LA EXPRESBITERIANA ROSE FOLSOM EXPLICA QUE TODO CAMBIÓ CUANDO UNA CRUZ CAPTÓ SU ATENCIÓN
Tras abandonar sus orígenes protestantes, Rose
Folsom solo conservó de ellos el odio hacia la fe católica: dos santos lo
hicieron desaparecer a través del amor y la razón.
En sus casi 70 años, Rose Folsom ha sido
una destacada representante del sector de la caligrafía. Ha llevado su
conocimiento y obras a presidentes, reinas y Papas y a exhibiciones tan
relevantes como al Smithsonian o a la misma Casa Blanca. Pero más allá de la
calígrafa está la otra Rose. La que habiendo renegado de sus orígenes protestantes, solo
conservó de ellos un marcado odio hacia todo lo
católico. Por eso cuesta pensar que a día de hoy, Folsom ha ayudado a más de 6.000 católicos a acercarse a Dios como
terciaria dominica. Y el número sigue creciendo.
Criada en el seno de una familia
presbiteriana, Folsom nació en 1953 en Wisconsin (Estados Unidos). Pronto
abandonó prácticamente todo lo que aprendió en la iglesia luterana durante su
infancia y juventud y aunque continuó yendo a los cultos presbiterianos, contemplaba al cristianismo en general con escepticismo y al catolicismo,
con odio.
Por eso se sintió extrañada
cuando durante una reunión de Al-Anon -los grupos de apoyo para amigos y
familiares de víctimas del alcoholismo- no pudo apartar
la mirada de la cruz que colgaba del cuello de su amiga Lori. Se acercó a ella para proponerle ir a
comer un día y esta le respondió que estaría encantada de hacerlo en el
Santuario de la Inmaculada Concepción.
LAS
FLORES DE UNA SANTA, LA PRIMERA SEÑAL
Cuando llegaron, Lori y Rose
cruzaron las puertas del santuario y contemplaron las capillas hasta llegar a
la imponente estatua de Santa Teresita de Lisieux.
"Si le pides
rosas, ella te las dará", le dijo Lori antes de
recomendarle el libro de la santa Historia
de un Alma.
"Lo encargué
para que [Lori] estuviese contenta y demostrar que no necesitaba para nada esa
tontería católica", explicó en Spiritual Direction. Cuál fue su sorpresa que, al llegar a su casa
días después, vio que el libro había llegado y junto
a él había una docena de rosas que le había regalado su marido.
"¡Tengo
rosas!", confesó emocionada a su amiga
Lori por teléfono. Dos días escasos fue lo que tardó en devorar el libro de Santa
Teresita. Una vez terminado, un pensamiento asaltaba su mente por segundos: "Todo esto es verdad".
Aquella lectura le hizo admitir
que su vida tenía que cambiar, aunque
convertirse al catolicismo seguía sin ser una opción.
Así, Rose alternaba las visitas y
paseos con Lori por el santuario conversando sobre la fe con interrupciones de
algunas semanas debido a la "saturación" de
las predicaciones de su amiga… "Pero siempre
volvía a por más"; recuerda.
"LO
QUE BUSCAS NO LO ENCONTRARÁS AQUÍ"
Un año fue todo lo que Rose
necesitó a través de Lori y Santa Teresita para pedir a su pastor
luterano su aprobación para ver a un director espiritual católico que le ayudase a discernir lo que ocurría.
Preguntada por sus motivos, Rose
respondió: "Quiero poder sentarme en la presencia de
Jesús y dejar que su verdad
y su amor penetren más y más en mí, para convertirme en ese amor y esa paz y
compartir su paz con otras personas".
"Lo
que estás buscando no lo encontrarás aquí", le respondió el pastor.
Rose concertó una cita en
el seminario
Dominico de Michigan Avenue, decidida a profundizar
en su viaje de fe en un frío mes de febrero de 1990.
"Sólo
la ayuda sobrenatural me permitió cruzar a la casa dominica aquel día soleado de principios de
Cuaresma. Cuando comencé a cruzar la concurrida Michigan Avenue para
comenzar mi aventura católica, sentí como si un fuerte viento estuviera
tratando de hacerme retroceder, como si una lluvia de flechas
estuviera cayendo hacia mí para desanimarme y asustarme", relata.
"Buen
intento", pensó Rose. Sabía que el
responsable era su "adversario",
que de inmediato volvió a la carga: "De
repente comencé a temer que cuando cruzara las puertas el primer sacerdote que
me viese se taparía los ojos y gritaría: `¡El pecado ha entrado,
sálvense!´".
DE
ANTICATÓLICA A CATÓLICA AL SENTIR EL AMOR DE DIOS
Sucedió todo lo contrario,
especialmente cuando el diácono Brian Mulcahy le
recibió "con una dulzura cautivadora".
"Sentí
el amor y la aceptación de Dios fluir hacia mí en la forma amable en que me miró, con una
especie de aceptación y amor eternos. Era consciente de ser mirad por alguien
que me veía con los ojos de Dios como a una hija amada. Aquella
tarde fue el comienzo necesario para que yo misma pudiese creer y desde ese
momento aprendí a mirarme a mí misma de esa manera", admite.
Durante casi un año, Rose
recorrió un complejo proceso que le hizo "pasar de
anticatólica a católica", ayudada por el Rosario, las vidas de santos como
Santa Teresa de Lisieux, San Alberto Magno o el dominico Norman Fenton. Este,
dijo, "soportó pacientemente mi desorientación
y mi actitud defensiva durante los meses en que Dios estuvo tratando de
convertirme".
Nueve meses después, el 15 de
noviembre de 1990, Rose fue recibida oficialmente en la Iglesia: "Sentí de una forma nueva y poderosa que había llegado
a casa".
LA
CALIGRAFÍA Y SANTO TOMÁS: UNA COMBINACIÓN EVANGELIZADORA
Desde el mismo momento en que se
convirtió y pasó a formar parte de la Iglesia, Rose se dedicó por entero a profundizar en su
doctrina y la Teología y se inscribió en un grupo de estudio de
la Suma Teológica de Santo Tomás durante
cinco años, gracias a los cuales adquirió la base sólida de fe y formación que
necesitaba.
"El amor de
Dios que viene a través de la escritura teológica de Santo Tomás me hizo
llorar. La forma en que su escritura reforzó la verdad de la fe me
convenció de que cuanto más aprendemos, mejor se mantiene unida la fe católica
y cuanto más sabemos acerca de Dios, más lo amamos", expresó.
Desde que comenzó a formar parte
de la Iglesia, Rose no solo no abandonó su hábito de estudio de Santo Tomás,
sino que de hecho no ha dejado de expandirlo. Nada más convertirse, comenzó a
aprovechar sus aptitudes y conocimientos artísticos para transmitir el Evangelio mediante obras de arte caligráficas y pronto pasó a formar parte de la Tercera Orden de Santo Domingo, la rama laica de la Orden de
Predicadores.
Poco después de pasar a
formar parte de la Iglesia, Rose dedicó todo su potencial a estudiar a Santo
Tomás de Aquino: hoy miles de personas se benefician de su ayuda.
Sin embargo, no fue hasta una
década después cuando descubrió en su vida la vocación de transmitir la
importancia de practicar y cultivar la virtud tratada en buena parte de la obra
de Santo Tomás. Tras diez años de preparación y formación, Rose fundó el que hoy es su principal apostolado y forma de vida, Virtueconnection.
MILES
DE MUJERES BENEFICIADAS POR SU AYUDA
"En 2014,
empecé a enviar un mensaje de correo electrónico todos los domingos sobre
crecer en la virtud, luego comencé a dar charlas, talleres y retiros. Ayudo
a las mujeres a aclarar las formas que funcionan para que se acerquen más a
Dios para que tengan más paz en sus vidas y más confianza de
que están en el buen camino con Él", comenta
en su página web.
El apostolado, inspirado en la
Suma Teológica y la doctrina de los santos para convertir los vicios en
virtudes, tiene la misión fundamental de "transmitir
la inspiración para perseguir la santidad", apoyándose
en todo lo apto para la oración que se desprende de investigaciones científicas
y psicológicas.
Uno de sus métodos
más exitosos es el "SAINTLY", formado por siete sencillos pasos
que dan lugar al acrónimo de este sistema. Traducidos al español, su desarrollo
pasa por la búsqueda de Dios y alcanzar la madurez necesaria en la vida de
oración, la puesta en práctica de sistemas de concentración en la oración para mantenerla "pase lo que pase", consejos para
mantenerse inspirado en
la oración y para perseverar en ella, profundizar en el compromiso con Dios y
disfrutar de la paz y la confianza que surgen de la relación personal con Él.
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