El Papa Francisco rezó el Ángelus como de costumbre por la solemnidad de la Asunción: expresó a los fieles cómo "el servicio y la alabanza" la llevaron a "lo más alto".
La mañana de este 15 de agosto,
el Papa Francisco ha rezado el Ángelus y expresado ante los
fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro las cualidades que
llevaron a María "a lo más alto" del Cielo,
lo que este martes se celebra con la solemnidad de la Asunción.
Tras leer el Evangelio Lucas 1-39
-En aquellos días, María se levantó y fue
apresuradamente a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en la casa de
Zacarías y saludó a Isabel-
Francisco mencionó que fue tras proclamar junto a ella el Magnificat cuando se
revela que lo que la caracteriza "es su
ascenso" mediante "el servicio al prójimo y la alabanza a Dios. María es la mujer del servicio al prójimo y María es la
mujer que alaba a Dios".
Destacó también como Lucas narra
la vida de Cristo "del mismo modo" que
describe el camino de María, "como una subida
hacia arriba".
"Jesús
y María recorren el mismo camino: dos vidas que llegan a lo más alto, glorificando a Dios y sirviendo a
los hermanos. Jesús como Redentor, que da su vida por nosotros, para nuestra
justificación; María como la sierva que va a servir. Dos vidas que vencen
a la muerte y resucitan; dos vidas cuyos secretos son el servicio y
la alabanza", expresó.
"CUANDO
NOS HUMILLAMOS PARA SERVIR, NOS ELEVAMOS"
En primer lugar, Francisco expresó que es precisamente "cuando
nos abajamos -humillamos- para servir a nuestros hermanos es cuando nos
elevamos. Es el amor lo que eleva la vida, servimos a los hermanos y con
este servicio vamos hacia arriba".
Algo que "no
es fácil". Tampoco para María, "que
acababa de concebir y recorre casi 150 kilómetros para llegar a casa de Isabel
desde Nazaret".
Ayudar, continuó, "nos cuesta a todos. Experimentamos el esfuerzo, la
paciencia y las preocupaciones que conlleva cuidar de los demás.
Pensemos en los kilómetros que muchos recorren cada día para trabajar a favor
de los demás, en los sacrificios de tiempo y sueño para cuidar un recién nacido
o un anciano o en servir a quienes no tienen".
"Admiro
el voluntariado. Es agotador, pero
[haciéndolo] se sube hacia arriba, se está ganando el Cielo. Es un verdadero
servicio", afirmó.
"MARÍA
NO HABLA DEL CANSANCIO, CULMINA LA ALABANZA"
Sin embargo, Francisco expresó
que el servicio sin alabanza a Dios "corre el
riesgo de ser estéril". En el caso de María, "cuando entra en casa de su prima no habla
del cansancio del viaje, sino que un cántico de júbilo brota
de su corazón. Quien ama a Dios conoce la alabanza y el Evangelio de
hoy muestra una cascada de alabanza", expresó en referencia al salto
de alegría en el seno de Isabel, la primera bienaventuranza o el Magníficat de
María, en quien "culmina la alabanza".
Francisco habló así de una
práctica que "aumenta la alegría, eleva los corazones, el espíritu y vence la tentación de
rendirse".
"¡Qué bueno
es alabar a Dios todos los días, y a los demás también! ¡Qué bueno es vivir con gratitud y bendición
en lugar de pesares y quejas, mirar hacia arriba en lugar de mantener una
cara larga! Quejas: hay gente que se queja todos los días. Pero mira que Dios
está cerca de ti, mira que te creó, mira las cosas que te dio. ¡Alabanza,
alabanza! Y esto es salud espiritual", afirmó.
Antes de concluir, Francisco
lanzó a los fieles algunas preguntas a modo de "examen
de conciencia": "¿Vivo mi trabajo y ocupaciones diarias con espíritu
de servicio o con egoísmo? ¿Me dedico a alguien gratis, sin buscar beneficios
inmediatos? En resumen, ¿hago del servicio
el "trampolín" de mi vida? Y pensando en la alabanza: ¿Puedo yo, como María, regocijarme en Dios? ¿Rezo
bendiciendo al Señor? Y, después de alabarlo, ¿contagio su alegría entre las personas que encuentro?
Frente a
la guerra, "es Él quien guía la historia"
Concluido el rezo del Ángelus,
Francisco saludó a los peregrinos y emitió a María Asunta al Cielo una
nueva "súplica por la paz" en Ucrania y otras regiones asoladas por la guerra.
"!Son muchas,
por desgracia! El estruendo de las armas ahoga los intentos de diálogo; la ley
de la fuerza prevalece sobre la fuerza de la ley. Pero no nos desanimemos,
sigamos esperando y orando, porque es Dios, es Él quien guía la historia.
¡Escúchanos!", concluyó.
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