mujeres y minorías. Las facultades de
medicina enseñaban eugenesia. Los magnates financiaban esta
práctica. Y tres presidentes (Theodore Roosevelt, Franklin Delano Roosevelt y Woodrow Wilson) la apoyaron.
El apoyo a la eugenesia también
existía a nivel sistémico: la Asociación Neurológica Americana respaldó
la esterilización forzosa de personas con esquizofrenia, depresión
maníaca, epilepsia y síndrome de Down, y la Asociación Médica Americana se basó
en las investigaciones de un acaudalado defensor de la eugenesia para sus
ensayos anticonceptivos.
Con el tiempo, la premisa de la
eugenesia, es decir, la herencia genética, fue desmentida y desacreditada por las pruebas científicas. Pero durante
tres décadas, los médicos participaron en uno
de los mayores escándalos éticos del
siglo pasado.
RESPALDO
LEGAL A LA EUGENESIA Y CRECIENTE ESCEPTICISMO
Lamentablemente, los tribunales también
permitieron a los médicos utilizar sus licencias, credenciales y habilidades
para llevar a cabo experimentos eugenésicos con sus pacientes. En el caso Buck contra Bell de 1927, el
Tribunal Supremo de Estados Unidos confirmó una ley de Virginia que permitió
esterilizar a una mujer de 18 años, Carrie
Buck, en contra de su voluntad.
Después de que Buck denunciara
que se había quedado embarazada por violación, sus padres adoptivos la
internaron en una institución para "débiles
mentales". Los médicos trataron de esterilizar a Buck alegando que
así se eliminaría de la población un rasgo desfavorable. En un apoyo infamemente cruel a la eugenesia, el
juez Oliver Wendell Holmes, Jr. declaró: "Con tres
generaciones de imbéciles es suficiente".
Carrie Buck (1906-1983) fue la
primera persona esterilizada contra su voluntad al amparo de la ley eugenésica
de Virginia, y con el mismo respaldo cómplice del 'establishment' médico y
judicial del que gozan hoy las mutilaciones de niños con disforia de género. En
la foto, de la Encyclopedia Virginia,
Carrie aparece junto con su madre en un centro estatal para "epilépticos y
débiles mentales".
La batalla legal contra la
eugenesia alcanzó un punto de inflexión cuando el Tribunal Supremo de Estados
Unidos reconoció el derecho humano de los presos a
tener hijos. En el caso Skinner contra Oklahoma, de 1942, el tribunal rechazó los intentos de
esterilizar por la fuerza a un recluso alegando que violaba la cláusula de
igualdad de protección de la Constitución.
Los defensores de los discapacitados acabaron finalmente con la eugenesia en Estados
Unidos al convencer a las legislaturas estatales de que aprobaran "leyes de bastón blanco" [en referencia
al bastón-guía de los ciegos] para proteger a los discapacitados de la
discriminación.
La ola que se inició en los
poderes legislativos estatales culminó con la aprobación por el Congreso en
1990 de la Ley de Estadounidenses con Discapacidades. Estas leyes hicieron que
la esterilización involuntaria fuera efectivamente ilegal y
culturalmente impensable.
Pero, en un trágico eco de este
oscuro periodo del pasado de Estados Unidos, algunos tribunales estadounidenses
están dando luz verde a un tratamiento irreversible para
jóvenes confusos y vulnerables que
podría dejarlos estériles, a menudo con una serie de complicaciones médicas y
problemas de salud mental para toda la vida.
Afortunadamente, un grupo de
médicos valientes está trabajando para evitar que la historia se repita. Estos
médicos han intentado en
repetidas ocasiones introducir
resoluciones en la AAP pidiendo revisiones sistemáticas de la evidencia, el
estándar de oro en medicina el concepto de 'medicina
basada en la evidencia']. La dirección de la AAP les ha ignorado, a
pesar de que una resolución que cuestionaba el
apoyo a la transición de género obtuvo el 80%
de los votos.
Los objetores de conciencia de la
AAP señalan el giro
de 180 grados dado por Europa a
las intervenciones quirúrgicas y hormonales.
Después de que Inglaterra, Suecia y Finlandia realizaran
revisiones sistemáticas de la evidencia, determinaron que no hay pruebas fiables de
que dichas intervenciones sean seguras desde el punto de vista
médico (de hecho, las revisiones documentan daños corporales
sustanciales a estos
menores), ni de que realmente alivien el malestar psicológico de los niños a largo plazo.
Más bien al contrario, muchos de estos niños tienen problemas de salud mental preexistentes que la transición de género puede exacerbar.
Por ejemplo, en Suecia, los
medios de comunicación llamaron la atención sobre una
mujer que se ahorcó tras
someterse a una operación de transición de género. Una clínica se había negado
a tratarla, alegando signos de trastorno esquizotípico de la personalidad, pero
otra siguió adelante.
Un estudio que siguió durante 10 a 15 años a adultos
después de la transición quirúrgica también descubrió que tenían 19 veces más probabilidades de morir por suicidio que sus
pares. Ahora, los tres países recomiendan únicamente psicoterapia no invasiva y
asesoramiento en casi todos los casos de niños que sufren disforia de género o
afirman tener una identidad transgénero.
A los médicos también les
preocupa que el contagio social esté
impulsando la "nueva" disforia de
género. En Inglaterra, el número de chicas que se identifican como
transgénero se ha disparado un 4400% en una década.
Y según un estudio, el
número de jóvenes estadounidenses diagnosticados con disforia de género casi se
ha triplicado en los últimos cinco años.
Si los niños sufren disforia de
género antes de la pubertad, hay muchas posibilidades de que lleguen a sentirse
cómodos con su cuerpo si los médicos no interfieren en su desarrollo.
Sin embargo, un estudio holandés sobre niños tratados con
bloqueadores de la pubertad demostró que entre el 93 y el 98% pasaron
a recibir hormonas cruzadas. Aunque los médicos lo consideraron un diagnóstico
correcto, los expertos médicos señalan que
los bloqueadores de la pubertad pueden consolidar sentimientos de
disforia de género que, de otro modo, podrían haber disminuido.
En lugar de fomentar una
investigación científica seria y objetiva y de prestar atención a las preocupaciones
dentro de sus propias filas, el establishment sigue confiando en las directrices del WPATH para tratar
la disforia de género. Y en contra
de una investigación sólida, prefiere los estudios convenientemente seleccionados del WPATH en lugar de llevar a cabo una
revisión sistemática de las mejores pruebas disponibles.
Como ha escrito recientemente un
miembro de la Sociedad de Endocrinología sobre sus directrices, "el apoyo a ultranza de la sociedad a la atención
sanitaria que reafirma el género implica la condena contra cualquiera que tenga
puntos de vista diferentes". Esto induce a los
médicos al silencio y les
obliga a realizar intervenciones peligrosas en niños.
EL
CASTILLO DE NAIPES SE DERRUMBA
Carrie Buck no tenía
voz propia en el sistema judicial. Su abogado en el Tribunal Supremo era íntimo
amigo del defensor de la eugenesia que pretendía esterilizarla. Y en una época
anterior a las redes sociales, no tenía voz en la plaza pública. Pero hoy en
día, los antiguos pacientes denuncian la desprotección del
sistema médico.
En Inglaterra, la demanda por
negligencia médica de Keira Bell contra la clínica Tavistock ha
concienciado sobre el hecho de que los adolescentes carecen
de capacidad para dar su consentimiento informado. Después
de solo tres citas de una hora, los médicos le administraron bloqueadores de la
pubertad a los 16 años y le practicaron una doble mastectomía a los 20. Al
evaluar las causas del trastorno mental de Bell, descartaron su depresión y el
alcoholismo y la enfermedad mental de su madre. Bell dijo que no entendía los riesgos y
ahora le preocupa no poder tener hijos.
Siete 'detransitioners' (personas
que están revirtiendo su proceso de 'transición de género') dieron
conocer sus experiencias el pasado mes de marzo en un acto conjunto en Los
Ángeles. Entre ellas, Chloe Cole, a la izquierda de todo en las imágenes.
En California, Chloe
Cole presentó una
demanda por negligencia médica contra su médico y contra la empresa de salud
Kaiser Permanente, alegando que los médicos ignoraron sus problemas de salud
mental, incluido el trauma de una agresión sexual. En lugar de ello, le
recetaron bloqueadores de la pubertad a los 13 años; después le pusieron
inyecciones de testosterona y le practicaron una doble mastectomía, todo ello antes de que cumpliera los 17 años.
En menos de un año, empezó a
lamentar la pérdida permanente de la capacidad de amamantar. La demanda de Cole
afirma que los médicos le ocultaron los perjuicios de estas intervenciones y la falta de
estudios a largo plazo. En lugar de hablarles de la gran posibilidad de que la
disforia de género se resolviera de forma natural, los médicos le dijeron a sus
padres que, sin este régimen radical, su hija tendría más probabilidades
de suicidarse.
Cole ofreció recientemente su
testimonio ante el Congreso,
al que pidió que ponga fin al "mayor
escándalo médico de la historia"
para evitar que otros jóvenes sean víctimas de la transición de género
pediátrica.
Denunciantes a ambos lados del
Atlántico confirman la traición de la medicina a los pacientes jóvenes. En Missouri, Jamie
Reed afirma que la clínica de género de la Universidad
de Washington no le permitió citar a pacientes para recibir atención
psicológica a pesar de que padecían autismo, TDAH [Trastorno por déficit de
atención e hiperactividad], depresión y ansiedad. Reed afirma que la
clínica mintió tanto a los pacientes como a sus padres.
Y en Tavistock, el
psiquiatra David Bell dice
que la dirección le trató con hostilidad cuando planteó su preocupación por la
transición médica de niños de tan solo ocho años. Bell afirma: "Lo que importa es la verdad. Detesto la
instrumentalización del victimismo, el hecho de que el
miedo a ser visto como transfóbico se anteponga a todo... Se
trata de pensar libremente, de forma que se traduzca en mejores resultados para
todos los jóvenes, sean transgénero o no".
A medida que surgen más historias
como estas, los médicos que realizaron transiciones de género pediátricas están siendo responsabilizados por ex pacientes, convertidos
en activistas. Desde 2021, más de veinte cámaras legislativas estatales han
promulgado leyes para proteger a los niños de los daños irreversibles que
pueden causar estos procedimientos.
La detransitioner Prisha
Mosley, por ejemplo, ha presentado recientemente una
demanda por negligencia médica por una cirugía pediátrica de transición de
género que la ha dejado con dolor constante y el temor a ser estéril.
Sin embargo, la AAP y otras organizaciones médicas siguen
haciendo oídos sordos a historias como la suya y a las crecientes
pruebas en contra de estos procedimientos. Al contrario: se oponen a los
límites legislativos que protegen a los niños de daños irreversibles.
Algunos jueces se han puesto de
su parte y han bloqueado leyes en Arkansas, Alabama y Florida. Pero
hace poco, el Tribunal de Apelación del 6º Circuito de Estados Unidos ha
dictado una sentencia que
confirma la ley de Tennessee que protege a los niños de la
transición médica. El tribunal concluyó acertadamente que
corresponde al poder legislativo -y no a los tribunales- determinar si esos
procedimientos deben estar a disposición de los niños.
La complicidad
del establishment médico con el movimiento eugenésico del siglo
pasado debería haber conducido a una investigación seria basada en la evidencia
antes de someter a otra población vulnerable a un daño irreversible; sin
embargo, como en tiempos de Buck vs Bell, los principales
médicos del país están asumiendo la ideología y la repercusión pública por encima de las pruebas
científicas y los principios éticos sólidos.
Pero su castillo de naipes se
está derrumbando bajo el peso de las pruebas científicas, el escepticismo internacional
y los testimonios de primera mano de antiguos pacientes. Por el bien de los
niños con disforia de género, de sus padres y de sus potenciales
descendientes, cuanto antes, mejor.
Traducido por Verbum
Caro.
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