Juan Julio, en los comentarios, hablaba hace unos días de la doble numeración de los salmos: la numeración del texto hebreo y la de la Vulgata. ¿Cuál es la numeración preferible?
Bueno, en
las facultades de teología católicas y protestantes se usa la numeración hebrea
como convención, para así aclararnos y no estar siempre preguntándonos cuál
estamos usando. Pero la Iglesia no ha renunciado a la numeración de la Vulgata
en la liturgia.
¿La
razón? La numeración de los salmos de la
Vulgata viene de una traducción de textos hebreos del siglo IV. La numeración
actual del texto hebreo es la del llamado texto
masorético cuya redacción se
concluye en el siglo IX.
Los
estudios muestran, sin lugar a dudas, que san Jerónimo usó textos hebreos que
pueden ser más primitivos que los usados por los masoretas.
Hace unos
días me encontré con que la versión de la Vulgata del salmo 137 (numeración
hebrea) acaba en el versículo 138 (inclusive), y lo mismo la versión de los
LXX. Mientras que la versión hebrea acaba con un versículo 9 tremendamente
cruel:
Happy is the one who seizes
your infants and dashes them against the rocks.
¿Este
versículo pertenece al texto canónico? ¿Este versículo es Palabra de Dios o es
una añadidura humana posterior? Según san Jerónimo, según los
mismos judíos del siglo I que hicieron la traducción al griego, no forma parte
de la Palabra de Dios.
Si
alguien quiere comparar la versión de la Vulgata con la de los LXX, aquí puede
hacerlo:
https://www.bibliacatolica.com.br/es/neo-vulgata-latina-vs-septuaginta/liber-psalmorum/137/
Mi
opinión, es que se trata de una añadidura hebrea posterior, pero que no
pertenece al texto canónico. Pero quedo a la escucha de quien tenga algo que
decir con conocimiento, pues mi opinión (en este punto de discusión) está
sujeta a quién ofrezca mejores razones.
Hoy he
traído a vuestra consideración un tema verdaderamente complejo y muchos, con
toda razón, podéis decir: "Buf, que recovecos
tiene la Biblia". Sí, realmente es un libro fascinante.
LA LITURGIA TAMBIÉN PUEDE SER SENCILLEZ, FAMILIARIEDAD,
CERCANÍA
Después
de haber dado razones para expresar la perfecta legitimidad de la misa de cara
al pueblo, reitero (como muchos sabéis) que cuando celebro missa sine populo, es decir, solo acompañado de
dos o tres personas –algo que solo me ocurre muy de vez en cuando— me gusta
celebrarla de espaldas a los que asisten. Eso me permite evitar toda distracción y poder
ocultar mi cara (donde se
expresan las emociones) a esas personas presentes.
A eso se
añade que en mis parroquias siempre he celebrado una misa en latín una vez al
mes, por sistema. En esos casos, la celebraba en los últimos años de espaldas.
Siempre ha sido la misa del Vaticano II, pero me parecía que ese cambio de la
rutina era positivo, que ayudaba a entender la misa de otra manera y que eso
suponía un enriquecimiento.
♣
♣ ♣
Reconozco
que una capillita pequeña y sencilla con diez asistentes (o así) se presta más
a una celebración de cara al pueblo, se presta más a entender la misa como la
Última Cena en un ambiente de intimidad.
Mientras
que un gran pontifical catedralicio se presta a tener un presbiterio alto, al
que se accede por una gran escalinata. Y allí, en ese Sancta Sanctorum, que el
pontífice oficie de espaldas con varios ministros a su lado y varios acólitos
detrás de él, dispuestos unos más arriba y otros más abajo.
La
capilla pequeña con diez personas que vienen todos los días es el entorno ideal
para la intimidad de la cena pascual, es el entorno ideal para un ambiente
familiar en el que el presbítero ejerce como padre espiritual.
Mientras
que una gran catedral gótica es el entorno ideal para un altar con grandes
candelabros en medio de una nube de incienso, rodeado de toda una serie de
rangos de levitas.
Esto lo
entendieron perfectamente los constructores de las catedrales góticas, aunque
no es este el momento de desgranar detalles. Pero lo que allí es natural, la
liturgia como impresionante despliegue estético, sería inadecuado en un
pueblecito pequeño para una misa de diario con unas pocas personas.
La
liturgia en un sitio y en otro no significa una serie de cambios cuantitativos,
sino cualitativos. Hay un espíritu catedralicio de la liturgia para unos
lugares, y hay un espíritu de sencillez para otros lugares.
SIGO CON EL ASUNTO
DE LOS RECOVECOS DE LA BIBLIA
Otro
punto al que podemos asomarnos es el de los títulos de los salmos: ¿pertenecen al texto sagrado o no? ¿Son
Palabra del Dios Todopoderoso o añadidura humana?
Hay un
artículo óptimo de Patrick Nickerson que os ofrezco:
https://solagratia1517.wordpress.com/2017/09/01/psalm-titles-inspiration-and-thirtles-theory-pt-1/
Hay otro
artículo formidable que analiza las palabras que aparecen en esos títulos:
https://www.therain.org/appendixes/app65.html
Añado dos
links más para el que quiera profundizar; uno muy erudito y otro que puede
servir de resumen:
http://www.lectio-divina.org/images/nyssa/On%20the%20Inscriptions%20of%20the%20Psalms.pdf
https://www.newadvent.org/cathen/12533a.htm
De nuevo,
podemos apelar a la autoridad de san Jerónimo y a la antigüedad de los LXX. En
ambas versiones, aparecen títulos en los salmos. De verdad os lo digo, después
de mucha maduración, después de muchos años, estoy convencido de que Dios
inspiró tanto a los sabios judíos que produjeron la versión de los LXX, como a
san Jerónimo. No estoy diciendo que ambos fueran infalibles en sus
traducciones, no, no lo fueron; pero me he convencido de que no solo fueron
ayudados de lo alto, sino, incluso, inspirados por el Espíritu Santo.
¿De qué hubiera servido tener un texto sagrado inspirado por el Espíritu
Santo si, de hecho, la gente iba a leer una versión griega y latina llena de
errores? Dios inspiró al redactor y al
traductor.
¿A todos los traductores del mundo? No,
rotundamente no. Pero Dios sabía que esas dos traducciones eran las que iban a
circular por todas partes. En el caso de la Vulgata, fue (prácticamente) la
única versión hasta el siglo XIX.
Así que
si san Jerónimo consideró parte del texto sagrado los títulos de los salmos,
para mí eso tiene más que una extraordinaria autoridad. ¿Por qué? Porque Dios cuidó su revelación. Porque el Autor
Divino cuidó el texto sagrado y la traducción de su texto.
♣ ♣ ♣
La
conclusión de lo dicho para la inclusión de los títulos en el texto sagrado
vale para la exclusión del contenido del salmo. Es decir, si la autoridad de
Jerónimo y de los LXX vale para considerar que están incluidos los títulos, su
autoridad vale para dar por excluido del texto inspirado el dichoso versículo
de ayer respecto a la matanza de los niños.
Otra
conclusión de todo lo dicho es que para mí tiene más fiabilidad lo que me diga
la Iglesia respecto a un texto bíblico hebreo o griego que cualquier otra
autoridad.
P. FORTEA
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