RICHARD AUCIELLO RELATA SU CONVERSIÓN: «ESCUCHAR LA VOZ DE DIOS ME LLEVÓ A SER CATÓLICO»
Richard Auciello, protestante y anticatólico,
trabajaba como conserje de una iglesia. Un día, mientras quitaba la nieve de la
entrada, se sentó a rezar buscando la paz... y Jesús le respondió.
Criado en una familia protestante en
Estados Unidos, Richard Auciello recuerda que la Iglesia
católica rara vez se mencionaba en
casa cuando era un niño y que, cuando aparecía en cualquier conversación, no solía salir bien parada.
En una serie de artículos
publicados en Catholic Stand,
Auciello ha narrado una llamativa odisea que comenzó en una juventud sumido en
las drogas, la adicción y "el odio" a la
Iglesia.
Tras cursar sus estudios
superiores en la Universidad de California, pasó seis años en el ejército antes
de mudarse a Boston con su familia, convencido de que terminaría de superar
definitivamente su adicción a las drogas.
En uno de sus últimos artículos, Dios encendió un fuego en mi alma, Auciello
recuerda que tras dos años de rehabilitación creía haber
ahuyentado por completo el fantasma de
la adicción. Ya junto a su familia, encontró trabajo almacenando y entregando
muebles. Pese a ser exigente, recuerda que el cansancio físico le venía bien
para "olvidar los demonios [de las
drogas]" y se entregó a ello en alma y cuerpo.
Pero cuando se asentó en Norwood
(Massachussets) comenzó a percibir el mismo "vacío"
que anteriormente trató de llenar con drogas. En esta ocasión, estaba
convencido de que no quería volver a su anterior adicción, pero empezó a beber cada día antes de dormir, argumentando que "estando libre [de drogas], un
poco de alcohol no haría daño".
Richard Auciello, hoy
miembro de los caballeros de Colón, tuvo un duro pasado sumido en las
adicciones de las que trataba de huir buscando la paz.
OLVIDADO
DE DIOS... HASTA QUE SINTIÓ SU CERCANÍA
Sin embargo, desde que empezó a
hacerlo, recuerda que cada noche soñaba con un gran
incendio forestal en el que
se hacía visible la palabra Pyro -fuego- con unas llamas más potente que el
resto del incendio.
Cuando podía, Richard visitaba a
sus primos y a su tío Billy en Billerica, a menos de una hora de Norwood. Respecto a la fe, solo quería mantenerse alejado, pero lo
cierto es que le interesaba y le calmaba reflexionar sobre la Biblia y empezó a acompañar a su tío a la iglesia.
"Era como si me
hubiera olvidado de Dios y Él se hubiera olvidado de mí", explica.
Pero pronto sabría que estaba
equivocado. Fue durante un viaje con su familia a un albergue de esquí en Maine
cuando comenzó a entender el significado de su sueño.
"Me di cuenta
de que se refería al fuego de Dios. Además, estar en el campo calmó mi alma y
mi adicción y por gracia de Dios no bebí ni consumí nada mientras estuve en el
albergue. Podía sentir a Dios atrayéndome hacia Él, podía sentir su cercanía acompañada
de una profunda sensación de paz y consuelo que sabía que venían de fuera de
mí", recuerda.
UNA
"PRUEBA DE LEALTAD" FRENTE AL PECADO
A partir de entonces Richard
buscó despertar su faceta espiritual y a tratar de entablar "una relación con Dios" mientras
comenzaba a rezar.
Pero la tentación llegó de nuevo.
En este caso, Richard estaba plenamente decidido a no caer de nuevo en sus
fantasmas de las adicciones, pero admite que las relaciones
sexuales fueron siempre una debilidad. Y
en el albergue se presentó la posibilidad.
"Tuve la
opción de obedecer o desobedecer el sexto mandamiento y sabía que este no se
limitaba a la fidelidad entre los esposos. Sabía que si desobedecía me
quedaría solo otra vez, sin la paz de Jesús. A pesar de que ella era
encantadora y estaba dispuesta, decidí quedarme en la habitación con mi
hermano", explica.
Para Richard, aquel suceso fue
mucho más que una simple tentación; fue "como
una especie de prueba de lealtad".
Una prueba, dice, "que no podía permitirme el
lujo de no superar porque necesitaba continuar mi viaje con Jesús a
toda costa".
Pese a que Richard
odiaba la fe, el vacío y su pasado de adicción le llevó a buscar la paz en el
campo, trabajando como conserje de una Iglesia católica. Todo cambió cuando un
día, probó a rezar.
UN
ANTICATÓLICO EN BÚSQUEDA DE DIOS
Lo curioso es que aunque Richard
deseaba profundizar en la oración y en su propia virtud, se consideraba
un completo "anticatólico" y en absoluto
quería convertirse.
Rezaba, porque le transmitía paz…
pero seguir avanzando no entraba en sus planes.
Sin embargo, aquel viaje al
albergue de esquí fue "como un retiro" que
le permitió poner su vida en orden y decidió prolongar su estancia. Cuando su
familia completó la venta del albergue, Richard comenzó su búsqueda de empleo y
le contrataron en un aserradero de maderas cercano talando árboles, donde
comenzó a trabajar en extenuantes y peligrosas
jornadas nocturnas.
"Durante
aquellas noches largas y frías pasaba cada minuto de mis descansos leyendo
el Nuevo Testamento. Esta lectura abrió las puertas al Reino de
los Cielos en el interior. Recuerdo que mientras leía la Sagrada
Escritura no sentía frío ni cansancio; me sentía en paz conmigo mismo y
con todo lo que me rodeaba; me sentí fuerte y cálido y supe
que Dios estaba conmigo, que estaba cerca y cuidándome, y que todo
estaría bien", relata.
SU
PRIMER ENCUENTRO CON CRISTO
Pero la Iglesia seguía sin estar
en su hoja de ruta. Lo paradójico fue que, en pleno intento de fortalecer sus
hábitos de oración y aún considerándose "anticatólico",
Auciello comenzó a trabajar como conserje de la
iglesia católica de San
Antonio, dedicándose a labores de mantenimiento.
Richard recuerda cómo fue su primer "encuentro con Cristo" en el Santísimo hace casi cincuenta años.
"Hay algunas
cosas en la vida que guardamos cerca de nuestros corazones. Hay
cosas que simplemente no queremos olvidar porque se vuelven parte de nosotros y nos cambian para
mejor, como un regalo de Dios. Puedo recordar el lugar, la hora, el clima e
incluso como me sentí", rememora.
Se encontraba en la iglesia,
limpiando la nieve de la entrada antes de una vigilia, cuando se sentó a rezar.
"Aunque no
tenía ningún deseo de convertirme, podía sentir que estaba en un lugar santo.
Estaba buscando paz, sentido… era soltero y joven y estaba confundido y necesitaba
una conexión más cercana con Dios sin saber cómo
lograrlo"; explica.
Y
"JESÚS RESPONDIÓ" A LA ORACIÓN
De repente, en medio de una
oración que se limitaba a pedir gracias o favores "en un solo
sentido", quedó sorprendido cuando "Jesús respondió".
"No soy un místico, ni estoy hablando de una experiencia mágica, ¡pero fue
un milagro, una comunicación entre Dios y yo!", exclama.
Aún a día de hoy no puede
explicar lo que sucedió: "Solo sabía
que alguien más estaba en la Iglesia ese día y que se estaba acercando a mí.
Escuché una voz que me respondió,
escuché cada palabra claramente sin poder discernir quién lo decía. Alguien me
hablaba de una forma tranquila y pacífica y me vi obligado a escuchar".
Sorprendido, pero "sin miedo", Richard buscó por todo el
recinto, incluso subió al campanario en búsqueda del autor de aquella paz
interior que buscaba, "una paz
profunda, una paz que encontró su camino a través de cada grieta y hendidura de
mi alma, una paz deliciosa que
sabía que venía de “la presencia” y de “fuera” de mí".
Desde entonces, Richard comenzó a
rezar con mayor intensidad hasta que comenzaron "las
conversaciones con Jesús", como las llama. Así se refería a un
diálogo en que Jesús "hablaba sin palabras,
sino con pensamientos, nuevos, diferentes, con un propósito" y "resultados positivos".
"Esta
experiencia de estar con Cristo fue el catalizador que me movió a abrazar la
Iglesia católica, un
punto de inflexión en mi vida y el comienzo de mi conversión al
catolicismo", recuerda.
"ESCUCHAR
A DIOS" LE LLEVÓ A LA IGLESIA Y LA FE
No pasaron dos meses hasta que
decidió comenzar a recibir las catequesis necesarias para formar parte de la
Iglesia.
A través de ellas, explica, "llegue a comprender por la razón y la fe no solo el
significado de Cristo en la Eucaristía, sino también el de Cristo vivo en las
Hostias consagradas, verdaderamente presente en cada tabernáculo, en cada
Iglesia católica en el mundo hasta el fin de los tiempos. Escuchar
la voz de Dios me llevó a ser católico".
Tras su conversión desde su
pasado protestante, Richard explica que aceptó "de
buena gana todo lo que enseñaba la Iglesia", incluso que esta fue "creada por Jesús".
"Fundó
la misma Iglesia que existe hoy, con los apóstoles y la misma doctrina", afirma.
En su artículo Carta a un protestante destaca su argumento principal respecto a la
autoridad: "Selecciona cualquier denominación
protestante, metodista, bautista, evangélica, etc. y busca su origen. La
historia revelará una persona, un tiempo en la historia y un lugar de origen y
nada de eso lleva a Cristo. Antes de la Reforma, no existía ninguna
iglesia protestante, pero desde entonces se han seguido dividiendo y
multiplicando, de modo que hoy tenemos cientos de denominaciones cristianas
protestantes, cada una con un comienzo diferente, pero ninguna comenzando con
Cristo".
DEVOLVIENDO
LO RECIBIDO EN LA FAMILIA Y LOS CABALLEROS DE COLÓN
Tras su recepción en la Iglesia,
Richard estudió un Máster en Doctrina Católica en la Universidad St. John's de
Nueva York y encontró su vocación en el matrimonio. Él y su esposa
son abuelos de catorce nietos,
forma parte de los Caballeros de Colón -la organización benéfica católica más
grande del mundo- y es catequista en su parroquia.
"Sin duda, la
Adoración de la Eucaristía, las horas santas y la oración constante a Jesús en
el tabernáculo continúan hasta el día de hoy, casi cincuenta años después. Ahora,
la voz de Dios está dentro, curándome y guiándome, con una paz gozosa que me
hace saber que está ahí y por estos regalos estoy verdaderamente agradecido.
Fue un día por el que estoy agradecido, y espero recordarlo mientras viva",
concluye.
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