ESCUCHA LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO»... Y NO OLVIDES «OCUPARTE DE LO INVISIBLE»
Álvaro Abellán, profesor de Comunicación y
Humanidades en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), ofrece, por el 80
aniversario de la publicación del libro, lo que podría estar pensando el
principito de esta sociedad y qué consejos daría.
El mundo vive épocas de cambios
continuos y acelerados. Lo que hoy es un dogma
inamovible... mañana, o esta misma tarde, es algo pasado de moda. Se
cambia de un trabajo a otro sin pestañear y las parejas pasan como los trenes
por el andén. Zygmunt Bauman lo llamó "la
modernidad líquida". Que alguno, últimamente, ha tenido a bien
elevar a estado "gaseoso".
Pero, en este frenético ritmo de
vida a veces es bueno, incluso imprescindible, detenerse un rato y escuchar la sabiduría de ciertos personajes,
aunque sean, por qué no, de la literatura. Si hay alguien que
sabe de moverse de un planeta a otro en muy poco tiempo ese no es otro que el principito. Eso
sí, cargado siempre con un saco de verdades profundas que pueden ayudar a
combatir la pérdida de rumbo, el sinsentido y la falta de compromiso.
Álvaro Abellán-García es profesor
de Comunicación y Humanidades en la Universidad
Francisco de Vitoria (UFV), autor de Yo siempre vi un sombrero. Encuentros con el
Principito (Editorial UFV, 2022), y ofrece a los
lectores de ReL, en el 80 aniversario de su publicación, lo
que podría estar pensando le
petit prince de esta sociedad...
¡ah!, y no se olvida de dar algunos útiles y sabios consejos.
1-ESCUCHA
A LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO:
El desierto es, primero, un lugar
físico, marcado por la ausencia. Allí "hay"
silencio, carencia de vida y soledad. Esas mismas "ausencias" las encontramos en nuestro
mundo, aun rodeados de cosas y personas, mercados y mensajes. Todo habla, pero
no dice nada. Todo se mueve tan rápido que
nos cuesta reconocer el pulso de la vida natural. Dos juntos es "soledad
al cuadrado", recuerda Sabina. El desierto es, también, un estado
del alma. Sequedad, falta de orientación, hambre de encuentro. Es un lugar de
prueba.
La ventaja del desierto físico es
que ayuda a hacer silencio interior. Allí, en el silencio, se prepara la
palabra esencial. La que algún día podremos escuchar.
La que algún día sabremos pronunciar.
Cada uno ha de escuchar la suya. Tal vez sea algo así como "¡Dibújame un
cordero!". Un cordero invisible, es decir, esencial, que da continuidad a
la vocación del piloto, estrenada con ese elefante comido por una boa.
El principito nos invita a salir del ruido y entrar al silencio, a
permanecer allí, aunque incómodos.
A esperar la voz. Quizá débil al principio, pero tronará, y una llama prenderá
el corazón.
2-APUESTA
POR TU VOCACIÓN:
Las decisiones, en nuestro tiempo,
están dominadas por el cálculo de resultados. Elegimos conforme
al éxito más probable o la opción más segura —¡ay,
el miedo!—, y nunca conforme al valor que hace valiosa la vida. El
principito descubrió el amor al conocer a su rosa. La abandonó, porque era
demasiado joven para saber amarla.
El piloto descubrió su vocación
de pintor al leer un libro sobre la selva virgen. La abandonó, porque las
personas mayores le dijeron que se ocupara de cosas útiles. Ambos tenían un gran corazón, pero estaba roto, porque
dieron la espalda a su vocación.
Elegir la vocación nos sitúa en
un camino inseguro, incierto, arriesgado. Para alcanzarla, el principito deberá
enfrentarse a la picadura de la serpiente; y el piloto, deberá consolar al
principito, olvidando la urgente reparación del motor de su avión. Ambos
desechan la opción de sobrevivir a cualquier precio. Optan por
orientarse al logro de su vocación, aunque eso signifique, a menudo, tener que
soportar muchas orugas, hasta ver
volar las mariposas.
3-OCÚPATE
DE LO INVISIBLE:
Estamos rodeados de cosas. Las
gestionamos. Y entonces aparecen más cosas que gestionar. Vivimos en modo
Tetris: nerviosos por lo que se nos viene encima, calculando el modo de
encajarlo: que ocupe poco espacio y tiempo. Pero, en modo Tetris, el espacio siempre
se acorta y el tiempo siempre se acelera. Solucionamos
problemas, pero los problemas crecen.
El principito aprendió del zorro
el arte de ver lo esencial, que es invisible a los ojos y sólo se ve bien con
el corazón. El piloto aprendió lo mismo de un principito ya maduro. Rilke decía
de los hombres que "somos abejas de lo
invisible". Pero, ¿qué es esto de "lo invisible"?
Lo invisible escapa al cálculo:
no se puede medir, pesar, manejar, controlar. Nos interpela y, si respondemos,
nos supera, nos envuelve, nos impulsa, nos gobierna. Nos aguarda detrás de las
cosas y nos libera de convertirnos en cosas. Lo invisible es la amistad, el
amor, las promesas cumplidas, los vínculos que
nos unen a las fuentes de la vida,
la sabiduría.
Es el elefante comido por la boa,
el cordero dentro de la caja, la fidelidad a una flor que esconde el frágil
cuerpo del principito, el fuego interior que obliga al piloto a contarnos su
historia, el deseo que se enardece esperando la hora
precisa marcada por un reloj, la
presencia del amigo en el trigo y de la amada en las estrellas.
Lo invisible es el tesoro que,
enterrado en los cimientos de una casa, la encanta; la belleza que se
esconde en el desierto, el canto
de la roldana que anuncia la llegada del agua fresca, el fuego del hogar
protegido del invierno.
4-ABRAZA
A TUS AMIGOS EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES:
Hoy el sufrimiento, el dolor, el
fracaso, la angustia, el mal… no están de moda. No queremos ver las tumbas.
Quedan mal en Instagram. Escondemos nuestras lágrimas. Cuando
el amigo llora, lo respetamos en fría distancia, no
importunamos su dolor con nuestra presencia. Guardamos los abrazos para el
éxito. Aun así, no podemos olvidar que los mejores, los auténticos abrazos, son
de tanatorio.
El principito, preocupado porque
un cordero inocente pueda, sin embargo, comerse a su amada flor, eleva su
preocupación doméstica a drama cósmico: "la
guerra entre los corderos y las flores". Es el misterio del mal, un
asunto más metafísico que moral, más radical que la
identificación de culpables. "¿No es eso importante?", le dice, con
lágrimas en los ojos, al piloto.
Algunos males tienen solución.
Solucionemos. Somos muy buenos en eso. "Dibujaré
un bozal para tu cordero…". Otros males, no la tienen. ¿Qué hacer entontes? El hombre, antes de ser un
solucionador de problemas, es una palabra, una promesa, un compromiso, una respuesta. Abracemos. Busquemos
al amigo en su hora difícil. Busquemos el abrazo en nuestra hora difícil.
'El principito nos
invita a salir del ruido y entrar al silencio, a permanecer allí'.
5-FORTALECE
LOS VÍNCULOS QUE TE DAN LA VIDA:
El mundo actual va muy rápido. Se
consume a sí mismo en ritmo acelerado. Hacemos las cosas conforme a una
obsolescencia programada: duran poco. La propaganda nos obliga a una
obsolescencia percibida: la moda. No sólo nuestro vínculo con las
cosas es más débil y corto, también ocurre así con las personas. Cambiamos de ciudad, de trabajo y de hobbies, de
familia y de hogar. Sin vínculos fuertes con realidades estables y profundas,
quedamos desorientados, desvinculados, a la deriva.
El principito, abandonando a su
rosa, visitó hasta seis planetas cercanos al suyo, con la esperanza de
instruirse y hacer amigos. No tuvo éxito. Cada planeta
estaba habitado por un solo hombre. En
el mundo de cada uno de estos personajes, conforme a la lógica de sus
pensamientos y acciones, no cabía nadie más.
El hombre de negocios, el rey, el
farolero, el geógrafo y el vanidoso eran, más o menos, como el bebedor, quien
bebe para olvidar que tiene vergüenza de beber. Un círculo vicioso. El séptimo
planeta que visita será la tierra. Está habitada por miles de hombres de
negocios, reyes, faroleros… personas
encerradas en su mundo, donde no cabe nadie más.
En el desierto de la tierra había
un zorro. Él enseñó al principito la importancia de domesticar y ser
domesticado. Es decir, de hacerse a la
"domus" o casa del otro; y de hacer al otro de la propia casa. Para domesticarnos unos a otros son necesarios
los ritos: espacios, tiempos y acciones que, por habituales, hacen de ese
lugar, esa hora y ese encuentro algo distinto, único, significativo, denso.
Insistir en lo invisible, ahí está la permanente novedad.
6-CAMINA
LENTAMENTE Y EN COMPAÑÍA HACIA LAS FUENTES:
Un error extendido en nuestro
tiempo es reaccionar a su liquidez buscando la solidez de las piedras. Nos
encerramos, entonces, en los cuarteles de invierno. Nos aislamos del mundo. En
la espera de tiempos mejores, dejamos
de vivir nuestro tiempo, el tiempo que nos ha sido dado vivir, el
tiempo que nos es donado y que es este, no otro.
El principito había rechazado ya
unas "píldoras para la sed" que
ahorran tiempo y esfuerzo, creyendo más sensato "caminar
lentamente hacia una fuente". Habían pasado siete días desde la
caída del piloto en el desierto. No tenían agua. En mitad de una noche oscura y
fría, el principito y el piloto caminan juntos
hacia un destino improbable: un
pozo, una fuente de agua viva escondida en el corazón del desierto.
Fruto del esfuerzo de su aventura
compartida, al amanecer del octavo día —el día invisible que abraza el tiempo
histórico—, divisan un pozo "de aldea", de
civilización fraterna, comunidad de personas. "Esta agua", dirá el principito, "es buena para el corazón".
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