Catequesis del Papa Francisco, 16 de noviembre de 2022.
Fuente: Vatican News
La desolación fue el tema de la octava catequesis del Santo Padre Francisco
sobre el discernimiento. El Pontífice lo desarrolló tras el habitual paseo, en
papamóvil, entre los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que lo esperaban
para asistir a la audiencia general, durante la cual, una vez más, llevó a
cinco niños a bordo.
El Obispo de Roma señaló, en
primer lugar, que la desolación – "cuando todo
en el corazón es oscuro, triste – puede ser una oportunidad de crecimiento,
porque si no hay un poco de insatisfacción, un poco de sana tristeza", si no se tiene la "sana
capacidad de habitar en la soledad", de ser uno mismo sin huir, se
corre el riesgo de "quedarse siempre en la
superficie de las cosas" y no alcanzar el centro de la propia
existencia.
Una serenidad perfecta pero "aséptica", sin sentimientos, cuando se
convierte en el criterio de las elecciones y los comportamientos, nos hace
inhumanos: no podemos ignorar los sentimientos,
somos humanos y sentir forma parte de nuestra humanidad, dijo también Francisco.
No vivir los sentimientos hace
que uno sea indiferente al sufrimiento de los demás e incapaz de aceptar el
nuestro – añadió el Pontífice – se crea una "distancia
aséptica". Y prosiguió: “Esto no es vida, es como si viviéramos en un
laboratorio, encerrados para evitar los microbios, las enfermedades”
UNA INVITACIÓN A LA GRATUIDAD
Por otro lado, la inquietud – una
inquietud sana, un corazón inquieto y buscador – puede ser un empujón decisivo
para dar un giro a la vida. Este fue el caso de Agustín de Hipona, de Edith
Stein, de José Benito Cottolengo, de Carlos de Foucauld, recordó Francisco, y
señaló que las opciones importantes tienen un precio que pagar, con el corazón "un precio de decisión, el precio de llevar adelante
un pequeño esfuerzo", pero al alcance de todos.
“Es el precio que todos pagamos para
salir del estado de indiferencia, que siempre nos derriba”
Además, la desolación "es también una invitación a la gratuidad", continuó
el Papa, "a no actuar siempre y sólo con
vistas a la gratificación emocional".
“Estar desolados nos ofrece la oportunidad de crecer, de iniciar una relación más madura y hermosa con el Señor y con los seres queridos, una relación que no se reduce a un mero intercambio de dar y recibir”
Este tipo de relación la vivimos
como hijos cuando buscamos a nuestros padres "para
obtener algo de ellos", por lo tanto "por
un interés" – como lo son muchas de nuestras oraciones, aclaró el
Papa – "peticiones de favores dirigidas al
Señor, sin un interés real por Él". Lo mismo le ocurrió a Jesús, "a menudo rodeado de mucha gente que lo buscaba para
obtener algo, curaciones, ayuda material, y no sencillamente para estar con
Él".
ESTAR CON JESÚS
Francisco subrayó a continuación
que estar con Cristo "es un modo muy hermoso
de entrar en una relación verdadera y sincera con su humanidad, con su
sufrimiento, incluso con su singular soledad". Con Él, que quiso compartir su vida con nosotros hasta el
final". Es bueno aprender a estar con el Señor "sin ningún otro propósito" – añadió el
Pontífice – es como "con las personas que
queremos: queremos conocerlas cada vez más, porque es bueno estar con
ellas".
“La
vida espiritual no es una técnica a nuestra disposición”
La vida espiritual no es una
técnica a nuestra disposición, no es un programa de "bienestar"
interior que nos corresponde programar. No. Es una relación con el
Viviente, irreductible a nuestras categorías. La desolación es entonces la
respuesta más clara a la objeción de que la experiencia de Dios es una forma de
sugestión, una mera proyección de nuestros deseos.
RESULTADOS IMPREVISIBLES DE LA ORACIÓN
Así lo demuestran también los
resultados imprevisibles de la oración: sucede que
"experiencias y pasajes de la Biblia que a menudo nos han emocionado"
pueden no suscitar ningún entusiasmo y que, "inesperadamente,
experiencias, encuentros y lecturas a las que nunca se había prestado atención
o que se preferían evitar – como la experiencia de la cruz – traen una paz
inesperada".
AFRONTAR LAS PRUEBAS CON LA AYUDA DE LA
GRACIA DE DIOS
La lección que ofrece la
desolación para el Papa Francisco es que "ante
las dificultades" nunca hay que desanimarse, y que hay que afrontar
la prueba "con decisión, con la ayuda de la gracia
de Dios que nunca nos falla". En cuanto a esa voz insistente dentro
de nosotros "que quiere apartarnos de la
oración, aprendamos a desenmascararla como la voz del tentador" –
exhortó el Pontífice – e invitó a no dejarse impresionar, y a hacer simplemente
"lo contrario de lo que nos dice".
DEL RESUMEN EN LENGUA ESPAÑOLA
Hablando en nuestro idioma el Papa también dijo: “La desolación es también una llamada a la gratuidad, a
no buscar jamás la gratificación emotiva. Esta es la base de una relación
auténtica y madura con Dios y con los demás; nos lleva a aceptar al otro por sí
mismo y no por lo que me aporta” Y “si
captamos en profundidad la humanidad de Cristo como puerta del cielo – prosiguió – podremos llegar a preguntarle: ‘¿Cómo estás?’,
aprendiendo a amarlo precisamente en su sufrimiento y su soledad, y a hacerlos
nuestros”.
Mientras al saludar a los grupos
procedentes de América Latina y de España, el Santo Padre les ofreció una
sugerencia:
“Saludo cordialmente a los peregrinos de
lengua española. pidamos a Jesús crucificado, despojado de todo, que clama a su
Padre: “Dios mío, Dios mío porqué me has abandonado”, que nos ayude seguirlo
también en la desolación, dándonos una fe sólida, una esperanza inquebrantable
y una caridad capaz abandonarse incondicionalmente a su voluntad. Muchas
gracias”
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