PODRÍA FALTARTE FE, TU PETICIÓN DAÑARÍA A TERCEROS... O IGUAL NO TE CONVIENE
La Biblia da respuestas sobre por qué Dios tarda en
contestar y por qué otras veces dice que no. Si bien estas explicaciones no
siempre nos satisfagan, sí brindan una enseñanza que puede ayudarnos a que nuestra
tristeza no nos aleje de la fe.
"Pedid y se os
dará", dice la Biblia. Sin embargo, ¿cuándo será eso? ¿ahora? ¿cuando nos convenga? ¿quizá
nunca? Todos los hombres luchamos con ese
gran misterio de la voluntad de Dios.
A veces en nuestras propias carnes y otras al ver a nuestro prójimo
sufrir.
Una persona está perdiendo a su
hija a causa del cáncer, otra luchando por encontrar trabajo y otra tiene un
marido alcohólico. Algunos dicen: "He estado
orando y Dios no responde". Lo interesante es que Él no suele explicar por qué debemos sufrir, por qué tarda en contestar o por qué
simplemente dice que no.
Pensemos, por ejemplo, en cómo
Dios respondió a Job. Quería respuestas a su sufriendo. Dios le habló desde la
tormenta, reprendiéndolo con preguntas duras. Al final no le
dio ninguna respuesta real y, sin embargo, lo acabó restaurando.
Es en medio de los misteriosos
caminos de Dios donde debemos recordar que, si somos fieles, Dios nos
restaurará algún día. Aunque, es cierto, cuando hay pruebas, la promesa de una
restauración futura puede parecer algo teórico. Por eso, muchas veces lo mejor
que podemos hacer es seguir confiando y no sucumbir
a la desesperanza.
Las Escrituras dan algunas
respuestas sobre por qué Dios a veces tarda en contestar y por qué otras veces
dice directamente que no. Si bien es posible que estas explicaciones no siempre
nos satisfagan, sí brindan una enseñanza que
puede ayudarnos a no
permitir que nuestra tristeza nos aleje de la fe.
Veamos algunas de estas
explicaciones. Esta página web las ha
enumerado:
1-
DIOS PODRÍA NO ESTAR DE ACUERDO
Muchas veces pensamos que sabemos
bien qué es lo mejor para nosotros. Queremos tener este trabajo o queremos que
tal persona se enamore de nosotros. Queremos ser curados de cierta enfermedad o
tener un buen coche. Lo vemos como algo bueno para nosotros y estamos seguros de que Dios debería verlo también de esa manera.
Pero, es posible que Dios no esté
de acuerdo con nuestros análisis. Por ejemplo, podríamos querer que Dios
respondiese afirmativamente a nuestra oración de que ningún hijo naciese
discapacitado. Sin embargo, Dios podría entender que esa experiencia de la
discapacidad es justo lo que nosotros o el niño
necesitamos para nuestra
salvación.
Las Escrituras dan
algunas respuestas sobre por qué Dios a veces tarda en contestar.
San Pablo pidió ser liberado de
la aflicción en este pasaje: "Tres veces le
rogué al Señor que me dejara, pero él me dijo: 'Te basta mi gracia,
porque el poder se perfecciona en la debilidad'".
La cuestión es que realmente no
sabemos muchas veces qué es lo mejor para nosotros o para la otra persona.
Podemos pensar que lo sabemos, pero no es así. El 'no' de Dios a
Pablo en realidad ayudó a salvarlo. Le ayudó a comprender mejor el
poder de la cruz en su vida y a darse cuenta de que debía aprender a depender
de Dios.
2.
DIOS ES AMOR... PERO NO UN 'BLANDO'
Muchos confunden el amor con la
bondad o incluso con la blandura. La bondad es un atributo común del amor, pero
no es lo mismo. Todos los padres saben que a veces deben corregir a sus hijos y
que lo deben hacer con amor. Los padres que siempre son "amables" y nunca castigan a sus hijos, en realidad los miman; el no corregirlos no
demuestra amor verdadero.
A veces los padres limitan la
libertad de los hijos para que hagan lo correcto. Llevarán al médico al niño,
aunque no quiera ir, o insistirán en que terminen sus tareas antes de jugar.
Los padres pueden dar un "no"
rotundo a cosas que saben que son perjudiciales. El amor a
veces dice que "no", incluso
infligiendo sufrimiento cuando es necesario.
Dios es también un
padre. Dios nos disciplina para nuestro bien, para que podamos llegar a compartir su santidad.
La disciplina no parece agradable en ese momento, sin embargo, más tarde
produce paz.
3-
NUESTRA PETICIÓN VIOLA LA LIBERTAD DE OTRO
Suele ser muy común rezar por la
conversión de otras personas. O para que tomen alguna decisión que nos conviene
más. Dios es omnipotente y podría conseguirlo, pero esto violaría la
libertad de decisión de esa persona. Si la libertad depende del
capricho de Dios, entonces en realidad no es libertad.
Dios puede exhortarnos a través
de la Iglesia y de la Palabra. Puede enviarnos gracias especiales, pero al
final cada uno de nosotros es libre. Dios nunca obligará a alguien a
elegir algo que otra persona quiere o pide en oración. La Biblia siempre reafirma nuestra libertad: "Delante de ti tienes fuego y agua; escoge lo que
quieras. Delante de cada uno están la vida y la muerte, y cada uno recibirá lo
que elija" (Eclesiástico 15:16-17).
4.
NUESTRA PETICIÓN INFRINGE DAÑO A TERCEROS
A veces podemos pensar que somos
lo más importante en la agenda de Dios. Quizás queramos un día soleado para
nuestro picnic, pero los agricultores necesitan desesperadamente la lluvia. ¿De quién es la necesidad más importante? Parecería que la de los agricultores, pero
incluso esto es asunto solo de Dios.
El profeta Jonás fue a predicar a
los ninivitas, pero no quería que se convirtieran. Prefería que rechazaran el
arrepentimiento y fueran
destruidos en cuarenta días. Jonás tenía buenas razones: los ninivitas estaban acumulando un
ejército que era una gran amenaza para Israel. Sin embargo, los ninivitas se
arrepintieron.
Dios reprendió entonces a Job con estas palabras:
"¿Cómo no voy
a tener lástima de Nínive, la gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil
personas que no saben distinguir el bien y el mal?" (Jonás 4:9).
Si bien es cierto que no solemos
pedir daños para otros, a veces puede darse el caso de que lo que pedimos
afecte negativamente a terceros.
5-
NUESTRA FE NO ES LO SUFICIENTEMENTE FUERTE
Jesús dijo: "Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo
recibiréis" (Mateo 21:22). Y el Libro de Santiago dice: "Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar,
movido por el viento y llevado de una a otra parte. Que no piense recibir cosa
alguna del Señor un hombre como éste" (Santiago 1:6-7). Está
también el caso de Nazaret, donde el Señor no pudo hacer milagros, tanto que su
falta de fe lo entristecía.
6.
PEDIMOS COSAS INAPROPIADAS O POR MOTIVOS EQUIVOCADOS
El Libro de Santiago dice: "Si piden algo y no lo consiguen es porque piden
mal; y no lo consiguen porque lo derrocharían para divertirse".
7. UNA BARRERA ENTRE DIOS Y NOSOTROS
A veces el pecado del que no nos
arrepentimos levanta una barrera entre nosotros y Dios, de modo que nuestra oración queda bloqueada.
"Mirad, no es
demasiado corta la mano de Yahveh para salvar, ni es duro su oído para oír,
sino que vuestras faltas os separaron a vosotros de vuestro Dios, y
vuestros pecados le hicieron esconder su rostro de vosotros para no
oír" (Isaías 59:1-2).
Al final de todo tenemos que
aceptar el misterio de la oración y entender que no todo se puede
explicar. Solo vemos un trozo del panorama completo que Dios
puede ver. Por eso, la humildad debe ser nuestra disposición
constante.
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